Capítulo 39 ~ No nos dejes ~

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POV's Astrid

- ¡Cita! ¡Cita! ¡Tengo una cita! - canto delante del espejo preparándome para la gran tarde.

Aunque no quería llevar vestido Michelle me ha obligado, así que no tengo escapatoria.

Llevaba puesto uno rojo con unos tacones a juego.

Recojo el bolso mientras reviso si Sídney ha contestado a algunos de los mensajes que le envíe, pero sigue sin contestar.

Nadie la ha vuelto a ver desde anoche, probablemente este en casa de Zack y se habrá quedado sin batería.

Por lo menos podría haber avisado.

Me monto en el coche de Michelle quien me ha estado esperando "cinco largos minutos" o eso ha dicho.

Nos dirigimos al lugar en el que se va a desarrollar una de las mejores citas de todos los tiempos o eso creo.

Espero que la cita vaya bien, la ha preparado ella así que supongo que no habrá de qué preocuparse.

Tras deambular por mi mente imaginándome mi vida fuera del instituto llegamos a un descampado lleno de enormes árboles y hermosas flores de diversos colores.

Avanzamos un poco hasta una mesa blanca llena de comida y rodeada por un pasillo de pétalos blancos.

Miro a Michelle quien me devuelve la mirada con una sonrisa y seguido me abraza.

- Suerte - me susurra y se vuelve a meter en su coche.

Voy hasta la mesa y me siento.

Diez minutos más tarde todavía sigo sola.

Veinte minutos después sigo esperado. Le he dejado un par de llamadas perdidas pero salta el buzón de voz.

Voy hacia la parada de bus más cercana y espero hasta que viene el autobús que para en su calle.

- ¡Ian abre! - grito golpeando su puerta tras varias amenazas - ¿Estás dentro?

Acerco la oreja a la puerta para escuchar algún movimiento.

En efecto, mi oído es privilegiado, he oído unos pasos acercarse.

Abre la puerta bien vestido, olía bien, pero lo malo eran sus grandes ojeras.

- ¿Qué... qué haces aquí Astrid? - pregunta confuso tocando con su mano temblando su pelo y con la otra agarrando el pomo de la puerta.

- Teníamos una cita - comento examinándole - ¿Lo recuerdas?

El asiente apenado volviendo a entrar dentro de la casa. Una vez dentro, coge unas cosas del salón y vuelve hacia la entrada para recoger su abrigo, al descolgarlo se cae una nota al suelo.

Él se agacha para recogerla y al darle la vuelta sonríe aún más apenado comenzando a leer.

Yo lo miro intentando averiguar qué le ocurre, pero no logro comprender su situación.

Está muy raro, nunca le había visto así, es como si toda la alegría se hubiera esfumado de repente.

Al acabar de leerla la mete en su bolsillo cerrando la puerta y dirigiéndose a su coche sin siquiera dirigirme la palabra.

Carraspeo lo más fuerte que puedo para que vea que seguía todavía allí parada. Ian se gira y me hace un gesto para que entre en el coche, me siento en el copiloto y lo miro.

- ¿Qué te ocurre Ian? - pregunto.

Él no responde, sigue con la mirada fija en la carretera, lo único que hace es darme la carta que tenía en el bolsillo.

Doblemente ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora