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LA MAÑANA DE NAVIDAD, ROSE SE DESPERTÓ CON los gritos de Pansy y sus amigas, exaltadas por los regalos que habían recibido. Cuando la pelinegra notó que la rubia había despertado la miró con una sonrisa burlona.
—¿Sólo cinco regalos, Harrington? ¿Qué pasó?
Rose simplemente la ignoró y se desperezó antes de gatear hasta los pies de la cama donde estaba su gata durmiendo. Tomó los regalos que estaban en el suelo y los depositó sobre la cama. Primero abrió el regalo de su padre que consistía en la bufanda verde de Slytherin, la cual no había podido comprar y a quien ella le había regalado una pluma negra y dorada de La Casa de las Plumas en Hogsmeade. Luego siguió el de su hermano, un reloj de arena de Equipamiento Mágico de Sabihondos, a quien le había comprado un telescopio del mismo lugar, sabía de su interés por la astronomía. El de su hermana fue el siguiente, una cajita de hierbas para té que ayudan a relajar, a cambio de una planta llamada Cosquilleo de la Muerte de Dogweed y el Cosquilleo de la Muerte. Los gemelos Weasley le regalaron una caja de varios dulces diferente y ella a ellos diferentes artículos de broma de Zonko.
El último regalo era de Cedric. Aún sin verlo, Rose ya tenía una sonrisa en su rostro. El sólo hecho de que haya pensado en ella le alegraba. Rompió el envoltorio lo más rápido que pudo, encontrándose con una cajita que enseguida abrió para encontrarse con un delicado collar de plata que tenía un dije de una rosa. Lo sostuvo un rato sobre la palma de su mano admirándolo y luego se lo colgó. A él, ella le había comprado un libro de Equipos de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda, sabiendo cuanto amaba el juego y al equipo irlandés.
Luego de abrir todos los regalos y acariciar un rato a su gata, se vistió y bajó a desayunar. Primero dirigió su vista a la mesa de Hufflepuff, pero ni su hermano ni Cedric estaban allí, por lo que fue a sentarse junto a Nora, Ron, Hermione y Harry.
—¡Feliz Navidad! —exclamó sentándose junto al pelirrojo.
—Feliz navidad, Rose —dijo Hermione con una sonrisa, seguida por lo demás.
Esa mañana desayunó junto a ellos, ni los gemelos, ni su hermano o Cedric habían bajado, pero ella tampoco les dio tiempo porque en cuanto terminó se dirigió nuevamente a sentarse a la orilla del lago negro. Aún no se encontraba bien, pero lo disimulaba lo mejor que podía con una sonrisa porque no quería volver a hablar sobre el tema. Ya estaba zanjado, su decisión era definitoria y no la cambiaría.
—Acá estás, andaba buscándote.
Rose levantó la vista con una sonrisa mientras Cedric se sentaba a su lado. Cuando estuvieron al mismo nivel se dieron un beso y luego se quedaron viendo con tontas sonrisas en sus rostros.
