Capítulo 7

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   El campamento llevaba días levantado cerca del mastodóntico Muro de Runas. Las armaduras estaban pulidas y preparadas para rechazar cualquier envite. Las espadas y lanzas estaban recién afiladas, los arcos perfectamente tensados y los escudos de metal listos para defender a sus portadores. Las enormes balistas, morteros y catapultas ya habían sido revisados por los ingenieros y habían sido puestas a punto. Se habían reunido allí un total de tres mil novecientos soldados sin contar a sus comandantes.

Todas las tiendas de campaña tenían un tamaño similar, a excepción de la de los comandantes. Sobre ella ondeaban la bandera de los Guardianes de Ladesh, un enorme león blanco sobre fondo azul; la de la Guardiana de Enys y la de su Majestad. Dentro de ella estaban reunidos los comandantes de cada división. Anuros Rasgaalmas, el enorme peltún de pelaje blanco medía casi cuatro varas de altura haciendo parecer pequeño a Estaros Dientenegro. Sus gruesos y afilados cuernos crecían hacia abajo formando una especie de protección lateral para su testa. Su tamaño y sus fríos ojos azules infundían miedo en sus adversarios.

Kaehlan Naa vino como Comandante de Enys. Bajo su mando tenía a mil hombres y mujeres que darían su vida por proteger su tierra y a sus familias de Ymar Naa. Se había unido al Rey Sin Cadenas cuando este abandonó el Bastión de los Susurros rumbo al noroeste. No podía quedarse de brazos cruzados junto a Kylie mientras Ymar atacaba Enys, su nuevo hogar. Sentía que era su responsabilidad el enfrentarse a ella. Por ello les contó todo lo que sabía sobre el ejército de su hermana y sobre los tatuajes que decoraban sus cuerpos. Les explicó que refuerzan sus habilidades físicas y mentales, pero que el clan Naa es el único que puede hacerlos funcionar.

La provincia de Ustat no quiso prestar armas. Kräke sabía el motivo, sabía que Irvin tenía mucho peso en las decisiones que tomaba el Guardián de Ustat pues este era su hijo, Laenus. La familia Coppel nunca había aceptado que alguien como él reinase y menos de la manera en que lo hizo. No soportaban la idea de tener que rendir pleitesía a un ser inferior. Aquella provincia era la última frontera de su plan de igualdad, pero no sabía cómo actuar.

La reunión de aquella tarde había convocado a los tres comandantes para discutir cual era la mejor estrategia para enfrentar a Ymar Naa. Kaehlan expuso su propuesta.

—Nosotros no confiamos en las máquinas de guerra. Eso nos da una ventaja sobre ella. Sabemos que han asesinado a todos los guardias que custodiaban el Muro de Runas, por ello colocará allí a sus arqueros liderados por Väli Snigir, un hombre capaz de acertar entre los ojos a una ardilla desde millas de distancia. Eso unido a los tatuajes nos dará problemas.

—¿Qué sugieres? –preguntó Kräke.

—Ignorarle, es imposible que le acertemos. Debemos centrar el fuego de las máquinas en el Muro tratando de acabar con el resto de arqueros. —Se quedó pensativa y entonces se le ocurrió una idea— Kräke, ¿serías capaz de enfrentarte a mi hermana?

—Supongo que sí.

—Bien, pero no la mates, te será más útil viva. —No le estaba contando toda la verdad, sabía que Kylie no se habría atrevido a contarle nada sobre la situación. Le divirtió dejarle descubrirlo por sí mismo—. Anuros, ¿podríais tus soldados y tú proteger a los arqueros e ingenieros de los arqueros de Väli? Sois grandes y vuestros escudos pueden cubrirlos.

—Por supuesto, usaremos ballestas y lanzas para matar a todo aquel que se acerque —contestó Anuros con entusiasmo. Su voz era terroríficamente grave.

—¿Qué nos puedes contar sobre la infantería? —preguntó Kräke.

—Estará liderada por Ull y Tyr Lanchbock. Tened cuidado con ellos pues son capaces de matar a un hombre con un solo golpe cuando están bajo la influencia de los tatuajes.

La Vigilia del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora