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~Kathy, la nueva chica~

Mi estómago se revuelve justo en el momento en que sus labios tocan los míos, sus manos tocan mis manos al lado de su cara y yo vuelvo a suspirar como si eso fuera a ayudarme con la sensación en mi estómago. Con algo de ternura me doy cuenta que ella me devuelve el beso bastante tímida.
Nuestras respiraciones llenan el espacio, tranquilidad y simplemente... ella y yo.
Hasta que la llaman.
Y lastimosamente se aleja de mi rápidamente y yo me quedo con mi brazo extendido hacia ella, tocando su rostro con suavidad. Sus mejillas están rosadas y sus ojos brillantes. Y hace algo que no me imaginé que haría. Me sonríe.
Creí que iba a correr y alegarme.
—Hola, Brendan.
¿Brendan? Déjala ya, hombre.
—No, estoy en casa y no puedes venir. Te veo mañana en la escuela.
Ella cuelga y se sienta en su escritorio, en silencio.
—¿Por qué hiciste eso? — me pregunta.
Definitivamente me gustaba más la idea de que me sonriera.
—Tú te me acercaste. — le digo, mientras me pongo de pie.
—Pero al final fuiste tú quien me beso.
—¡Pero tú me besaste también! Pudiste alejarte en cualquier momento. No te lo estaba impidiendo.
—Porque tú me estabas agarrando la cara.
—No te estaba agarrando la cara. Estaba sosteniéndote.
——No. — dice. —Tú fuiste quien se acercó a mi y todo tú.
—Te gustó.
Ella se queda en silencio y luego toca su frente. Me acerco a ella y le doy un fugaz beso en los labios y cuando me separo ella se queda con los ojos cerrados. Sonrío. Ella se pone roja y decide que es mejor esconderse de mi y se pone a escribir en su computadora.
—Kate, quiero hablar contigo. — comienzo.
—Necesitamos salir del club. No hablar.
—Cállate por una vez, Kate.
Ella eleva las cejas y me mira, esperando a que hable. Bien. Ahora ya no quiero decirle. Estoy a punto de decirle que estoy bromeando cuando me recuerdo del beso y recuerdo nuestro lío.
—No puedes acercarte a mí y desde besarme si luego no quieres nada. Dos veces, Kate, no más. Decídete de una vez por todas. Deja de ser tan... como eres.
—¿Cómo soy?
—Toda indiferente. Y enojada. Y no lo entiendo. Ya basta. Si te acercas a mí es porque me quieres y ya. No puedo permitir que continúes acercándote a mi para luego echarme la culpa. No soy un mega zorro que le roba besos a la inteligente Kate. Tú también me haces hacer ese tipo de cosas.
Bien. Lo dije. Ahora... supongo que correré para evitar tenerla enojada conmigo. Pero en vez de eso con lo que me encuentro es con un suspiro cansado.
—Tienes razón.
¿Qué? ¿La tengo? Bueno... simplemente quería aclarar las cosas pero me imaginé que iba a gritarme y yo tendría la hermosa oportunidad de irme y alejarme de cualquier revoltijo que pueda haber entre nosotros dos. Y Brendan. Pero Brendan... en fin.
—He sido una estúpida. Me has gustado desde que hicimos la obra de Rapunzel. Desde que me ayudaste a pintar mi cartel de árbol, ¿recuerdas?
Asiento. No recuerdo nada. Pero esta confesándome que sí ha pasado de la raya.
—Un día te vi con Ginebra. Un par de años después de que hicimos la obra. Y... me molesté. Y desde ese momento trato de hacer que me prestes atención y nunca lo haces. Nunca volteaste a verme. Estabas tan absorto en tus propios pensamientos y no te diste cuenta que y estaba ahí. Así que decidí que iba a olvidarte y lo hice. O eso supuse pero cuando entraste al club todo regresó pero yo ya no quería que estuvieras cerca. Así que soy una estúpida. Porque no pude aceptar que te quería de nuevo. E intente alejarte. Y desde que comenzaste a hablarme he sido una idiota. Te he tratado mal, he intentado ser superior pero lo único que logré fue darme cuenta que... — ella se sonroja. —Que eres... Eres la persona más noble y honesta que he conocido. No entiendo cómo no te alejaste nunca de mi.
Ella suspira y se tapa la cara con las manos. —Y entiendo que esto fue lo que tuve que haberte dicho hace tanto y no lo hice. En vez de hablarte, decidí callarme y yo misma me enrede. Y tú no te diste cuenta.
Ella cierra sus ojos con fuerza y vuelve a abrirlos para verme, esperando una respuesta.
Bien, créeme cuando te digo que nadie jamás se había revelado así conmigo. Yo era un don nadie, ¿recuerdas? No creí que le gustara a ella o a nadie. Y tampoco creí que ella trataba de llamar mi atención. Nada de lo que ella acaba de decir tiene sentido para mí porque jamás me fijé en nadie más que yo. Y sé que debo decir algo o se pondrá a llorar, pues sus ojos comienzan a brillar, quizá piensa que... soy un idiota. O que me iré. O lo que sea.
—Eres hermosa. — es lo único que puedo decir.
Mátenme! ¿Qué más puedo decir? No puedo decirle que estuve obsesionado con ella porque nunca lo estuve hasta que ahora comencé a quererla.
Bien. Puedo decirle eso.
—Kate ¿Por qué nunca me lo dijiste?
Y pregunte algo que no quería preguntar. Simplemente debería dejar de pensar.
—Traté. Pero soy... no me atreví.
Sus ojos se llenan de lágrimas y yo me paro a recogerlas pero ella aleja su rostro con delicadeza.
Ahí es cuando lo entiendo.
Ella acaba de confesarme que me quiere. Y yo le pregunte por qué nunca hablo. Y le dije que era hermosa.
¿La quiero? Debería decírselo.
—Te quiero. Cada cosa que quiero hacer quiero hacerla contigo, Kate. Simplemente me tranquiliza estar contigo. Y deseo quedarme contigo. No sé si todavía me quieres después de todo este tiempo...
Ella sonríe y juro que es la primera sonrisa sincera que te he visto de sus labios. Sonrío de regreso y ella me acaricia la mano que sostiene su mejilla. Luego me besa la mano y me empuja lejos.
No sé si eso es una respuesta.
Se siente como una respuesta.
Creo que es una respuesta. Creo que me sigue queriendo después de todo. Está sonriendo y acariciando ligeramente su mejilla, justo donde estaba mi mano. Me acuesto en la cama con un suspiro y la observo parlotear acerca de cómo nos saldremos del club. Dice que denunciará a Valerie por publicar en una revista nuestras fotografías sin tener créditos. Pero hay algo distinto en ella. Esa fuerza como molesta ya no está. Es simplemente una Kate tranquila y sonriéndote. Como si simplemente estuviera jugando en vez de realmente planeando que Valerie vaya a un juzgado.
Creo que no lo lograremos. Simplemente le hará borrar las fotografías y destruir las revistas. Pero sea como sea, estoy ahí para apoyarla. Aunque sea problemático.

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Un sonido de pájaros cantando me despierta demasiado temprano. Abro mis ojos y observo con inseguridad la habitación. Blanco y cuadrado. Es la casa de Kate. Las cortinas dejan entrar la luz gris de la madrugada. Me siento en la cama y observo que sólo tengo un calcetín y mis zapatos están junto a los de Kate. Kate está tirada en la alfombra con una pequeña almohada durmiendo con su boca ligeramente abierta. Es... preciosa. Sus labios están inflamados y oscuros, su cabello revuelto y sus manos juntas.
Lo único malo es que yo dormí en su rica cama y ella lejos.
Yo debí hacerme ido a casa. Seguro mis padres están locos. Encuentro mi teléfono y veo que Kate les escribió algo.
"Hola, Percy se quedo dormido en mi casa y no se despierta a pesar de que lo he intentado. ¿Que debería hacer? Mi padre me matará si sabe que está aquí dentro,
Kate"
"Hola, Kate. Deberías quitarle los zapatos y destaparlo. No va a despertarse. Nunca lo hace a menos que sea de día. O podemos ir a traerlo ahora"
"No, haré lo primero. Mi padre me matara. Descansen"
Me acerco a Kate y agarro su pequeña mano entre las mías y ella abre sus ojos.
—Sube a tu cama, Kate.
—No. — susurra ella y vuelve a dormir.
Acarició su cabello y luego me preparo para cargarla. Sé que no es pesada, pues tiene todo su cuerpo delicado pero tampoco quiero que se vuelva loca y me grite.
La tomo con un poco de esfuerzo y la depositó en la cama. Bueno, se veía ligera pero realmente no lo es. Esta algo pesada. ¿Quién diría que tendría huesos tan nutridos? O... soy yo el que no tiene una maldita fuerza. Pero seguiré pensando que ella es pesada.
—¿Te vas? — pregunta ella.
—Eh... — comienzo a pensar. Debería irme ahora, porque sé que su padre no le deja entrar personas a la casa y menos a su cuarto. Pero... son las cinco de la mañana. Y mis padres aún estarán dormidos. Y yo no tengo cómo entrar a la casa.
—Veamos una película. — murmura ella, mientras enciende la televisión y abre Netflix. Elige una película de acción y luego comenzamos a verla. Yo, parado al lado de su cama y ella acurrucada en las sabanas.
—Acuéstate.
Asiento y me voy al otro lado de la cama, me acuesto y comienzo a ver la película.

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—La comida está lista, Kathy. — se escucha la voz de alguien.
Unas manos se posan en mi pecho rápidamente y me hace abrir los ojos. Kate está señalando la ventana.
—Ahora sí tienes que irte, Percy — ella comienza a reír. —Lo siento. Tendrá que ser por la ventana.
—No de nuevo.
—Perdón... Te veo a las tres en tu casa. Terminé el plan. Debemos ir juntos a la reunión de hoy.
Sonrío y salgo por la ventana.
No pensaré absolutamente nada sobre lo qué pasó hoy. No, simplemente se quedará así cómo está.

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