~Mia (La chica ruda) ~
—¿Pero por qué me inscribiste a un club? — gruño.
Mi madre me toma de la mejilla con cariño y me da un beso. Frunzo el ceño. —No te inscribí. Te vendí.
Ella pone una sonrisa de gato de Cheshire y comienza a carcajearse. No me río. —Dime ya.
—Bueno, bien. Es que... Mírate. Estas todo solo aquí en tu habitación, vas al colegio todos los días, haces tareas, vas al colegio, no tienes amigos...
—Tengo amigos.
—...y habían tantas chicas que quieren ser como Valerie que fingirían cualquier cosa. Aunque sé que no quiero eso para ti, me gustaría que aprovecharas tu vida. ¡No haces nada! ¡Conoce chicas! Aunque también hay chicos y si quieres decirme algo respecto a eso...
Pongo mis ojos en blanco y mastico mi galleta. —No. Soy. Gay. Mamá, ¿Por qué no me crees?
—¡Nunca dije eso! Ahora toma. No discutamos más, simplemente mira que encuentras. — me da una bolsa de plástico llena de comida para pasar el día. —Llévale algo a alguna chica...
Me doy la vuelta y corro a la puerta, molesto. No miento, estoy tratando de escapar de esta reunión. Pero... Sinceramente es un poco de miedo que vengan un montón de chicas con medicamentos recetados a acosarme. Todas tienen problemas. Yo también los tengo. Pero no ando por ahí gritándolo a todo pulmón. Ese es un problema que yo no tengo. Simon se me acerca en el camino a la casa, preguntando sobre mi bienestar metal. Ya, muy gracioso.
—Mi madre me engaño. Todas me engañaron. Ahora me tiene ahí como su... Su hombre perfecto. ¿Puedes creerlo? ¿Yo? Están tan mal...
—Suerte, hermano. Pero tranquilízate un poco. Disfruta de la atención. Hay bastantes chicas. Oí que Mia también llegó al club. El Club de los Deprimidos al parecer es un club popular. Aprovecha que entraste.
—A la fuerza. — le recuerdo y mastico otra galleta.
—Disfrútalo, con tranquilidad. Ya era un poca aburrida tu vida, sabes.
—¡Hey! — lo empujo y continuó mi camino. —Mejor vamos a tu casa. Veamos esta serie extraña que veíamos la otra vez...
—La cancelaron. Oye, ya deja de escapar de eso. Sólo ve y mira que te trae el destino.
Le frunzo el ceño. No creo en el destino. Pero igual, le hago caso. Ya van dos personas que me mencionan ser aburrido. No lo soy. La puerta de la pequeña mansión está abierta y yo entro con cuidado, verificando si hay alguien o algo así.
—¿Percy? Entra, entra. ¿Por qué no viniste ayer? — la voz de una chica pregunta.
La veo y es Julianne, sonriéndome de oreja a oreja. —Um... Tenía que ir a la escuela. Y... No quería, digo, no sabía si había reunión.
—Por favor, no sabes de lo que te pierdes. — ríe ella.
—¡No quiero! — siseo pero ella ya se ha ido. Seguro espera que la siga, así que lo hago. Subimos las escaleras y entramos a una sala con chimenea, donde hay varios chicos haciendo dibujos en carteles. Frunzo el ceño. —¿Dónde están los demás?
—Sólo somos 20.
—Eran más.
—Sí, algunos no iban aquí. Así que... Valerie les dijo que... — ella me sonríe y yo vuelvo a fruncir el ceño.
—¿Por qué a mí no?
—Porque... ¿Cuántas veces quieres que te lo explique? Tú nos caes bien.
Dejo de quejarme. Bueno, ya. Aceptaré esta cosa. Tal vez así mi madre deje de decirme gay. Y ahora que lo pienso, quizá toda mi familia lo piensa. Y tal vez esta chica que me gustaba, que dejó de hablarme de la nada. Hombre, estoy en problemas.
Me siento al lado de una chica de cabello castaño y ropa negra y bastante... No sé, se ve ruda.
—Hola. — saluda.
—Hola...
—Soy Mia. — dice sin verme.
Asiento en forma de respuesta y reviso el calendario que ella tiene en la mano. Hoy es lunes, dice que debemos hacer una huelga en el comercial por los precios tan altos. ¿Qué...?
—Um... Yo no creo que hacer eso sea buena idea. — murmuro pero nadie a excepción de Mia me escucha.
—¿Y qué? Tal vez nuestros padres nos regañen pero vale la pena. Dicen que sólo para sacarnos de ahí nos van a dar lo que queramos. Yo voy a pedir el disco de Pink Floyd. Me falta ese. Y... Tal vez un helado. Oí que hay uno de manzana nuevo. Quiero probarlo. ¿Tú qué pedirías?
—Si llegara a hacerlo, que no lo haré, serían unos... No sé... Un helado.
Ella me ve muy seria, su ojo derecho contrayéndose. Me río de ella y luego me quedo serio ya que ella no se rió. Luego me sonríe y yo le sonrió pero ella me frunce el ceño y decido qué mejor no sonrío.
—Eres divertido. — dice después de un rato de verme frunciendo el ceño.
Qué raro.
Me pasa unos crayones de cera y me enseña cómo pintar el cartel. Yo lo hago, pero no puedo dejar de ver el reloj. Sólo son las cuatro...
—¡Eres todo un artista! — grita ella.
Una chica con enormes gafas de carey voltea a ver y se acerca a nosotros, viendo cómo he pintado.
—Una pregunta. — dice la chica de gafas—¿Tú eres el chico de internet que publica sus dibujos?
—No. — murmuro. No soy yo, en serio.
—Mm... Bueno.
Ella se sube sus gafas y deja ver un puñado de pecas que tiene en su nariz y mejillas, haciéndole ver algo anaranjada. Ella se sonroja y parece que es un tomate ahora. —¿Qué? No me mires.
Y se aleja, comenzando a pintar. Frunzo el ceño de nuevo. ¿Qué rayos?
—Estas tan ciego... — dice Mia.
Elevo las cejas y la ignoro. En unos veinte horribles minutos más, terminamos de pintar los carteles y nos preparamos para salir. Me doy cuenta con horror que sólo hay otro chico por ahí. Y es el don nadie. ¿Cómo es que se llama? Brendan. Me voy a su lado, alejándome de Mia y de las otras chicas y él me lanza una aburrida mirada.
—¿Cómo hacemos para salir de...?
—Bueno, ¿están listos? ¡Vamos a conseguir todo lo que queramos hoy! — grita Valerie.Y más rápido de lo que quería, estamos en el comercial, ellas están protestando los precios tan altos. Yo, Brendan y Kate, estamos escondidos detrás de una camioneta negra, viéndolas protestar. Kate es la chica de gafas. No voy a mentirte, ella es la nerd. Del pueblo, quizá. Siento unas frías manos posarse en mis hombros y por la expresión de Kate, es algo malo. Me giro y veo a Mia sonreírme con unos labios color negro que combinan con su ropa.
—¡Me gane esto!
—Genial.
Ella se acerca a mi y yo me pego al auto con horror. Diablos, ni un centímetro más. Pero parece no importarle y me planta un sonoro beso en la mejilla, dejándola toda manchada. Se ríe y se va corriendo con las chicas. Yo creo que me he quedado con expresión de horror.
—¿Crees que estén hechizadas o algo así? — pregunta Brendan con voz atontada.
—Claro que no. Eso no existe. Están algo... Locas. Son adolescentes y eso, ya sabes. — dice Kate con voz inteligente.
Le creo más a ella.
—¿Y qué tú no eres adolescente?
—¡Claro! Pero yo no sigo las modas. Ahora ustedes dos son la moda por ser los chicos buenos de la película. No acostumbro a seguir las modas, es estúpido. Porque alguien se tire de un puente yo no lo haré...
Brendan me lanza una mirada y yo asiento. Ni siquiera sé que hemos dicho pero estoy de acuerdo con él. A veces puede llegar a ser aburrida esta chica.
—No sean idiotas, estoy diciéndoles la verdad. Eso es lo que pasa con ustedes dos. ¿Saben que estaba en el club el grandioso Rick? Sí, el golfista. El guapo.
La observamos con disgusto.
—¿Acaso no estaba guapo?
—No sé, tú sabrás. — le dice Brendan. Yo asiento en acuerdo.
—Bueno, como sea. Él es mejor que... No les estoy diciendo feos pero es que él es guapísimo. A todas nos gusta. Es el crush de todos.
La observamos en silencio. —Y lo echaron. A eso quería llegar. Los dejaron a ustedes, no les digo feos, y lo echaron a él. Sólo es una estúpida moda.
Ella aleja la mistada de nosotros y comienza a ver la protesta de las chicas detrás de los vidrios del auto. La imito y veo a Mia sonreírme de manera extraña. Frunzo el ceño de nuevo y alejo mi mirada de ella.
—Le gustas. — dice Brendan.
—Es la moda. No le gustas.
—¿Sabes qué? Me gusta más la idea de Brendan. Le gusto. — afirmó con una sonrisa.
Ella me frunce el ceño y luego me ignora. —Brendan, ¿A quién le gustas? — pregunta.
—No sé. Bueno, creo que le gusto a esa chica, la hippie...
Ella asiente y sigue observando a las chicas. Me recuesto en el auto y luego me fijo en que ella me está frunciendo el ceño y negando con la cabeza.
—¿¡Qué!?
—Diablos, no fantasees con ella. No podrás conseguir nada más que un corazón roto. Diablos. No puedes pensar que va a ser serio cuando todas se pelean por el chico invisible.
—¡Oye a veces eres cruel!
—Sólo digo la verdad.
Volteo a ver a Brendan y suspiro. Él me hace una mueca como estando de acuerdo conmigo. La chica nerd es al más... No te juntes con ella. Puede llegar a ser cruel. Y es... La que cree que lo sabe todo.
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Los Secretos de un Adolescente
أدب المراهقينLa horrible historia comenzó un jueves catorce de abril, mi madre me había insistido en ir a esa conferencia de "motivación" ya que pensaba que era deprimido. ¡No lo era! Ella quería que fuera para que consiguiera una pareja, ya que, a mis 17 años...