Capítulo 24

8 0 0
                                    

   Llevaba mucho tiempo sin sentirse así de nervioso. Notaba un sudor frío bajando por su espalda y sus manos temblaban ligeramente. No era la primera vez que llegaba a casa con el rabo entre las piernas, pero desde luego sí que era la primera vez que lo hacía con menos de la mitad de su tripulación.

Por fin se decidió a salir de su camarote y echar un vistazo a lo que se presentaba ante él. En cubierta sólo había un par de marineros que, en silencio, miraban anhelantes las enormes montañas que él tanto temía. Trédivo se alzaba como una cadena de furiosos titanes que le miraban con reproche.

—No tienes gana alguna de desembarcar ¿verdad? —Leilyah le puso una mano en el hombro y miró en la misma dirección que él.

Eizael negó con la cabeza y la agachó después. Llevaba meses enteros viajando por su causa, haciendo favores para que después se los debieran, transportando a gente y mercancías que le habrían metido en otro buen lío y todo ello con la intención de llegar a casa y presumir de sus logros, de sus avances, del movimiento que iba hacia delante y llevaría a todos sus compatriotas a la salvación. Y, sin embargo, allí estaba, sabiendo que nadie valoraría nada de lo que había conseguido porque esa maldita Mediafrase había masacrado a aquellos que se habían atrevido a acompañarle. Habría viudas, madres, familias enteras a las que dar explicaciones.

El ancla se hundió en las profundidades del Océano Índigo y Eizael supo que su suerte estaba echada. Se asomó a la barandilla y vio que había un grupo de gente reunida en el puerto, aunque no eran muchos, como era de esperar. La gente vivía en las montañas y descender hasta la costa era para ellos un auténtico fastidio. Solo lo hacían cuando lo creían necesario y que estuvieran allí en aquellos momentos significaba que la gente esperaba algo de él. Se tapó la cara con las manos, tratando de concentrarse para lo que se avecinaba y, tras unos cuantos segundos, se decidió a poner el pie en la pasarela.

Una vez abajo, el recibimiento fue como un tsunami. Todos los que antes habían estado aguardando se lanzaron sobre él como auténticas fieras. Las preguntas parecían interminables y eran tan atropelladas que no fue capaz de comprender ni una de ellas al completo. Así que levantó los brazos para que todos pararan su incesante chismorreo. Poco a poco las voces se fueron acallando, pero las miradas no se apartaron ni un segundo de él.

—Antes de que os volváis locos otra vez y consigáis que vuelva a subirme a mi barco y me marche para no volver jamás, os diré lo que necesitáis saber. Las preguntas dejadlas para la asamblea de esta noche ¿está bien? —Nadie contestó, pero sus ojos nerviosos continuaron en su sitio, como auténticas cuchillas—. Hice la entrega sin problema y conseguí suficiente dinero como para que paséis decentemente otras cuantas semanas. Además, ahora me deben un par de favores en Pico de Arañas y os conseguí un buen contrato en Puerto Rojo. —Volvieron entonces los cuchicheos que empezaron a acompañarse de sonrisas, asentimientos de cabeza y apretones de aprobación en los hombros.

—Bien hecho, Eizael, eres un hombre de honor. Y un auténtico líder de la causa. —Las palabras provenían de un viejo sin dientes y con años de penuria reflejados en los ojos. Al escucharlo, el capitán sintió vergüenza de sí mismo y no quiso retrasar más lo inevitable.

—A pesar de eso, no todo ha salido como esperábamos. De vuelta a casa nos encontramos con Bonnie Mediafrase y tuvimos un incidente con ella. Quería arrebatarnos todo lo que habíamos logrado y su superioridad era evidente... Al final llegué a un acuerdo con ella y conseguí que no se llevase nada, pero...

—¿Pero qué, muchacho? —Ahora sus interlocutores le miraban aterrorizados, y la impotencia y la rabia comenzaron a apoderarse de él.

—Pero no pude evitar que sus hombres nos arrebataran a unos cuantos de los nuestros. Perdimos a muchos buenos muchachos aquel día, pero os aseguro que todos los que perecieron lo hicieron de forma rápida y luchando por aquello en lo que creían. Todos sabíamos que esta empresa sería peligrosa y aún hoy y durante muchos años todos estaremos en el punto de mira de cualquiera. Siento traeros esta noticia y siento no haber podido evitarlo, pero son gajes del oficio ¿no?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 03, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Vigilia del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora