Capítulo 29 ~ Harta de disculpas ~

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Sídney

Llevaba todo el día intentando llamar a Michelle, ya eran las siete de la tarde por lo que deduje que estaría ya dormida.

Por otra parte, también estaba preocupada por Dylan. ¿Qué había querido decir con que teníamos que hablar?

Que yo sepa "querer hablar" es romper conmigo. Y yo no quiero eso.

¿Qué será lo siguiente?

"No es por ti, es por mi."

Me niego yo no quiero separarme de Dylan, es el único que me hace olvidarme del inútil de Zack. Y también me hace reír y me encanta pasar el día con él, que me invite a comer pizza, que me haga masajes...

¡No puedo esperar más! Voy a llamarle.

Marco su número esperando que no esté dormido.

- ¿Quién eres? - responde una voz femenina. - ¡Dylan te llaman! - llama a mi novio.

"Sídney no saques conclusiones precipitadas, no las saques. Los celos no son buenos. Ya verás cómo todo va a estar bien. Seguramente será una nerd que haya ido a hacer un trabajo con él."

Di que sí conciencia.

- ¿Sídney por que llamas a estas horas? - pregunta.

- No te debe de importar, total estabas bien despierto - digo con un cierto tono molesto - Además si bien recuerdas eras tú el que quería hablar conmigo.

- A bueno sí... - dice inseguro - antes de nada quiero pedirte de antemano perdón y decirte que te quiero.

- Esto me está empezando asustar... - por favor que no sea lo que estoy pensando - ¿Qué ha pasado?

- El otro día fuimos a una fiesta y había una chica muy guapa, pero no tanto como tú y me preguntó si era novio de Michelle. Yo le dije que no, pero ella debió entender que estaba libre y fuimos al baño, me besó yo le seguí y ... - había confesado aquello tan rápido que ahora le costaba respirar - Lo siento - dice entre sollozos.

No respondí, me había quedado paralizada. ¿Por qué no el sexo masculino me odia? Todo sería más fácil.

- Por favor, dime algo, lo que sea - ahí fue cuando no pude aguantar más. Finalicé la llamada y me tumbé sobre el sofá mientras las lágrimas surcaban toda mi cara.

¿Por qué a mí?

Estuve llorando hecha un ovillo en el sofá durante una media hora. Cuando ya me sentí más tranquila volvía a marcar su número.

Estaba decidida a decirle lo que antes no había tenido fuerzas de decirle.

- ¡Menos mal que me has llamado! - responde al de tres toques - Yo enserio, lo siento - murmuró.

- Mira no te he llamado para escuchar tus disculpas - le digo con voz firme intentando reprimir las lágrimas - Te he llamado para decirte que hemos terminado - digo tajante.

Hasta yo misma me sorprendo de mi tono.

- Pero... - balbucea él.

- Y espero que no me llames. Es más yo voy a borrar tu contacto, espero que tú hagas lo mismo.

- Syd ya se que lo que he hecho esta mal y que no me vas a perdonar... - corté la llamada.

Otra vez las lágrimas comenzaron a brotar.

Fui a la cocina, abrí el congelador y cogí un gran bote de helado de chocolate.

Volví al salón, encendí la televisión y me puse a ver una telenovela mexicana.

Doblemente ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora