CAPITULO 15 LA MUERTE

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Nico se acercó para envolverme en un cálido y tierno abrazo, mi cabeza poco a poco se llenaba de horribles pensamientos, llenos de odio y desesperación; nunca lo hubiese imaginado pero, Clementina era la razón y lo más increíble, estaba muerta. Mi situación era tan increíble pero tan injusta a la vez que me sentía confundida, como si estuviera perdida en medio de la nada.

—Clementina tiene razón Vale, lo mejor es que no salgas del bosque, yo no quiero que arriesgues tu vida; ten paciencia, estoy seguro de que te contara todo pero, quizá no es un buen momento aún.

— ¿Tú también? ¿También vas a decirme lo que tengo que hacer? —lo alejé de mi con un fuerte golpe y salí de la cabaña dando un portazo.

Caminaba con tanto coraje que mis pasos dolían hasta la rodilla, corrí hasta el rio, mientras Nico me seguía esquivando árboles, gritando mi nombre una y otra vez, estaba cansada, muy cansada de todo; estar sola y hacer creer a mi cabeza que nada pasaba era lo que más necesitaba, pero no podía porque un fantasma quería matarme. Mi hermana había vuelto del mas allá sin explicación alguna ¿Y si estoy loca? ¿Y si es un sueño?

Antes de que Nico pudiera tocarme salté al rio, como si este pudiera limpiarme de todo lo que me sucedía, de todo lo malo, de malas vibras, de malos espíritus o que se yo, solo el agua y yo; cerré mis ojos y aguanté la respiración, no quería salir y dejar de sentir lo que el agua me provocaba, paz, tranquilidad y una frescura que apagaba el fuego que me quemaba por dentro.

Nico tomó mi brazo halándome fuera del agua, acabando con la quietud que deseaba con tanto ahínco.

— ¿Qué te pasa? ¿Te quieres morir? —comenzó a gritar, flotando a mi lado y aun tomándome del brazo, escupiendo agua por su boca, mirándome sorprendido o asustado, era difícil leer sus facciones. Apretó con fuerza mi brazo y me sacudió, para así obtener mi respuesta rápido, ejerciendo presión con su amenazante mirada sobre mi y en un arranque de histeria respondí que sí, que eso sería lo mejor— ¿Sabes lo que estás diciendo?

—Si estuviera muerta nada de esto estaría sucediendo, no habría una loca queriendo deshacerse de mí, no tendrías que estar aquí gritando y cuidando de mí.

—No me molesta cuidarte, porque te atreves a decir eso.

—Yo solo quiero que esto termine ¿Entiendes? Estoy cansada.

—Pero terminar con tu vida no es la solución.

Rodee mis ojos con hastió, como era posible que me creyera capaz de hacerlo; comencé a acercarme a la orilla, para salir del lugar en el que tampoco podía estar sola. Nico me detuvo tomando mi hombro bruscamente, parecía estar realmente enfadado.

— ¡Suéltame!—Grité enfurecida intentando zafarme de su agarre, pero él me tomo con más fuerza, una fuerza que lastimaba— ¡Déjame en paz!—Volví a gritar, pero esta vez con más coraje y de un jalón me acerco hasta el rodeando mi espalda con sus fuertes brazos.

Su mirada penetrando en la mía comenzaba a sosegar mi coraje sin poderlo evitar y no quería, no quería estar feliz en ese momento, no necesitaba de su mirada y de su roce para calmar mis tormentas, necesitaba estar furiosa, olvidar a la Valentina tonta y confundida, que solamente actuaba por miedo y guardaba silencio; que seguía las ordenes de su hermana fantasma, para así ayudarla a descansar en paz, sacrificando su paz, su felicidad, esperando una verdad que quizá no era buena, una verdad que probablemente no valía la pena. Lamentablemente por su hermana lo haría una y mil veces más, porque era enorme el amor que sentía por ella.

Había llegado algo grandioso a mi vida, un hombre casi perfecto claro... basándome en mis exigencias, que se preocupaba y cuidaba de mí, ¿Por qué lo hacía? No podía saberlo, pero aunque el fuera un golpe de suerte en mi vida, necesitaba estar sola, sin él, sin nadie.

El bosque y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora