Mi Cuento de Hadas

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Sintió su corazón latir a mil por hora mientras sentía la mirada de Sonic sobre ella. Enmudeció, pues las palabras no parecían poder salir de su boca. Amelia lo vio acercarse a ella, pero esta vez incluso sus piernas no pudieron reaccionar para poder retroceder ante la actitud imponente del erizo azul. Sonic se detuvo a varios metros de ella y una mirada intensa pareció desnudarle el alma; Amelia desvió su mirar sin poder sostenérsela más, sin poder emitir sonido alguno.

–... ¿Te quedarás con él?– susurró.

Aquella pregunta la hizo subir la mirada y notar en él unos ojos de tristeza imposibles de ocultar; Sonic sabía lo que su cabeza le decía y sus ojos le expresaban en forma de lágrimas saldas. Amelia se rompió en llanto para así correr hacia él y abrazarlo con fuerza al chocar contra su pecho provocando un ligero tambaleo por parte del erizo azul debido al impacto. La eriza lloró en silencio cual niña pequeña, y como no lo había hecho en varios años ya. Amelia sintió cómo él correspondía a su abrazo al sentir sus brazos rodearla con cierta timidez, en un vano intento de consolarla de algo que carecía de consuelo. Amelia ocultó su rostro sobre el pecho del erizo para que sus ojos no vieran el dolor en su alma y el quebranto de espíritu. Sonic no dijo nada, mientras ella descargaba todo su dolor sobre él, únicamente el consuelo de un abrazo que pareció durar por siempre.

El impetuoso sollozo pareció disminuir a la vez que ella aflojaba su agarre y elevaba con cierta lentitud su cabeza, para poder ver al erizo de ojos taciturnos. Sonic se separó un poco de ella para verla a los ojos, los cuales brillaban cual cristal tocado por los rayos de luz, y el silencio reinó entre ellos nuevamente. Amelia se separó un poco de él viéndolo fijamente unos instantes y luego, en un movimiento delicado, con ambas manos tomar su rostro con sutileza y acercarse a sus labios para besarlo con ternura. Sonic sintió un rubor intenso invadir sus mejillas y sus ojos se abrieron con asombro por tal gesto; sintió el suave tacto de sus labios sobre los de él expresando tanta dulzura que fue imposible no corresponder pasado unos pocos segundos de su atrevida acción. Había besado chicas con anterioridad, pero ninguna de ellas jamás había podido transmitir en aquel pequeño gesto, tanto sentimiento como lo hacía Amelia en ese momento.

Amelia entreabrió los ojos para darse cuenta de lo que sus emociones sin control habían ocasionado. Se apartó de él al percatarse de lo que hacía, y retrocedió con cierta rapidez avergonzada por lo sucedido.

–Lo... lo siento– musitó en baja voz, apenada.

–Am...

–Lo lamento Sonic yo... yo...– susurró para verlo una vez más –Debo irme– dijo para dar media vuelta y correr de nuevo por aquel pasillo.

–¡Espera, Amy!– gritó en vano para detenerla. 

Sonic la vio cruzar en uno de los pasillos adyacentes y perderse de su vista, exhalando un pesado suspiro, incluso seguirla no le haría ningún bien, y no obtendría más que una respuesta obvia ante la pregunta previamente hecha.

–Ella es la razón, ¿no es cierto?– preguntó alguien a sus espaldas. Sonic se volteó para ver con asombro al erizo plateado, quien caminaba hacia él con un ceño fruncido.

–Sil-Silver– balbuceó con asombro –¿Desde hace cuánto estás ahí?

–Lo suficiente como para decirte que no es una buena idea lo que estás haciendo– regañó.

–No he hecho nada malo– se excusó Sonic desviando la mirada.

–¿Nada?– repitió Silver para acercarse a él –Lo que vi no fue nada.

–¡¿Y qué si la bese?!– exclamó a la defensiva para caminar de regreso por donde había llegado, alejándose de él –¡¿Es que acaso hay una regla que lo prohíba?!

A Cursed RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora