CAPITULO 1 EL BOSQUE

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Desde que mi hermana había muerto yo no salía de mi habitación. La que había sido "nuestra habitación". Mi madre estaba destrozada y mi padre trabajaba día y noche. Tenía dos hermanos menores que apenas tenían doce y trece años, yo estaba por cursar mi último semestre de la universidad, ahora estaba sola y la idea de ir a la escuela sin ella me aterraba, en realidad, la vida entera me aterraba.

Clementina era mi hermana gemela, teníamos una conexión extraordinaria, no éramos videntes, ni nada sobrenatural como dicen por ahí, pero teníamos un sexto sentido y por eso no podíamos tener secretos, si ella estaba triste, yo podía saberlo con solo escucharla, verla e incluso sentirla y a veces su malestar me llegaba por medio de una opresión en el pecho o un mal presentimiento.

Su pérdida me había dejado en una depresión, o quizá desolación, no sé cómo quieran llamarlo, pero destrozada ¡sí!, eso era un hecho. Nuestros amigos en común venían a verme pero yo no había querido recibir a nadie desde hacía dos semanas, esas dos semanas que mi hermana no estaba más con nosotros. Me sentía muy sola y no solo por la pérdida de mi hermana, sino por la pérdida que ahora incluía a mi familia y a mis amigos.

—Valentina, tienes que salir de esas cuatro paredes, te necesito —escuché un ligero golpe en la puerta, seguido de eso un profundo suspiro y un sollozo.
Mi madre tenía razón, yo ya no podía, ni quería estar más tiempo aquí encerrada. Salí de la cama, con la pijama que no me quitaba en días, abrí la puerta y mi mama elevó su mirada sorprendida, me abrazó y comenzó a llorar.
—Valentina mi familia se está destruyendo —abrí mis ojos sorprendida ¿A qué se refería mi madre con eso?, levanté su mentón para atraer su mirada, su mirada cansada de tanto llorar, con pestañas hermosas y empapadas de lágrimas.
—¿A qué te refieres mama? Nuestra familia no está destrozada, perdimos a Clementina, pero eso no destroza nuestra familia —la abracé y ella lloró hasta que ya no pudo más.
—Valentina, mi familia no se está destrozando porque Clementina no esté; son tú y tu papa los que están acabando con todo, Ryan y Max, extrañan a sus dos hermanas, y solo perdieron a una, ¿Lo entiendes?
Tu papá no habla con ellos, el solo vive en silencio —mi madre se lamentó limpiando sus lágrimas y tornando su mirada triste a una más firme y decidida —si tu padre no quiere luchar, yo no haré nada para impedirlo pero tu, tú eres mi hija y yo me encargaré de que salgas adelante, no puedes faltar más a la escuela, ni puedes negarte más con tus amigos, tienes que ser fuerte Valentina. —ella estaba siendo muy sensata y fuerte, quizá ella comprendía, que tenía más hijos por los cuales luchar.
Tomé un baño y avisé a mi madre de que saldría un rato.

Caminaba sin un rumbo en especial, lo único que quería era que mi cabeza se despejara de tanto recuerdo, con la mirada dirigida a mí caminar, pensé que sería buena idea ir al bosque como lo hacía con mi hermana.

Este era un pueblo hermoso que no contaba con más de dos mil habitantes, todos nos conocíamos, esa era una de las razones por las cuales yo no quería ir a la escuela, ni a otros lugares, no quería escuchar las condolencias de los demás ya estaba cansada de escuchar y recordar a mi hermana con todo lo que tocaba, veía y soñaba.

Tomé un taxi para llegar a ese hermoso lugar, un bosque que tenía los pinos más altos que yo había visto; estos escondían un hermoso río de agua tibia en el que mi hermana y yo solíamos perder horas y divertirnos, la paz reinaba en el todo el lugar y lo mejor de todo, tenía privacidad para pensar, recordar, llorar y también ¿porque no? para desnudarse y nadar en el hermoso río.
Busqué el pino que era "nuestro" y me senté o quizá, me recosté un poco a contemplar todo, su cauce era tranquilo, las aves volaban y algunos patos llegaban a nadar.

—Estos vestidos van a ser los más bonitos de toda la fiesta —Clementina se reflejaba en el espejo moviendo su silueta de un lado a otro, igual que una niña disfrazada de su princesa favorita y para ser honesta los vestidos eran muy reveladores, Clementina siempre había sido muy coqueta —deberías probarte el azul vale, y así iremos iguales en diferente color —ella quería vestirse siempre igual que yo, ya que no se conformaba con nuestra casi idéntica apariencia —estoy casi segura, de que esta vez Theo te echara unas miradas —volteo a verme con cara divertida.  Theo era el típico hombre malo y perfecto, cabello despeinado negro igual que sus ojos, chaquetas de cuero y un cigarrillo adornando su boca.

—La única vez que Theo me ha visto, fue cuando lanzó su cigarrillo a mi cabeza y se disculpó —Clementina estalló en carcajadas, saltó a la cama donde yo estaba y me abrazó —El llevará a su novia y apuesto a que se verá guapísima como siempre —respondí con decepción.

—Hermana un día vas a conocer un hombre que va a ver lo hermosa que realmente eres y quizá no traiga camiseta —volvió a reír, yo escondí mis ojos y la sonrisa que quería formarse al imaginarme aquella escena.

Un ruido lejano y repetitivo, me sacó del recuerdo que se había convertido en un profundo sueño. Eché un vistazo a mí alrededor, todo estaba en silencio, la naturaleza era la única que se hacía escuchar. Me incorporé para tocar el agua, estaba como siempre, tibia y tranquila. No lo dudé y comencé quitarme la ropa, no podía irme de este lugar sin antes relajarme dentro del río como Clementina y yo solíamos hacerlo. Cuando me disponía a saltar el ruido se hizo presente otra vez, parecía ser provocado por alguien, ya que la naturaleza no emitía ruidos como ese. Asustada comencé a vestirme de nuevo y me apresuré a poner el ultimo de mis tenis con pequeños saltos, tomé mis cosas y empecé a caminar desconfiada y con cuidado para que las hojas secas no crujieran. Mientras caminaba, el bosque parecía ser más grande y al sentirme pequeñita mi corazón comenzó a latir con fuerza. No sabía si salir de ahí era la mejor opción ya que mi curiosidad me hizo dudar y definitivamente me ganó. Con miedo me adentré más en el bosque, la naturaleza había dejado de ser tranquila y pacífica para mí, el canto de las aves me asustaba como todo lo que se movía. A lo lejos alcancé a ver movimiento, quizá de una persona. Dudé un poco lo cual me hizo frenarme, no sabía lo que encontraría, pero no me iría sin antes averiguarlo. Cuando estuve lo suficientemente cerca, vi a un hombre, un hombre perfecto. Quedé sorprendida, su cabello era negro y su piel blanca. El estaba construyendo una cabaña, observé como se sentó en una silla que estaba al lado de la puerta principal mientras se fumaba un cigarrillo, yo me puse en cuclillas para ocultarme mientras lo veía a través de los árboles. El contemplaba el bosque mientras limpiaba el sudor de su frente con su antebrazo, apagó su cigarrillo contra el suelo y seguido de eso se dispuso a caminar por el bosque, lo seguí a paso lento, llegó hasta la orilla del río, donde se sacó los zapatos y seguido de eso la ropa, ¡Dios mío! El realmente era atractivo, saltó al río y yo estaba pasando un buen rato pero en un intento de ponerme más cómoda mi mochila cayó al suelo provocando un estruendoso ruido, apreté mis dientes como si eso fuera a reducir el ruido. El, que se encontraba dentro del agua volteó en mi dirección, me encogí hasta el suelo y a pasos lentos me alejé lo suficiente para empezar a correr.


Hola a todos, quisiera agradecerles por leer este capítulo y tambien pedirles que si pudieran comentaran y me ayudaran a mejorar es la primer novela que hago.

Voy a subir capitulo cada vez que pueda debido a la universidad.

Gracias

El bosque y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora