Príncipe Azul

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Miraba con detenimiento el cielo recostado sobre aquella superficie irregular. Las nubes grises navegaban en la corriente que el viento de invierno les brindaba; oculto detrás de aquel manto gris yacía el sol, que apenas si lograba reflejarse detrás del aire denso y grisáceo. Suspiró nostálgicamente, mientras sus músculos se relajaban y parecían acostumbrarse al frío del invierno el cual parecía intensificarse a cada momento.

–¡Silver!– escuchó su nombre para ladear su cabeza y ver al erizo azul caminar hacia él –¿Ahora te crees gato o algo así?

–Sí...– respondió para de nuevo fijar su mirada al cielo pensativo –Algo así...

–¿Qué haces aquí en el techo?– preguntó el erizo azul para sentarse a su par.

–...Pensando– respondió inexpresivo.

–Hmph, pensé que estabas buscado la esmeralda aquí arriba o algo por el estilo.

–No es mala idea– murmuró Silver sin verlo en ningún momento.

–¿Está todo bien?– preguntó Sonic extrañado.

–Claro, estoy vivo ¿qué podría estar mal?

–Pues, para este entonces ya deberías haberme hecho algún reclamo o regañó o ambos, no es normal que no lo hagas– bromeó Sonic con una sonrisa.

–¿Debería hacerlo?– cuestionó Silver viéndolo de reojo.

–No– negó con una sonrisa –Pero siempre lo haces– le guiñó divertido.

Silver de nuevo posó su atención al cielo, su mente divagaba más allá de lo que su amigo podría hacer o dejar de hacer; siempre y cuando no llegaran con antorchas o hazas a querer desterrarlos, todo parecía bien para él.

–Habla– resonó las voz de Sonic en sus oídos volteándolo a ver, quien lo miraba con el ceño fruncido –¿Qué rayos te sucede?– preguntó el erizo azul.

–Estoy descansando ¿Qué no lo ves?

–No– negó –Estás preocupado o afligido, no lo sé bien– respondió Sonic –La última vez que actuaste de esa manera fue cuando...– calló por un momento –Cuando renunciaste a tu espada– completó.

Silver notó la clara expresión de preocupación de a su amigo por su estado pensativo, y aún así permanecer en silencio, no sabía cómo decirle lo que rondaba por su mente.

–¿Qué sucede?– preguntó el erizo azul consternado.

–Mmm...– murmuró pensativo al sentir la mirada sobre él –Es sólo que... bueno, he estado pensando en el castillo y sobre los que habitan aquí– empezó –Y me pregunto si realmente estamos ayudando en algo o sólo empeorando las cosas – respondió.

–¿Cómo empeorando?

–Mira lo que pasó, Lancelot y Percival resultaron gravemente heridos, incluso tú– habló para fijar su vista en los rasguños y demás heridas visibles del erizo azul –Eso me recuerda, ¿Qué rayos te pasó? Ayer que te fuiste a dormir estabas en perfecto estado.

–¿Esto?– dijo para señalar su ojos parcialmente inflamado –Mmmm... ¿Me creerías si te dijera que caí de las gradas mientras un gato amarillo me atacaba salvajemente?– preguntó divertido, obteniendo una mirada molesta por parte de su amigo –De acuerdo, no te enfades– tranquilizó al ver la expresión molesta de su amigo –Esto...Esto fue... bueno– calló sin ánimos de darle una respuesta. –Fue hecho por la cosa que vive en este lugar– respondió desviando la mirada –Creo que no le simpatizo mucho.

A Cursed RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora