My Duty

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Despertó de golpe para sentarse sobre sus sabanas y ver la tenue luz atravesar el ventanal de su habitación dándole a entender que la noche había finalizado y que un nuevo día había comenzado. Escuchó a la distancia el cántaro de las aves y algunas voces por el corredor indicándole que el movimiento de la mañana había iniciado. Amelia se dejó desplomar para caer sobre las suaves almohadas de plumas y fijar su vista hacia el techo de su habitación, en donde un enorme candelabro de cristal reflectaba la luz del nuevo día. – ¿Un sueño?– susurró a sí misma. Se mantuvo inmóvil y un suspiro de alivio fue exhalado trayéndole paz y devolviendo una sonrisa en su rostro, nunca había estado tan feliz de haber despertado de un sueño como en ese momento.

–¿Su majestad?– escuchó preguntar del otro lado de su puerta escuchando al mismo tiempo como ésta se abría para dar paso a su escolta –Su majestad, tengo que hablar con usted.

–Percival– dijo Amelia para reacomodarse en sus sábanas mientras aquella sonrisa adornaba su rostro –Dime, ¿Qué sucede?

–No puede permitir que Sir Sonic y Sir Silver se vayan– suplicó –Con el Príncipe Scourge aquí necesitamos la ayuda, más ahora que Lancelot yace indispuesto.

Aquella sonrisa que iluminaba su rostro se empezó por borrar lentamente para una expresión de aflicción hacerse notar. No había sido un sueño, todo había sido real, ella se había comprometido con el príncipe Scourge y le había ordenado a Sonic retirarse del castillo esa misma mañana la noche anterior.

–"¡...me casaré y seré muy feliz con alguien quien si valora lo que yo soy!"– recordó con horror. Había despertado de un sueño para caer en una pesadilla.

–¿Su majestad?– llamó Percival al ver rostro inexpresivo de la Princesa –¿Está usted bien?

–Percival– musitó para de nuevo sentir el deseo inquebrantable de llorar –Yo...– El tocar en la puerta de madera la hizo callar.

–¡Princesa Amelia!– escucharon un grito del otro lado de la puerta. Percival se acercó a la misma para abrir la puerta y ver al pequeño zorro sirviente del príncipe con una caja en sus manos –El príncipe Scourge me ha solicitado que entregue esto a su majestad Amelia lo antes posible– indicó.

–¿Una caja?– habló extrañada la felina para así tomarla de sus manos.

–Es imperativo que la Princesa la reciba.

–Bien– asintió–Yo misma se la entregaré a su majestad en sus manos. Puedes retirarte.

El zorro asintió con la cabeza para dar media vuelta y retirarse a paso firme. Percival cerró la puerta nuevamente , pero no sin antes abrir la caja de madera en sus manos para verificar su contenido y al hacerlo ver aquel anillo de diamante con el cual el príncipe le había propuesto matrimonio el día anterior; con rapidez dirigió su mirada a la Princesa para verla con su mirada en penumbra y su cabeza baja.

–Su majestad– llamó Percival para caminar a la par de ella y sentarse al borde de la cama –¿Esto significa lo que creo que significa?

Estrujó las sabanas con fuerza ante la pregunta de la felina y de nuevo las lágrimas traicioneras aparecieron. Como hubiera deseado que todo hubiese sido un mal sueño, que su pelea con Sonic no hubiese sido real, y que esa mañana ella hubiera podido simplemente citarlo para desayunar como si nada hubiese pasado, sólo riendo y contándole sobre su loca fantasía... pero no era así; todo era tan real como la maldición que la acechaba, como aquel beso que le quemaba el alma, y como aquella pelea que rompía su corazón.

–¿Está usted bien?– cuestionó Percival al notar el cambio brusco en la actitud de la princesa –Princesa Amelia...

–Sí– respondió casi inaudible para tomar con una mano temblorosa aquella caja de madera que la gata poseía –Seré...– susurró para atraer la caja hacia sí –Yo seré...–calló al no poder complementar aquella frase que sólo decirla sentía que quemaba sus labios.

A Cursed RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora