Capítulo 6: El castillo

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{Jack}

- Ahora no es buen momento para hablar- me dijo ella- luego haremos lo que haga falta, pero tenemos que encontrar algo. Sígueme y no hagas ruido.

Por primera vez en mucho tiempo no tenía ganas de hablar, quería terminar rápido, salir de allí y visitar por primera vez la tumba de mi hermana.

- ¿Qué buscamos?
- Necesitamos tres cosas- dijo ella mientras había lentamente un cajón- tú no puedes tocar ningún objeto llamativo, como el que ibas a tocar, solo puedes buscar los correctos, si te equivocas el viento volverá ya te he dicho lo que pasará. Necesitamos una esfera, que parezca que tiene neblina dando vueltas, necesitamos una llave plateada con un zafiro en la empuñadura y por último una daga que es negra.
- ¿Por qué? En que nos ayudará.

Ella cerró el cajón al no encontrar nada y me dijo despacio.

- Esos tres objetos son los únicos que Silence no puede tocar, pero que nos dirán una parte de sus planes. Si el viento de la esfera gira rápido sabremos que está haciendo uso de él. Si la llave está vibrando sabremos que tiene a alguien cautivo,  uno de los nuestros, y si la daga está fría sabremos que está usando la oscuridad. Es una forma de prever lo que pasará. Hay un objeto adicional, un medallón de plata, era de mi madre, ese medallón protegerá a quien lo tenga, será útil. Debemos separarnos. Busca arriba y yo sigo aquí.
- Te ganaré a encontrarlos- le dije mientras volaba escaleras arriba
- ¡Jack!- me gritó y me detuve lo suficiente para escucharla- pase lo que pase no vayas al tercer piso del lado oeste.

No respondí, me resultaba curioso por qué no ir, tal vez investigaría luego, tenía que encontrar los objetos. El medallón fue lo primero que vi, lo tenía una estatua de una mujer de vestido largo y rostro solemne, lo tomé y como no pasó nada supe que era lo correcto. Seguí registrando las habitaciones, arriba ya había luz, parecía entrar por las ventanas, parecía que en su tiempo fue un lugar bonito. Como pasó una hora y no encontré nada hice un muñeco de nieve y volví a buscar una vez terminado. Volaba de cuarto en cuarto hasta que en un librero vi un estuche negro, se veía muy místico, lo abrí y vi dentro la daga que había estado buscando. Era genial ya llevaba dos de cuatro objetos.

Había registrado todo allí, no había espacio sin registrar y para asegurarme de ello congelé lo que ya había registrado. Ahora el tercer piso sonaba tentador, aunque por algo ella no quería que lo viera. El viento dio la vuelta, parecía como si me hubiera visto, me persiguió, tuve que subir las escaleras, ¡por qué demonios congelé las demás puertas! El viento me perseguía, me metí en una habitación y me escondí debajo de la cama, el viento pasó e hizo un revuelo en la habitación luego se fue.

Cuando tuve la certeza de que se había ido salí, estaba en una habitación de cortinas rojas que hacía de juego con la cama y los muebles. Parecía de una princesa. Comencé a curiosear. Encontré lo que parecía ser una pintura, ahí estaba Mérida, a su lado parecía estar lo que había sido su familia. Seguí caminando y vi un anillo enorme de diamante que bien hubiera sido uno de compromiso. No lo toqué por el miedo al viento, en el tocador una botella de vino aparentemente vacía y en su buró lo que parecía ser una fotografía. Estaba doblada, la iba a desdoblar cuando una flecha pasó zumbando por mi cabeza me quitó la fotografía de mis manos y la clavó en la pared. Mérida me veía furiosa, tenía una mochila al hombro con algunos objetos, seguramente ya había encontrado todo y me apuntaba a mi cabeza con su arco, por instinto y sobresalto le lance un rayo congelado.antes de impactar de su mano brotó una llama que lo derritió.

- ¡Qué haces aquí! ¡Te dije que no entraras! ¡Es tan difícil seguir esas indicaciones!
- ¿Quien eres?- le pregunté. Parecía que su pasado era más confuso de lo que creía. Tal vez no fuera buena.
- ¡Eso no te interesa! ¡Sal de aquí!- me ordenó mientras tensaba más el arco
- ¡No hasta que me digas quién eres!- no sabía porque gritaba, era como si algo me estuviera obligando- o ya se te olvidó el pasado- está vez no era yo quien hablaba y mi voz parecía diferente.
- ¡Quien te crees para hablarme así?- su mano temblaba de ira. Sus ojos chispoteaban.
- Tú sabes quién soy. ¿O ya no me recuerdas pequeña?, sabía que ibas a volver así que preparé esto para ti.- me sentí sin fuerzas, alguien me estaba usando y no podía resistirme- uno siempre vuelve a donde pertenece. Ven conmigo y olvidaré todo, ven conmigo y no sufrirás- Mérida palideció
- Silence- susurró ella
- Felicidades, has adivinado- así que el espíritu más maligno hablaba a través mío para provocar a una chica cuyo fuego podría ser mi destrucción y su flecha apuntaba a mi cabeza, la situación no podía estar peor.
- Jamás, aléjate de él. Déjalo en paz- sus palabras me aliviaron y a la vez me asustaron
- No cumpliste tu promesa, me los han dicho ya. Eso es traición.
- Lo siento Jack- me dijo ella y soltó la cuerda. La flecha salió hasta mi cabeza e impacto.

Caí hacia atrás, pero la flecha no me atravesó. Mérida corrió hacia a mí, me tomó de la mano y corrimos hasta la ventana desde donde saltamos directo al agua. Seguimos nadando. Ella volteo y arrojó una llama de color verde al castillo que comenzó a incendiarse. ¿Cómo era posible si estaba bajo el agua? No lo sé. Me sentí débil. Demasiado. Sin saber cómo me desmayé aún sin haber alcanzado la superficie.

{Mérida}

Sentí su peso muerto. Jack había perdido el conocimiento. Tuve que arrástralo, pero su peso me jalaba hacia abajo, el castillo ardía por mi fuego mágico. Abrí mis alas y las batí. Me costó mucho, pero al final pude, en sus bolsillos tenía la daga y el medallón, eso lo sabía, por eso le había disparado, porque mi medallón lo protegería de todo daño, pero no a Silence que era un invasor en su cuerpo. Arrastre a Jack hasta una grieta en un bloque de hielo inmenso. Esperaría a que estuviera mejor, era un guardián a fin de cuentas, jamás moriría ni necesitaba regeneración como los demás espíritus.

Quería contarle todo, mi pasado, quería que el entendiera, pero no era sencillo. Faltaba mucho por delante y por lo mientras necesitaba que confiara en mí, que todos creyeran en mí. Sino esto no funcionaría jamás, debían creer que estaba totalmente de su lado, realmente lo estaba y quería estarlo, pero nadie puede huir para siempre.

Frote mis hombros con mis manos, hacía frío y me sentía un poco débil. Silence sabía cómo atacarme, Pitch también. La única forma de derrotarlos es volviéndome más fuerte. Un espíritu se vuele fuerte al creer en si mismo, y cuando los niños creen en ellos, eso creen todos.

Lo que te hace fuerte es creer y descubrir tu centro.

Mi centro es el amor, mi problema es que hace siglos no creo en el amor.

Fuego, Hielo y oscuridad (Jarida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora