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~¿Qué se supone que debo hacer en este tipo de situación? Acepto consejos,
Percy.~

—No sé que te sucede, Percy. — escucho a mi madre decir.
Claro. Yo tampoco sé que sucede conmigo. Han pasado tres días y no he tenido el valor de ir a la escuela. Mi padre me dio un consejo anoche mientras hablábamos de lo sucedido. "Encara las cosas como un hombre". Y ya hasta comienzo a pensar que eso no funcionará. Kate me escribió hace dos días. Un simple "Hola" como los otros. Pero este "Hola" para mí fue aterrador.
No abrí el mensaje y borre mi cuenta de Facebook. Ya no sé que hacer conmigo. No me atrevo a salir ni siquiera a comprar comida. No podría cruzarme con ella.
—Percy, estoy hablándote.
—No la dejes entrar, mamá. Por favor. — le ruego.
Ella eleva una ceja. —Y lo repito. No sé qué te sucede.
—Me da... no quiero verla.
—¿Piensas que es correcto dejarla afuera esperando por ti?
—¡No! Pero... piensa en mi. No es correcto que me pase esto.
—¿Qué pasó? Basta de tanto misterio entre tú y tu padre.
—Vale. Te lo explicaré. Pero dile que tengo gripe o algo. Por favor.
Ella pone los ojos en blanco y sale de la cocina. Escucho la mentira que le dice a Kate y también escucho la voz avergonzada de Kate.
—Lo siento sí estoy causando inconvenientes. No volveré. — murmura Kate.
Me levanto de la silla y camino a la puerta. No quiero que piense algo malo. Simplemente estoy asustado. Y no quiero que se aleje. Simplemente quiero saber que hacer.
Mi madre cierra la puerta y eleva los brazos, como diciendo "Decídete!" Y yo salgo por la puerta detrás de Kate que está subiendo a su bicicleta. Su cabello está trenzado y sus gafas están delicadamente puestas sobre su nariz pecosa. Sus ojos se abren sorprendidos cuando me ve y sus mejillas se sonrojan instantáneamente. Sonríe tímidamente.
—¿Estás enfermo? — pregunta
—¿Te veré en la fiesta el viernes? — le pregunto.
Ella asiente y luego sube a su bicicleta por completo. —Adiós. — me dice.
—Adiós.
Supongo que ambos nos entendemos bastante bien. Ella no parece molesta porque no me quede con ella o porque no de explicaciones. Entro a mi casa y me siento frente a la encimara, donde mi madre corta la fruta.
—¿Por qué la echas así? Si tu padre me tratara así olvídate que seguiría con él.
—Bueno, ella me entiende. Y no eres tú, pequeña histérica. Le dije que la veré en la fiesta. Fin de la historia.
—No soy histérica. Ahora cuéntame que sucedió.
Me quedo en silencio y me sumerjo en mis pensamientos. La noche. Aquella noche... y cómo después ambos nos vimos avergonzados, yo me reí y luego Valerie nos tomo una foto. Kate alejándose muy valiente de donde estábamos y soportando las críticas de las chicas con su posición de indiferente sabelotodo. Y cómo Leah comenzó a llorar. Como si yo fuera el amor de su vida o algo así. Y cómo Kate simplemente se me quedo viendo esperando una explicación. Como si yo hubiera empezado. Y creo que sí empecé yo pero igual...
—Percy.
—Tengo tapados mis oídos. — le digo. Después de todo no es totalmente mentira que estoy enfermo. Me está empezando a dar gripe.
—Bosteza. Y comete un chocolate.
Asiento y luego frunzo el ceño. —¿Eso de qué ayuda?
Ella no contesta y comienza a cortar fruta de nuevo. —¿Y bien? Cuéntame.
Observo un chocolate preguntándome cómo me va a ayudar a que se me destapen los oídos. —Cuéntame.
—Hice algo... malo.
Los ojos de mi madre se abren como platos. —¿Qué hiciste? Habla ya, niño.
—Es que...
—Beso a Kate y se enamoro. — mi padre entra a la cocina y yo me tapo la cara con las manos.
—¡No me enamoré!
—Bueno, ambos sabíamos que le gustaba Kate desde hace tiempo. — murmura mi madre. —Sólo te termino de gustar, Percy.
—No... no creo. No sé. Mamá, simplemente no puedo dejar de pensar en ella.
—Ajá, cuéntame más.
Gruño y mastico un pedazo de piña. —Es qué... es linda.
Mi madre sonríe de lado y yo paro mi discurso. —No sé qué me pasó. — digo al fin. —No puedo dejar de pensar en ella. Quiero que sea como antes. No pensaba en ella a menudo. Antes me gustaba sólo estar a su lado.
—¿Y ahora es distinto? — pregunta mi madre.
—No. — murmuro.
No es distinto. Quiero pasar el rato con ella. Y si simplemente lo intento? Antes la consideraba linda. Es linda. Ahora también. La única diferencia es que la bese. Y que es más linda cuando está cerca de mi. Pero realmente no es más distinto que eso. Podría soportarlo.
—Debo irme. — murmuro. Iré con Brendan. Le contaré todo. Él sabrá qué hacer.

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—Creí que sabías que me gustaba.
—Lo sé. — murmuro, atrapando mis orejas en mis manos. Otro discurso no.
—Siempre supe que le gustabas más que yo. Pero no creí que ibas a quitármela.
—Nunca fue tuya. ¡Y tampoco es mía!
Él suspira. —Ni siquiera la reclamas.
—No soy un animal. — murmuro y levanto las cejas. Soy un adolescente idiota aún. Ni siquiera sé qué voy a hacer con mi vida. ¿Y ya estoy pensando en tener una chica? Ella sabrá que hacer. No sé por qué vine con Brendan. Me levanto de la cama y camino a la puerta.
—¿Qué harás?
—Necesito hablar con ella.
Brendan asiente y pronto estoy camino a la casa de Kate. En el camino, voy pensando mi discurso. "Me pareces una chica genial, Kate. Eres bella, inteligente y me gusta pasar el tiempo contigo. Y..." no sé qué hacer con mi vida. Y no sé si estar con una chica...
Vaya, no. Lo echaré a perder así como así?
Encuentro la bicicleta de Kate cerca del lago y decido ir hacia allá. Que bueno que no está en su casa, moriría de vergüenza de ver a su padre. Y que me pregunte qué hago ahí. La veo metiendo sus dedos en la helada agua del lago y jugando con una pequeña flor blanca entre su cabello. Sus gafas están tiradas a un lado y tiene lágrimas en los ojos. Cuando me ve, me sonríe y me siento a su lado.
—Creí que estabas enfermo.
—Eh... lo estoy. Todavía. Pero quería hablar contigo.
Ella asiente y me enseña sus gafas, las cuales están rotas. —Me caí. Y decidí que sería lindo venir a pasar el rato aquí un momento.
Ella se acuesta en el pasto y mira el cielo gris sobre nosotros. —Yo también quería hablar.
—Que bueno. — murmuro aliviado. Esperen... ¿pero y si lo que ella quiere decir no concuerda con mis propios pensamientos y sentimientos?
—Las damas primero. — dice con rapidez. —Sabes, pensé en lo qué pasó aquella noche. Y... — suspira y sus ojos se llenan de miedo. —Tengo sólo dieciséis. Y jamás pensé que... ay, Percy!
Frunzo el ceño confuso, sin entender nada de lo que me ha dicho. Sin entender mis propios deseos, incluso.
—Yo no... —ella me señala y luego a sí misma. —No creo que sea buena idea que tengamos algo nosotros dos. Digo... deberíamos conocernos más. Prácticamente no nos conocemos más de lo que hacemos juntos... y yo no quiero... ni quise meterme en un tipo de relación. — suspira y sus ojos muestran mucha vergüenza.
Vale.
Te diré lo que pienso.
Pienso que no es nada que ver con lo que yo quería. Sí, me considero un adolescente idiota, sin vista al futuro y con problemas en la escuela. Pero en ningún momento dije que no iba a intentarlo. Soy un adolescente, sí. Pero en las películas que mi madre mira, los chicos a mi edad ya tienen novias, fuman marihuana o beben alcohol. Y yo estoy aquí. Sin saber qué hacer. Sin saber cómo decidir cuál será la mejor cosa para mí futuro. Un adolescente con una idea de lo que quiere pero no encontrando las formas de cómo lograrlo y el tiempo adelantándose, dejándole pocas opciones. Y eso es justo lo que acaba de pasar. No te miento cuando te digo que siento algo extraño en mi. Como si acabara de perder una carrera. Y Kate salió triunfante.
—Vale.
Ella suspira aliviada. Yo no me siento así pero simplemente le doy una sonrisa. Le daré eso. Le daré lo que quiere. De todas formas, ni yo sabía qué iba a pasar.
—Gracias, Percy. — dice ella.
Asiento. —Vale.
Ella se levanta y recoge sus gafas. Está escondiendo su rostro de mi pero me doy cuenta con algo de satisfacción, sí, satisfacción, que está llorando. ¿Por qué satisfacción? Porque no se vale que me haga esto cuando yo tenía otro plan para ambos, uno que iba a funcionar. Muy sencillo. Pero prácticamente acaba de echarlo a perder con su bocaza y sus deseos de alejarse de mi. ¡Bien!
Camina lejos de mi y la llamo. —Kate.
—¿Sí? — murmura ella sin voltearse.
—Pero seguiremos viéndonos, ¿no?
A pesar de esto, sé que nos seguiremos viendo. Sé que ella me sigue teniendo un poco de aprecio. Aunque sea cruel a veces. Como hoy. Pero esto no acaba aquí. Casi había admitido en mi cabeza que me gusta mucho.
—Claro que sí, Percy. — me dice ella y sigue caminando.
Vale. Nunca pensé que una chica iba a hacer lo que yo hice con otras chicas pero aquí está Kate, caminando con agilidad hacia su bicicleta con sus hombros en alto y lágrimas en los ojos. Suspiro y me recuesto en el pasto. Casi había admitido que me gusta. Casi. Pero esta bien. Simplemente me lo guardaré más dentro.

Los Secretos de un Adolescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora