Trece.

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— No puedo creer que hayan sacado una foto en ese momento—resoplé, lanzando una blusa celeste en mi maleta, sin dejar de excavar en mi armario.

— Los paparazzis no pierden la oportunidad— Mar rió.

— Pero ahora el momento en el que le dijiste que te gustaba será recordado por esa foto— Layla sonrió con picardía, y yo me sonrojé.

—No necesito una foto para recordarlo

Layla me dió una sonrisa traviesa y bajo la tapa de su maleta, cerrándola.

Viajaríamos a Australia esta noche, para hacer dos presentaciones allá como banda independiente y luego volveríamos a Inglaterra para presentarnos en un concierto de los chicos como teloneras. Todo en cuestión de una semana. Sería una semana dura.

Terminé de empacar y entonces entró una llamada a mi teléfono.

— Hola, Hails—había comenzado a llamarme asi hace poco. Estábamos casi todos los días juntos y habíamos adquirido una familiaridad con el otro realmente genial. Cuando yo podía iba a su estudio de grabación y pasaba un rato con él,  molestándolo cuando grababa,  o simplemente escuchando su grave y potente voz cantando canciones aún no lanzadas. Y a veces, él venía a nuestro estudio de grabación y subíamos a la azotea, donde podíamos hablar de cualquier estupidez sin que se rieran de nosotros y él aprovechaba para ser tan cursi como podía sin que sus compañeros de banda se rieran de él, o simplemente se sentaba a escucharme mientras grababa  y entonces yo comenzaba a  cantar haciendo gestos exagerados y él se colaba en el estudio y se ponía a imitarme.

Aunque seguíamos siendo amigos....estábamos un poquito más allá de eso. Lo cual me asustaba. Sabía que si comenzábamos a salir, nuestra amistad ya no sería igual y si algo malo pasaba entre nosotros, podía incluso destruirse.

— ¿Has llamado para despedirte?

— Eh, no. Estoy afuera de tu edificio para despedirme

— Oh— murmuré, y una sonrisa se hizo presente en mi rostro antes de que pudiera hacer algo para evitarlo. —Bueno, ya terminé de hacer mis maletas...supongo que puedo perder el tiempo contigo un poco

— Ouch— dijo él, sonando ofendido.

Me reí.

— Sólo bromeo. Sabes que me encanta pasar el tiempo contigo

Lo escuché resoplar.

— Me despediré de las chicas y bajaré. Dame 5 minutos— Colgué y salí corriendo a avisar a las chicas que estaría un par de horas fuera con Nathan.

Me había puesto un short negro una blusa holgada con mangas por los codos y unas Converse. No me preocupé mucho por lo que andaba puesto, simplemente agarré unos lentes hipster y salí del departamento bajo la mirada divertida de Layla.

Nathan estaba arrecostado en un convertible negro concentrado en su Iphone. Me acerqué, y le quité el teléfono de golpe, diciéndole:

— Esto es un asalto

Me dio una sonrisa torcida y me abrió la puerta del auto.

— Suba, señorita asaltante

Le di una mirada irónica, acompañada de una sonrisa divertida y le devolví su teléfono antes de subir al auto.

— Dame esa puerta, Sykes— puse una mano en la puerta y con la otra trate de quitar su mano de la puerta. Clavó su mirada en mí, con una sonrisa desafiante.

—Trato de ser un caballero— dijo. Lo miré directamente a sus ojos verdes, sabiendo que eso me ponía en peligro, porque sus ojos me encantaban y me hacían pensar en cosas que no tenían nada que ver con amistad. Peleando fuertemente contra mi corazón acelerado, quité las manos de la puerta.

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