Capítulo 1: Fénix

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{Mérida}

Desperté en medio de la nada, literalmente un denso humo no me dejaba ver nada. Estaba asustada, no sabía quién era, ni que hacia allí. Tomé mi arco de al lado mío por mero instinto y lo tensé. El arco tenía grabado un nombre "Mérida Dumbroch", ¿Aquella era yo? Comencé a caminar entre escombros, el fuego aún ardía a mi al rededor. ¿Que había pasado allí? Sobre mí había una luna enorme de color rojo que alumbraba más allá de lo que el ahora débil fuego no podía.

Pronto llegué a un claro. Me miré y mi reflejo no me pareció extraño a pesar de no haberlo recordado un minuto atrás. Tenía un cabello rojo rebelde y unos grandes ojos azules. Mire por encima de mi hombro algo que me llamó la atención, de mi espalda brotaban un par de alas, no sabia cómo moverlas así que simple te me concentré para hacerlo, era como mover un brazo. Mis alas se extendieron y las pude batir, al batirlas se levantaron cenizas a mi alrededor y comencé a elevarme, tan solo un metro y después volví a bajar, mis alas blancas eran fascinantes casi deslumbrantes y tan largas como el largo de un automóvil cada una. Me alejé del claro y comencé a mirar a mi alrededor, no podía recordar algo, sin embargo sabía que me estaba faltando algo, sabía que alguna vez hubo un pasado, aunque por más que pensara no lograba saber que era.

A mi cintura tenía un carcaj con dos tipos de flechas, unas se veían normales y otras eran doradas. Un ruido en la maleza me asustó, disparé la flecha que estaba cargada en mi arco y al dar con el objetivo prendió fuego. Cautelosa, me acerqué. ¿Cómo podía yo haber provocado eso?, no lo sabía y por eso mismo era fascinante.

Sin saber por qué comencé a imaginar que el fuego era una serpiente que se movía al ritmo de la música de una flauta, sólo que el fuego se movía al ritmo del viento. El fuego hizo justo lo que pensé, adoptó la forma de una serpiente que por un instante mostró sus colmillos. Asustada retrocedí, pero pronto comprendí lo que hacía: controlaba el fuego. Mi fuego se transformó en una flor, en un caballo y en una persona. Una persona. Eso quería ver, necesitaba ver a alguien más y preguntarle qué estaba pasando.

No tuve suerte, no encontré a nadie cerca por más que buscara. Mi nombre aparentemente era Mérida y controlaba el fuego, sólo sabía eso. Vagaba sin rumbo y sin saber que hacer cuando una voz resonó en mi mente, como si fuera sólo para mí.

- Tú eres Cupido, tu don es el control del fuego y la responsable del amor. Eres un espíritu.

La voz venía de la Luna, no sé cómo lo adiviné, simplemente lo supe.

- ¿Qué tengo que hacer?

No hubo respuesta, por más que traté no hubo respuesta alguna. Y no la hubo en los próximos 700 años. Ahora soy Cupido, y resurgí de las cenizas, el fuego hace mi voluntad y el amor es solo mi diversión.

Como sea ustedes no están aquí para leer sobre mis primeros años de soledad y de exilio; quieren saber cómo fue que empieza mi verdadera aventura, pues bien, todo comenzó de la misma manera: con la Luna.

Fuego, Hielo y oscuridad (Jarida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora