CAPITULO 16 TE AMO

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—Nada de lo que está pasando es justo y lo sabes, tú ocasionaste todo esto y ella no tiene la culpa de nada.

—Entonces déjame recordarte que nada de esto es culpa mía, si alguien tiene culpa aquí ese eres tú, tú alteraste el destino de Valentina así que si quieres reprocharle a alguien, ya sabes quién tiene la culpa de todo.

—No tiene por qué sufrir así, no tiene la culpa de nada.

—Ella es la que tiene más culpa en todo esto, pero gracias a tus malas decisiones ella está sufriendo. Tú alteraste el destino de todos.

—Deja de culparme, yo no sabía que todo esto pasaría.

—Pues si tú no tienes nada que ver, ¿qué te hace creer que yo sí?

—Tenemos que hacer las cosas bien, es todo.

— ¿Tu sabes cómo? ¡Porque yo no tengo ni puta idea! ¿Sabes si lo que estamos haciendo es correcto?

—Es más correcto que no hacer nada.

—Hay personas que no tienen por qué pagar por nuestros errores.

— ¿Dijiste nuestros?

— ¿Nico? —Abrí mis ojos desorientada, sin sentir mi cuerpo, sin movilidad alguna. Nico reposaba a mi lado con lágrimas cayendo por sus mejillas. Me miró sonriente pero con una ternura que nunca había visto. Yo estaba mal o debía tener muy mal aspecto, su mirada confirmaba mis sospechas. Quizás mi alma era la que intentaba comunicarse y yo no era más que un cuerpo inerte, que estaba siendo contemplado por un hombre de ojos hermosos. — ¿Estoy muerta? —Pregunté sin esperar respuesta, no esperaba que Nico escuchara a los muertos.

—No digas eso, —respondió apresurado al mismo tiempo que se incorporaba para acercarse a mí y acariciar mi rostro con delicadeza, no sentí ni un roce y eso me aterrorizó.

—Tengo mucho miedo —dije acompañando las palabras con un llanto que tampoco sentía resbalar por mi rostro —no siento mi cuerpo, no siento absolutamente nada, chillé desesperada.

—Clementina va a ayudarte, te recuperaras muy rápido, ella se encargara de eso.

—Clementina va a ayudarme —repetí sus palabras pero llenas de ironía — ¿cómo es posible que creas que va a ayudarme? ella permitió que esto pasara, cuando el maldito bosque quería asesinarme, no estuvo para ayudarme, todo está hecho ahora, ya no me interesa su ayuda, díselo si es que tu si te comunicas con ella.

Quedamos en completo silencio, Nico volvió a su asiento y yo cerré mis ojos con rabia.

Tenía en la cabeza una conversación que recordaba perfectamente, daba vueltas y vueltas por mi cabeza, probablemente de un sueño o quizá de mi imaginación, hablaban de mi de eso no tenía duda, ¿Quién más podría estar sufriendo como yo en este momento?

Nico iba y venía, trayendo todo lo necesario para tratar cada una de mis heridas. Me trataba con delicadeza concentrándose en cada detalle, con una mirada que pareciese esconder un sinfín de misterios, con una mirada que me hacía preguntarme que era lo que había hecho yo de bueno en la vida para que él se cruzara en mi camino, sus pestañas risadas estaban mojadas de tantas lagrimas que había derramado, ¿Por qué? ¿Por qué lloraba por mí? Lo contemplaba en silencio, escuchando solo el pequeño ruido del agua al escurrir las gasas con las que limpiaba mis heridas.

— ¿Por qué haces todo esto por mí? ¿Quieres ganarte el cielo? —me miró por unos segundos y sin responder siguió en lo suyo. Guardé silencio esperando una respuesta tardía, pero en su mirada veía claramente que él no tenía intención de responder— ¿Porque lo haces? —insistí.

—Porque si —respondió a secas.

— ¿Solo porque si? ¿Aceptas curar tanta asquerosa herida solo porque si? ¿Me ocultas en tu cabaña aun siendo la causa de una terrible muerte, solo porque si? No es normal tu actitud hacia mí, nos conocimos hace muy poco tiempo, ¿Por qué aceptar todos mis problemas? ¡Dímelo!

El continuaba haciendo lo mismo sin dedicarme una mirada, con un silencio que inundaba toda la habitación, mis palabras se perdían en el aire y el no respondía nada.

No era posible que un hombre como el estuviera ayudándome tanto, cuando podía perfectamente estar en lugar y con la mujer que él quisiera, no era un hombre cualquiera, tenía un físico que sin duda enamoraría a cualquiera. Era bueno y educado, demasiado interesante como para estar limpiando las heridas de Valentina en medio del bosque, en una hermosa cabaña, alejado de todas las mujeres y perdiendo el tiempo, justo enfrente de una muerta en vida.

— ¿No vas a responder? ¿Vas a ignorarme todo el día? —Me dedico media sonrisa y se dispuso a cambiar el agua— responde Nico, ¿lo haces por lastima? Porque yo no me siento bien con la idea de estar a medio morir en la cabaña de un hombre que no conozco y que tampoco sé que intenciones tiene conmigo y no trato de insinuar que sean malas, pero tampoco sé que es lo que yo tengo que hacer para pagar todo lo que haces por mí, ¿Por qué Clementina me dijo que tú nos ayudarías? ¿Quién eres? ¡Contesta! ¿Por qué lo haces? —grité tratando de captar su atención y así lograr que me diera una respuesta.

Hizo un gesto moviendo sus labios hacia un lado, un gesto que parecía de confusión, pensativo y tratando de articular palabra, cerraba la boca para no decir lo que estaba a punto de decir. Quedaba en completo silencio después de varios intentos y mis ganas de levantarme y tomarlo bruscamente, me estaban consumiendo.

—Dime por qué —susurré entre sollozos al mismo tiempo que mis lágrimas nublaban mi vista.

— Porque te amo —respondió entre dientes, provocando una increíble reacción de mi parte, lagrimas que salieron casi sin darme cuenta a una increíble velocidad, una sonrisa y un sentimiento que no podía expresar en ese estado. No sabía si estaba sonriendo no podía sentirlo, pero mi corazón quería salir fuera de mi pecho.

Guarde silencio inmediatamente sin saber que decir. Estábamos enamorados pero, ¿Cómo? ¿Cómo pudimos enamorarnos en tan poco tiempo? sin conocernos, conviviendo con fantasmas que no dejaban que él y yo tuviéramos tiempo a solas.

— ¿Me amas? —interrogué incrédula y el solo asintió con su cabeza, sin mirarme, escondiendo sus rizadas pestañas, pero sin una sonrisa de por medio. Al menos eso era lo que yo esperaba después de tal confesión.

Complacida caí en un profundo sueño, un sueño en el que por primera vez en días descansaba cómodamente, olvidándome de toda preocupación y de no ser porque no sentía, podría jurar que dormí con una enorme sonrisa.

— ¡Marie! Estas bien, es increíble, te extrañé tanto —corrí hacia ella para envolverla entre mis brazos. Su aroma me hizo recordar el gran cariño y aprecio que sentía por ella, mi amiga de siempre.

—Pronto estaré bien completamente, aún sigo recuperándome —respondió con una enorme sonrisa que no transmitía más que felicidad pero, luego de escasos segundos su sonrisa se desvaneció transformando su mirada en la más alarmada que yo había visto, tanto que mi piel se erizó casi al instante— Estas en peligro Valentina, esa mujer va a terminar contigo.

— ¿Cuál mujer?

—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, esa mujer te quiere muerta y lo va a conseguir valentina.

— ¿Porque dices eso? ¿Cómo lo sabes? ¿Por qué quiere matarme?

—Me encantaría poder decirte todo, pero no puedo hacerlo. Sé que estas cansada de tanto misterio, pero aquí donde yo estoy ahora pude enterarme de muchas cosas, esa mujer es solo una villana Valentina, pero si todo sale bien serás muy feliz, ya lo veras.


El bosque y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora