Capítulo N° 2 - En la carretera

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A la mañana siguiente el molesto e insistente sonido del despertador hizo que saltara de la cama de un susto a las 7 en punto.
No recuerdo bien qué estaba soñando pero definitivamente era algo de lo cual no quería despertar aún.

- ¿¡Pero quién demonios puso esa cosa chillona a esta hora!?- grité tapándome la cabeza con la almohada.

- ¡Arriba todo el mundo! -oí decir a mamá mientras apagaba el despertador y tiraba de mis sábanas para que me levantara - A las 7:30 te quiero lista en el auto ¿de acuerdo?

- Uff... - gruñí estirándome mientras me llevaba la gran sorpresa de que Alex no estaba en la otra cama. No sabía en qué momento de la noche había regresado a su casa ni en qué segundo me había quedado dormida pero a estas horas de la mañana no queria pensar demasiado. Luego de varios minutos de estirarme y bostezar unas diez veces me levanté lentamente con poca gana.
Al tocar el suelo con los pies descalzos los levanté bruscamente al sentirlo sumamente congelado. Subí mis piernas nuevamente a la cama y me asomé a la ventana que estaba a mi izquierda. Afuera nevaba finamente y el vidrio estaba empañado y frío.
Me puse de pie sobre el cubrecama envolviéndome con todas las frazadas e intenté estirarme hasta el ropero para buscar mis zapatillas y algo de ropa. Luego de tambalear me y caer dos veces lo logré.
Por alguna extraña razón no quería tocar el suelo, como si fuese una niña temeraria que no quiere caer sobre lava ardiente. "Si, 18 años y continúo con estos juegos estúpidos, pero qué más da, nadie me está mirando" pensé mientras observaba hacia mis alrededores.
Me quité el pijama y me coloqué un jean, una camiseta y un suéter super abrigado y gigante que me sobrepasaba las rodillas.
Me miré de pasada en el espejo y no pude evitar parpadear un par de veces ante el reflejo para verme bien. Tenía todos los pelos revueltos sobre la cara y los ojos entrecerrados. "Qué bien te ves, lista para conquistar" me dije a mí misma. Lo cierto es que estaba tan dormida que ni siquiera tenía ganas de peinarme o arreglarme así que me dirigí al baño, me lavé la cara, cepillé mis dientes y salí rápidamente a terminar de vestirme. Por la puerta de la habitación entró mamá nuevamente, se la veía apurada y nerviosa.

- ¡¿Elena aún sigues de pijama!? - exclamó mirándome de pies a cabeza - Apúrate, ya deberías estar vestida.

- ¿De verdad crees que esto es un pijama? - pregunté frunciendo el ceño y rascándome la cabeza que parecía ser un nido de pájaros mientras mi mamá alzaba mis maletas que las había dejado listas la noche anterior.

- ¿Porqué tanto apuro? Ni que nos estuviéramos yendo a Disney - exclamé entre suspiros.

Casi en piloto automático terminé de ponerme las zapatillas y de empacar en mi mochila algunas cosas que me habían quedado sueltas como mi cámara de fotos que habia dejado cargando toda la noche y mi celular.
Me puse un gorro de lana (si, todo sea para evitar peinarme) y partí hacia fuera de la habitación apagando la luz y la calefacción. Bajé trotando las escaleras y chequeé por última vez de un vistazo que no me olvidara nada, ya saben, despistada se nace.
Antes de salir de casa tomé un abrigo que estaba colgado en el perchero de entrada y me lo puse. Hacía frío, mucho frío. En la casa ya no quedaba nadie así que salí corriendo por la puerta y noté que el motor del auto estaba encendido. A través de los vidrios empañados vi la silueta de Alex en el asiento trasero que me llamaba con la mano. "Qué rápido" pensé, recordando la infinidad de veces que se demoraba para vestirse. Corrí rápidamente y me subí al coche.

- ¡Bueno, llegaste! - dijo mamá en voz alta. Parecía haber estado esperándome hace horas a pesar de sólo haberme demorado unos minutos.

- Tenías ganas de dormir ¿eh? ¿Acaso sigues de pijama? - dijo Alex riendo aún con los ojos achinados mientras observaba mi suéter XXL.

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