Capítulo 25

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Capítulo 25

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Capítulo 25

Aurora

Estaba sentada en el borde de la azotea. La noche estaba en calma, las estrellas brillaban en el manto oscuro y era extraño. Normalmente sólo podía encontrar uno o dos puntitos brillando pero no, habían muchas esa noche. Sentí un peso en mi pierna derecha, al mirar encontré a una chica, sonreí dulcemente acariciando su cabello oscuro. Vivian estaba más quieta de lo normal.

— ¡Por tu culpa mi hermana murió!—di un respingo al escuchar a Miriam a mis espaldas. Giré mi rostro mirándola allí, me señalaba acusándome de lo que había pasado— ¡Eres una asesina!

— ¿Qué? No. Miriam, yo no...—intenté moverme. El cuerpo de Vivian cayó al vacío y en vez de caer en la red sólo se hundió en el agua que corría con fuerza golpeándose entre las rocas—Oh, Dios—susurré horrorizada alejándome del borde. La azotea había desaparecido, estábamos en la Fosa y todos estaban mirándome acusadoramente pero en silencio.

—Eres una asesina—insistió la chica. Entre los osados se encontraba Eric, mi familia también estaba allí y mis amigos pero ninguno de ellos me importaba tanto como él.

—No, lo juro, no quise hacerlo, sólo quería ayudarla—caminé hasta Eric tomando sus manos—Por favor, dime que me crees.

Negó con la cabeza retrocediendo.

—Eres una asesina, Aurora.

— ¡No!—desperté abriendo los ojos de golpe. Mi respiración estaba tan agitada que jadeaba en busca de aire, me deshice del suéter sintiendo el calor crecer en mí. Mi espalda estaba sudada, mis manos temblaban y mi cuello estaba pegajoso.

—Oye, tranquila, sólo fue una pesadilla—sentí su mano en mi espalda. Recogí mi cabello en un moño intentando calmarme—Respira.

Su voz era dulce, como las caricias que usaba por las noches para ayudarme a dormir. Hace cuatro días de lo de Vivian, el sueño era algo que estaba escaseando en mi rutina, mi pecho dolía trayendo la culpa a mí. Cubrí mi rostro con mis manos y Eric me atrajo hacia él rodeándome con sus brazos.

Hace cuatro días que la pesadilla era la misma, la azotea, el cuerpo de Vivian, las acusaciones de su hermana, todos juzgándome y entre ese grupo de todos estaba Eric. Mi pierna había mejorado un poco pero aún no caminaba del todo bien, la herida seguía allí cubierta por la venda, intentaba caminar muy poco para evitar mancharla de sangre y para evitar que el dolor regresara.

En cuanto pude salir de enfermería le pedí a Eric que no me dejara sola. Me había acostumbrado a su habitación y no tenía en mente salir de allí jamás.


Cuando desperté de nuevo era de día. Todo estaba muy callado y yo estaba demasiado cansada para levantarme. Me cubrí más con las sábanas mirando por un largo rato la lluvia caer por la ventana, era extraño, mientras llovía el sol brillaba. Cerré mis ojos suspirando, recordé cuando de niña salía a correr con este clima. Mi madre me reprochaba luego cuando terminaba enferma, mi padre siempre había sido un cómplice en esas ocasiones, a Nadia la fastidiaba en algunos momentos cuando se encontraba con un chico y me ignoraba.

Sonreí de lado atontada por los recuerdos. Todo era mucho más sencillo cuando tenía esa inocencia.

Al abrir de nuevo los ojos, Sheila se acercaba con una pequeña sonrisa. Sabía que Eric la dejaba venir para intentar hacerme sentir mejor. Hacía cualquier cosa para mejorar mi autoestima en esos momentos.

—Buenos días, dormilona—se sentó junto a mí lentamente—Veo que no has comido nada.

Noté la bandeja que había en la mesa de noche. Ni siquiera la había visto.

— ¿Qué hora es?

—Un poco más allá del mediodía—contestó en voz baja—Tus padres vinieron esta mañana pero estabas durmiendo.

Me cubrí más aferrándome a las sábanas. Aún estaba cansada, no dormía por las noches por culpa de las pesadillas que mi cabeza creaba y por el día cuando había luz toda esa oscuridad se iba permitiéndome descansar a medias. El cansancio se estaba apoderando de mí.

— ¿Dónde está Eric?

—Acaba de salir, le dije que me quedaría contigo en lo que regresaba—acarició mi brazo—Tienes que comer algo, Aurora.

—No tengo hambre.

—Llevas cuatro días sin comer nada, vas a enfermar...

—No tengo hambre, enserio—no quería ser grosera con ella— ¿Mis padres hablaron con él?

—Sólo saben lo necesario—prometió—Eric no quiere contarles sobre tus pesadillas, no quiere preocuparlos y creo que es mejor. Tu padre no quiere saber nada sobre Miriam en estos momentos, la odia por lo que te hizo.

La imagen de ella acusándome por su hermana vino a mi mente. Me esforcé por encerrarla en un rincón. No quería pensar en eso. Sheila acarició mi cabello manteniendo el silencio un rato. No tenía fuerzas para levantarme. Era como si la cama formara parte de mí también. El único que parecía entender como me sentía era él, él también había pasado por la pérdida de alguien, Eric también sabía lo que era sentirse culpable, sólo él me entendía ahora y sólo él lograba darme la paz necesaria.

—No la culpo—susurré llamando su atención—Miriam perdió a su hermana, sus padres perdieron a una hija y yo perdí una amiga—miré sus ojos café—No es lo mismo pero el hecho de haber pasado los últimos minutos de su vida con ella es lo que me hace sentir mal.

—No fue tu culpa, Auro.

—No debí perderla de vista, Sheila—cerré mis ojos suspirando con pesadez. Sentí el nudo en la garganta—Iba camino al comedor y ella se alejó de mí, me pareció extraño, jamás pensé que ella...

—Shh—besó mi frente—No hables de eso. Algunas cosas no tienen explicación.

—Estaba molesta con la forma de este mundo—quedé boca arriba llevando mis manos a mi frente. Miré el techo por unos segundos—No sabía que escoger, si de algo estaba segura era el no pertenecer a Osadía. Vivian estaba dudosa, no sabía donde encajaría y una tonta idea comenzó a pasar por mi cabeza, pensé que encajaría en Verdad...

— ¿Quieres saber lo que tu madre le dijo a Eric antes de irse?

—No quiero saber.

—No permitas que deje de ser ella—la miré con asombro y en silencio—Aurora es fuerte pero a la misma vez sensible y tú, Eric, eres el más indicado para ayudarla.

Una lágrima traviesa se escapó de mi ojo derecho. Me hubiera gustado escucharla en persona. ¿Enserio creía eso? Eric y ella trabajaban en la sala de control, quizás mi madre lo conocía sin necesidad de escuchar su historia pero eso era imposible aunque de ser posible sería sorprendente viniendo de ella.

— ¿Mi padre dijo algo?—susurré con un hilo de voz.

—Lo miró como si estuviera de acuerdo con tu madre y por primera vez, Eric se quedó sin palabras.

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Sé que es corto pero quería subir algo ya que no he podido actualizar tan seguido como creía. En unos minutos debo salir y tal vez mañana no suba capítulo a menos que me dejen el computador libre. En fin. ¡Saludos!

Beautiful Monster (Divergente) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora