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SI BIEN AL OTRO DÍA ERA SÁBADO, CUANDO ROSE bajó al Gran Comedor temprano como solía hacerlo, se encontró con una gran cantidad de estudiantes allí. Habían colocado el Cáliz de Fuego en el centro del vestíbulo, sobre el taburete que utilizaban para colocar el sombrero seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una finea línea color dorada formaba un círculo de tres metros de radio.
Rose estaba por ir a desayunar cuando se encontró con Ron, Harry, Hermione y Nora, a los que a su vez se les estaban uniendo los gemelos y Lee. Los tres tenían sonrisas tontas y se veían nerviosos.
—Ya está... —dijo George.
—... nos la tomamos —explicó Fred.
—¿El qué? —preguntó la rubia colocándose junto a su hermana, sin comprender el tema de conversación.
—La poción envejecedora —respondió Fred.
—Una gota cada uno —comentó George frotándose las manos—. Sólo necesitamos ser unos meses más viejos.
—Si uno de nosotros gana, vamos a repartir el premio entre los Tres —comentó Lee.
—Dudo que funcione, seguro que Dumbledor ya pensó en ello —advirtió Hermione.
Ninguno de los tres le hizo caso y ella largó un suspiró.
—¿Listos? —preguntó Fred a los otro dos, inquieto por la emoción—. Voy primero.
Sacó un papel del bolsillo, se acercó al círculo y se quedó parado en el borde de la línea. Miró a todos los allí presentes, tomó una bocanada de aire y saltó dentro. Al ver que todo marchaba bien, George soltó un gritó de festejo y saltó junto a su hermano. Al segundo siguiente, se escuchó un chisporroteo y los gemelos fueron expulsados fuera del círculo mientras una barba blanca y larga les crecía. Rose, junto a los demás estudiantes, comenzó a reír e igual lo hicieron ellos al pararse y verse.
—Se los advertí —dijo con voz profunda Dumbledor, quien parecía divertido con el pequeño espectáculo. Miraba a ambos desde la puerta del Gran Comedor—. Les sugiero que vayan a ver a Madame Promfrey, que está atendiendo a otros dos alumnos que también decidieron envejecer un poco, y déjenme decirles que sus barbas me gustan más.
