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LA PUERTADELAHABITACIÓNDEROSESEABRIÓLENTAMENTE y su madre apareció en ella. Suspiró al ver a su hija aún dormida, su padre había estado yendo y viniendo toda la mañana de un lado a otro de la casa preparándose y ella no se había ni movido. Si no iba por ella llegarían tarde.
—Rose —murmuró la mujer entrando en la habitación, pero la nombrada no se inmutó—. Rose, arriba, en un rato ya se van.
La rubia abrió un ojo y miró a su madre confundida, igual que siempre que la despertaban temprano, le costaba comprender el contexto. La Sra. Harrington volvió a suspirar levemente irritada y luego se enderezó cruzando sus brazos sobre su pecho.
—El desayuno está listo.
Rose asintió mientras se frotaba los ojos con el dorso de su mano y su madre salía de la habitación. Se tomó un momento para estirarse y luego se levantó. Se puso sus pantuflas, se lavó los dientes y bostezando caminó por el pasillo hasta llegar a las escaleras para luego bajarlas. Fue a la cocina, donde sus hermanos se encontraban desayunando, y su chocolatada ya estaba servida.
—Hola —murmuró con la voz ronca sentándose frente a su hermano mayor.
—Hola —saludó Calvin, que parecía mucho más despierto que ella, a pesar de seguir en pijama, boxer y musculosa—. ¿Ansiosa?
Rose se encogió de hombros mientras tomaba una de las tostadas con mermelada que su madre había preparado.
—Son las dos de la mañana —masculló la chica y mordió su tostada—, todavía no puedo pensar.
Su hermano rió mientras se levantaba con su taza ya vacía y luego de dejarla en el fregadero besó la coronilla de sus hermanas. Nora se encontraba tan adormilada que tenía la vista perdida en la pared frente a ella, no prestando atención a lo que pasaba a su alrededor.
—Así de tonta te sigo queriendo.
Rose sonrió de lado para seguir tomando su desayuno, no sabría que hacer sin Calvin, no era sólo su hermano, también era su mejor amigo.
La chica terminó de desayunar, puso los trastos para lavar y salió de la cocina, dejando a Nora con su soledad y chocándose a su papá que iba a entrar por tener su vista en el suelo. Henry, su padre, rió tomando a su hija por los brazos, podía llegar a ser muy despistada.
