Estaba sentado afuera, recostado contra la pared a la par de la puerta, esperando a que el prometido de la princesa saliera. Scourge había llegado de manera autoritaria y los había sacado a él y a Tikal, diciendo que tenía que estar con su futura esposa a solas, echándolos del lugar. No había podido decirle nada, no podía oponerse a él, al final de cuentas, él había sido a quien Amy había escogido.
–Mmm... ¿Sir Sonic?– escuchó hablar con timidez. Sonic elevó la mirada para ver la expresión de angustia de la monja frente a él. –Ella...– habló él casi en susurro –¿Estará bien?– preguntó con temor de la respuesta que podría recibir. La equidna se hinco a su nivel para verlo de frente, mientras sus ojos azules miraban con preocupación los verdes de él.
–Está pasando...– respondió Tikal con tristeza –Su cuerpo ya no puede soportar más la presión de la maldición.
–Debe de casarse– musitó Sonic por lo bajo. No quería admitirse a sí mismo que esa era la solución, pero sabía en su corazón que era la única forma de que ella podría salvarse.
–Ella no sé ve feliz– habló Tikal con tristeza –Ella...
–Ella lo escogió– interrumpió Sonic –La felicidad o la carencia de la misma no es...
–¡Ella esconde algo!– interrumpió la equidna molesta.
–¿Esconder?– repitió intrigado.
–Es...
–Monja– interrumpió una voz. El rechinar de una puerta se escuchó a su vez, para ver al erizo verde parado en el marco de la puerta con aquella mirada fría y despectiva que él poseía –La princesa necesita descansar, nadie puede entrar a esta habitación sin mi consentimiento, ¿entendido?
–Este... pero...– balbuceó la equidna.
–Ni salir– completó Scourge.
–¡Espera un momento!– habló Sonic molesto para ponerse en pie –¡Yo quiero...
–¡Y tú!– alzó la voz imponente –¡Aléjate de mi prometida!
Scourge dio media vuelta para así darle la espalda al erizo azul y caminar fuera del lugar. Sonic no replicó ante su orden, y su mirada se quedó en el erizo verde que desaparecía poco a poco en la penumbra del pasillo. Suspiró pesadamente y volteó a ver a la monja, quien yacía con la mirada baja.
–Bien, es mi turno supongo– sonrió el erizo azul.
–Pero el príncipe dijo...
–No es mi príncipe, y en lo que a mí concierne no debo de seguir las órdenes de nadie.
–De ser el caso... por favor– sonrió Tikal para con un ademán invitarlo a entrar.
Sonic asintió con la cabeza y así con cuidado entrar a la habitación. No se escuchó sonido alguno al él abrir la puerta; Sonic distinguió a Amelia acostaba sobre aquella cama enroscada en sí misma. Cerró con delicadeza la puerta para caminar hacia ella con una pequeña sonrisa; Sonic hubiera dado cualquier cosa para poder mantenerse a distancia y no volverle a dirigir la palabra, pero la verdad era, que no podía, el tan sólo sentirla cerca, era casi una atracción magnética, algo inevitable. Amelia yacía de espaldas hacia la puerta, y con su mano tocó gentilmente su hombro, pues no quería sorprenderla.
–¡Aléjate de mí!– un grito iracundo lo sorprendió. –¡No vuelvas a...– Amelia calló al reconocer al erizo azul, quien retrocedía sorprendido por su reacción hostil –Sonic– musitó.
–Ummm... lo siento– se disculpó el erizo azul con una expresión un tanto molesta –No sabía que querías estar sola, me iré entonces– dijo para dar media vuelta –Veo que estás mejor.

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A Cursed Rose
Fiksi PenggemarUna maldición aqueja el castillo de lo que alguna vez fue una de las más poderosas familias reales, y un ente maligno ha decidido iniciar con su ronda de juegos sádicos y macabros a los miembros del mismo. La visita de dos burdos bandoleros es la úl...