Al llegar a casa, lo único en lo que podía pensar, era en él, en lo maravilloso que sería conocerlo, aunque era desconcertante el hecho de que tuviera toda mi vida viviendo en este pueblo y nunca lo hubiese visto.
Mi madre estaba haciendo la cena y yo me senté pensativa, saludé y me adentré en mis pensamientos mientras acariciaba una taza con café.—¿Pasó algo que no me has contado? —puse mi cara de disimulo formando una curva hacia abajo con mis labios.
—¿Por qué lo preguntas? —respondí mientras acercaba la taza a mis labios.
—Te veo pensativa y lo mejor de todo, estas sonriendo —mi madre formó una sonrisa gigante, como si se hubiera contagiado de la mía.
Mi mamá era mi mejor amiga y sabía que podía confiar en ella, Clemen y yo podíamos pasar días y horas hablando con ella y pasando un momento increíble, pero desde que Clemen no estaba mi madre y yo no cruzábamos palabra. Sacó un pastel de carne del horno, lo puso al centro y mientras se quitaba los guantes, me sonrió.
—puedes hablar conmigo, eso ya lo sabes —yo veía como cortaba pequeños cuadros en el pastel, cavilando sobre si era correcto pensar en un hombre, sentía una culpa en mi conciencia que me exigía seguir pensando en Clementina y llorando en mi habitación.
—Conocí a un hombre, bueno... —me corregí aclarando mi garganta al ver la mirada sorprendida de mi madre —solo lo vi, para ser exacta y no sé qué me pasó pero, él es lo único en lo que puedo pensar —la sonrisa pícara de mi madre me tranquilizó y me hizo sentir que no debía tener culpabilidad alguna.
—Eso es maravilloso Valentina —acercó un pedazo de pastel hacia mi mientras llenaba mi taza de café, se sentó enfrente de mí y se dispuso a cenar —quisiera saber cómo es ese hombre, creo que desde que Theo te dio los buenos días no había visto ese brillo en tus ojos, ¿dónde lo viste?
—Lo vi en el bosque, el está construyendo una cabaña.
—Pues entonces creo, que va a ser buena idea acompañarte a ese bosque —rió mientras se llevaba un bocado a la boca —me llena de alegría que tengas algo en que ocupar tu mente, aunque también me gustaría que la ocuparas en la escuela y eso, no está a discusión.
Todos mis amigos se mostraban compasivos y la escuela no podía borrar la imagen de ese hombre, las horas se me pasaron sin darme cuenta. Marie mi amiga más cercana, me veía insistente, como si quisiera descubrir algo con solo verme, toda la mañana ella había intentado hablarme pero yo siempre tenía un pretexto.
Al salir caminaba rápidamente, estaba ansiosa por llegar a ese bosque para verlo otra vez, la salida me parecía más lejos que una estrella y cuando estaba por cruzar la salida, un palmeo en mi hombro me detuvo.
—Valentina, ¿estás bien? —Marie llegó corriendo con cierta preocupación en sus ojos —siento que algo te pasa y parece ser que Clementina no es la razón, ¿Cómo has estado? Te he llamado mucho y no respondes, me tienes preocupada ¿sabes?
—No pasa nada Marie, es solo que tengo apuro —puse mi vista en la salida.
—¿Tienes apuro desde que llegaste? -preguntó irónica —te he visto, ¿está todo bien? Theo me pregunto por ti, quería saber cómo estabas y tengo una noticia para ti —aplaudió discretamente dando pequeños saltos —el está soltero desde hace una semana —no sabía cuál era exactamente la actitud que ella había visto en mi pero, ese hombre tenía a mi cabeza muy ocupada tanto que Theo parecía pasar a un segundo plano.
—Conocí a un hombre en el bosque Marie, no hablamos pero, quisiera verlo otra vez —hice mi sonrisa falsa, queriendo excusarme por mi desesperada actitud —y es por eso que tengo apuro —expliqué mientras comenzaba a caminar.
—Pues ese hombre del que hablas debe de tener algo especial, nunca te había visto así pero... — entrecerró sus ojos mirándome extrañada —no creo que sea más importante que Theo —empezó a seguirme, hablando rápido, parecía como si ella tuviera una infinidad de cosas por decir - es muy raro que ahora que está soltero me haya preguntado por ti, ¿no te alegras? —lo que me podía alegrar en ese momento era salir corriendo al bosque.
—Creo que podríamos platicar sobre Theo en otro momento —me detuve para poner fin a la conversación, le sonreí, besé su mejilla despidiéndome y comencé a alejarme —mañana nos vemos Marie —alce mi mano como despedida.
En el camino mis manos sudaban y mi corazón quería salir de mi pecho. Llegué hasta el bosque y empecé a caminar hacia la cabaña como si fuera en un trance, no le presté atención a mi alrededor, solo iba concentrada en mis pasos, mordiéndome las uñas, desesperada por verlo una vez más, mi actitud me estaba asustando.
Cuando llegué me detuve detrás de los árboles esperando sigilosa para verlo, pero él no estaba ahí, así que me sentí libre de aproximarme aunque mi cabeza me dijera que no era una buena idea. Me acerqué lentamente, la cabaña estaba casi terminada, eché un vistazo por fuera hasta que me decidí a ignorar mi lado prudente, entré con cuidado, pasando mi mirada por todos los rincones, en realidad no había muchas pertenencias excepto las de construcción.
La foto de una mujer llamó mi atención, estaba sobre lo que parecía ser la mesa, en donde había restos de comida. Era una mujer hermosa y mis ilusiones casi quedaron en el suelo, ella era joven, de no ser su familiar tendría que ser su novia o en el peor de los casos su esposa, ella se veía muy feliz mostrando una sonrisa perfecta, su cabello lacio y negro llegaba hasta su cintura donde posaba sus manos.Un fuerte ruido me hizo soltar el portarretrato, el cual se quebró de inmediato, mi corazón comenzó a palpitar rápidamente, corrí a esconderme pero para mí mala suerte no había un lugar donde pudiera hacerlo, me quedé paralizada enfrente de la puerta sin poder moverme, rendida, esperando resignada a ser descubierta. Abrió la puerta lentamente, como si el supiera que alguien había irrumpido en su cabaña, sus pasos eran lentos y yo podía sentir su desconfianza. Cerré los ojos, como si eso aminorara la vergüenza que se me escurría por las mejillas.
—¿Qué haces aquí? —su voz demostraba desconcierto y enojo a la vez, no podía abrir mis ojos, no quería ver que acababa de ser descubierta —todo está bien, tranquila —trató de calmarme y su voz se suavizó al ver que yo no era una amenaza, mi semblante debió delatar mi miedo, abrí mis ojos y ahí estaba él, mucho mejor que en mis recuerdos, mi sonrisa se dibujó rápidamente, su rostro borró mi preocupación y mi vergüenza se multiplicó.
—Lo siento mucho, yo andaba caminando por el lugar, luego vi la cabaña y me pareció hermosa, sé que no debí entrar pero no tenía una mala intención, solo quería... —hablé rápido y empecé a caminar a la salida —de verdad lo siento mucho no volverá a pasar —atravesé la puerta y el tomó mi brazo.
—Espera —me detuve automáticamente —¿cómo te llamas? —le dediqué una mirada y sonreí aliviada.
—Me llamo Valentina - estire mi mano.
—Mucho gusto valentina —la estrechó sonriente —yo soy Nicolás
—El gusto es mío Nicolás —escondí mi rostro para no evidenciar mi felicidad y sonriendo apenada me atreví a decir —Debo confesar que quebré tu portarretrato, es una mujer muy bonita.
—No te preocupes, ella era mi novia pero hace dos años que murió —me sentí una tonta.
—Lo siento mucho Nicolás, no quise ser imprudente.
—No te preocupes valentina, esa foto mantiene vivo su recuerdo en mi mente, ella y yo éramos un gran equipo —escondió su mirada con dolor.
—¿Que le pasó? —el permaneció en silencio con la mirada perdida —lo siento no quise...
—¿De dónde eres valentina? —me interrumpió evadiendo mi pregunta y yo sonreí al darme cuenta de lo tonta que había sido.
—Soy de Frelighsburg, un pueblo que está cerca.
—Lo sé, soy de ahí también, es un pueblo tranquilo —sacó un cigarrillo de su bolsa, me ofreció y tome uno, lo seguí hasta donde estaban unas sillas —mi familia y yo nos mudamos hace un año y hace unos meses me dedico a esta cabaña.
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El bosque y yo
ParanormalValentina acaba de perder a su hermana gemela y su vida esta destrozada. En busca de paz visita el bosque en el que pasaba tardes enteras junto a ella. A partir de ese momento ya nada volverá a ser lo mismo Valentina esta a punto de encontrar...