Capítulo V
Mi sitio, el refugio de mis monótona vida y no lo digo por mi. Estaba seguro que muchos pensaban así, lo que realmente me tenía sin cuidado, traducido en criollo: me importaba un rabano. Algunas personas olvidaban que lo aburrido para unos quizás era la gloria para otros. Siendo sincero debo decir que en esos días o semanas ya no sabía cuanto habían pasado en realidad; en fin estaba seguro que mi vida había sido de todo menos monótona, si pudiera cambiar mi suerte atroz por la tranquilidad que me provocan las páginas de los libros, lo haría gustoso sin mirar atrás.
Eran la 1:25 de la madrugada. Me encontraba esperando al Padre Williams y a su amigo. En mis manos temblorosa sostenía una taza de aromática y tranquilizante manzanilla, tuve que prepararme una jarra pues, la espera me consumía aunado a eso la biblioteca estaba helada. Se podía ver que estaba cubierta por una especie de neblina bajo techo como esa que se describe magistralmente en la obra literaria "Jack, el Destripador " lo que no era muy alentador dada la situación en la que me hallaba. Era inaudito que mi lugar placentero estaba maldito o ¿sería yo?, al fin era el mismo efecto terrorífico el que mostraba el ambiente.
"Caray, no entiendo. Ya debería haber llegado " pensé impaciente.
Mientras seguía en la larga y tediosa espera. Fui a la oficina de descanso a servir me otra taza de té de manzanilla. Regresé a la entrada principal. Tocaron y de inmediato me dirigí a abrir la reja y luego las dos puertas principales. Esto lo hice lo más rápido que pude sin siquiera verificar quien había tocado, no hacía falta.
—¿Donde estaba? —pregunté con seriedad, más bien con la tranquilidad del desesperado.
—Esperaba al Sr. Presbítero M. Luján. Expecto en objetos malditos y de realizar exorcismo de alto nivel.
No entendí eso de alto nivel, era probable que hasta para espantar demonios existía un rango jerárquico que respetar así como la milicia de a las órdenes Díos y sus apóstoles.
— Ante todo, has el favor de conducirnos a la estancia donde se encuentra la caja.
—Espera Williams —dijo apresuradamente el Sr. M.
Por la angustiante espera no había notado el aspecto extraño de aquel hombre, parecía tener unos 45 años, pero sus facciones eran duras con una cicatriz en forma de media luna en su mejilla derecha, tal vez era un juicio apresurado, no obstante su figura sombría denotaba seguridad en sus palabras, ahora caigo en cuenta que había estado observandome ceñidamente desde que puso el pie de la biblioteca.
—Este hombre no lleva ninguna protección y puedo oler su miedo a la distancia impregnado en su piel lo que lo hace presa fácil.
Se metió la mano en el bolsillo y sacó una hermosa cadena con un crucifijo de plata. Se la enrolló en la mano y me lo colocó en la frente. Luego pronunció algo extraño en latín. De nuevo metió la mano en el bolsillo y sacó una medalla con una rara inscripción aunque también se notaba visiblemente que estaba muy desgastada. Se acercó a mi para decirme:
—Ten, lleva esto de ahora en adelante contigo. Manténla en tu mano izquierda y por nada de mundo la dejes caer. ¿Me has entendido?
—Bien, así lo haré —dije sin mucho afán y sí, absolutamente bañado de pánico.
—Ahora si podemos seguir — dijo dirigiéndose al padre Williams que seguía a mi lado impaciente de comenzar.
—Ha llegado la hora —dije y comencé a caminar con prudencia.
Los dos hombres me siguieron en silencio en dirección a mi despacho, donde nos esperaba la siniestra caja. El ambiente se había tornado más oscuro, de hecho se podía oír murmullos. Voces muchas voces a mi alrededor. Los libros levitaban de un lado a otro. Por momento me paralicé, pero el Sr. M y el padre Williams, casi me obligaron a continuar arrastra. Seguí adelante a pesar de miedo y de lo que veía.
—No te detengas Tomás, sigue, por lo que más quieras que te aseguro que es tu vida la que está en riesgo. No vayas a dejar caer la medalla.
No supe quién de los dos habló, me volteó a mirar, pero me di cuenta que estaba sólo en el corredor. Ni el padre Williams ni el Sr. M estaban a la vista realmente! sólo en el pasillo, sin embargo podía oirlos con claridad. Seguían diciéndome que continuara y por nada del mundo le prestará atención a lo que mis ojos veían. Que nada era real. Ya no sabía qué diablo era real y que no es real.
—¡Tomás! ¿que sucede, cariño? Ven conmigo. —una sensual voz susurra mi nombre.
" Esa voz es inconfundible para mis oídos. Era Rosalie pero... ¿Cómo entró?, me digo a mi mismo. Se ve tan hermosa."
—Tom, no es Rosalie, alejarte de ella —grita el padre Williams.
-¡¡¡MIERDA!!! —digo incrédulo ante aquella aparición.
—Si claro, las malas palabras te ayudarán. —Me sermonea el padre.
El trayecto a cada paso se complicaba más con apariciones burlescas, pero no me rendía, no podía hacerlo. Debía seguir adelante sin importar las consecuencias. Por otro lado, sentía que ya no me importaba. Era necesario detener esa noche el maleficio de la caja. De repente...
—¡¡¡Agrrrr!!! —emergió desde mi interior un grito desgarrador acompañado de un terrible dolor punzante que me atravesó las costillas. Caí de bruce en el suelo. Estaba herido. Mi preciada sangre salía por borbotones.
"Dios que dolorrr" "Estoy... muriendo "
—¡Levantate! —me ordenó el padre Williams— .Recuerda Tomás. No es real, no sueltes la medalla hijo. No la suelte.
"Como me puede decir que no es real, si tengo las manos cubiertas de mí sangre, roja muy roja casi a punto de coagulación. Me duele mucho."
Sentí de nuevo un fuerte halón por el brazo que casi me lo desprende de su sitio.
—Estúpido, cobarde —escupió el Sr. M y luego se dirigió a algo que no veía—. Alejate de él, déja en paz a este nombre. No te ha hecho nada. En el nombre de Dios, Santísima Trinidad. Aparta del camino a estos espíritus impuros y guíalos a la luz.
Se escuchó un estruendoso alarido, tan tenebrosamente desgarrador que me estremeció hasta el último hueso del cuerpo, cerré los ojos. Se hizo una pausa tan pesada que no sabía que pensar. No me atrevía a seguir avanzando.
—¡Tomás, muchacho, abre los ojos! Esto aún no termina y te necesitamos. —pronunció el padre Williams.
Poco a poco fui abriendo los ojos. Estaba en el suelo, la luz había vuelto y ellos me observaban. Me revise apresuradamente y confirme que no tenía ninguna herida, lo peor de todo era que aún estábamos en el pasillo. Lejos de mi oficina.
—¡¿Que carajo?! —dije en voz alta, levantandome de inmediato del piso. Miré con rabia al padre, pero mi enojo en realidad era conmigo mismo.
"¿Cómo puedo caer tan bajo por una sugestión paranormal? Soy hombre de lógica. Maldita seas demonio o quien quieras que sea. No más. Ya no tendrás control de mi, no más"
Con pasos firmes continúe hasta el despacho sin detenerme a pensar o eso quería creer. El Sr M y el padre me siguieron de cerca. Mi semblante había cambiado. De nuevo empezaron las apariciones, pero esta vez mi fe, mi religión, mi intelecto estaban conmigo y no me dejaría envolver de nuevo en su maleficio.
Así que abrí la puerta del despacho. Y ahí estaba la maldita caja. Viva llena de maldad. Esperando para destruirme. Sin embargo el juego había cambiado a mi favor. Seríamos nosotros quienes acabaríamos con ella. . . Lo juré con toda mi alma. Miré la hora en el móvil y eran la 1:30 am.
"¡Malaya mi suerte!"
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La Caja Misteriosa en la Biblioteca (En Modo Corrección).
Mystery / ThrillerEl mundo tranquilo de un bibliotecario se volverá un caos cuando empiece a experimentar situaciones extrañas tras la inesperada llegada de una caja ¿Tendrá esto alguna relación con los sucesos que vivirá? Participa en los Premios Magic Awards 2018 ✅...