Capítulo XVIII

31 10 5
                                    

Capitulo 18.

El desdichado bibliotecario salió bien librado de toda sospecha en la participación del cruel asesinato de Rosalie. Aun conserva las cicatrices físicas de aquella horrible noche, de aquella extraña experiencia espectral que no olvidara jamás pero, las cicatrices más dolorosas e imborrables, las que llevará por siempre estarán en su alma atribulada al sentirse culpable de no haber llegado a tiempo a algo que ya era inevitable. Luego de un temporada donde trato de recuperarse para volver a su rutina —le tomo mucho tiempo poder sanar para sentirse en condición optima—  y a su amado trabajo entre libros. Ya no es el mismo, sigue viendo a Rosalie por todos lados, su sonrisa no se aparta de su mente. Pide perdón a diario sin que nadie lo note susurrar en los pasillos. Piensa si hubiese sido capaz de cometer tan horrible crimen solo por sentirse rechazado pues al igual que Alejandro también la amaba en silencio. Esa noche iba decidido a confrontarla, decidido a confesar su amor hacia ella, decidido a ¿todo? Se niega asimismo semejante escenario sangriento, pero eso es algo que nunca sabrá.

En tanto el terco Inspector Ajzael sigue pensando que algo se le escapo en tan peculiar triangulo aunque eso ya es irrelevante a estas alturas donde ahora su objetivo es encontrar y capturar a Alejandro que la supo jugar bien al hacer creer por mucho tiempo que estaba muerto a igual que la pobre chica. Por meses siguió la pista sobre su paradero con ayuda de su ayudante Hugo, por meses se sintió decepcionado por no haber encarcelado al bibliotecario al que siempre creyó culpable y que aun no esta del todo convencido. Una mañana en su casa recibió la llamada que había anhelado por tanto tiempo, era Hugo al teléfono.

—¡Jefe!... Lo encontré. Venga de inmediato. Lo espero fuera de su casa.

Llovía a cántaro, llovía sin contemplación. Era uno de eso días donde pareciera que el cielo llora por tantas atrocidades humanas. Llovía como si el firmamento lavara los pecados cometidos, pero para el viejo inspector era el día más importante de su vida. Tomo una enorme taza de café sin azúcar y salió de manera apresurada hasta la entrada donde pudo observar que el joven ayudante lo esperaba con una sonrisa de triunfo en los labios y un brillo de satisfacción en sus enormes ojos color almendra. Corrió para no mojarse, rápidamente abrió la puerta del auto para entonces atropellar como de costumbre a Hugo que ya era inmune a sus arranques.

—¡Idiota! ¿Que fue eso? — dice observándolo con una mirada más bien de suplica.

—¿Qué? —dice en un tono tranquilo Hugo, arrancando el auto.

—No te hagas muchachito ¿Cómo es eso que lo encontraste? Habla de una vez. —reclama Ajzael con ganas de felicitar al joven pero nunca se lo dirás.

—Resulta que investigando —expone en un tono de respeto hacia su superior con la mirada fija en el camino—, obtuve unos recibos y grabaciones telefónicas del depósito de evidencia. Aquellos viejos registros estaban archivado pero nunca fueron revisados. En dichas grabaciones, habían  unas llamadas que se repetía de manera constante hacia la biblioteca, el hospital e incluso a la comisaria.

—¿Qué tiene eso de raro? —interrumpe como siempre impaciente.

—A eso iba inspector. No se me adelante pero tampoco se me atrase o… me interrumpa —se atrevió a decir Hugo y añadió—. Lo extraño y si que lo es jefe. Es que eran llamadas para preguntar por la señorita Rosalie. En las grabaciones de audio de la biblioteca la voz masculina preguntaba por Rosalie a lo cual le decían que estaba desaparecida pero cuando preguntaba por su nombre del interlocutor; se colgaba la llamada.

—Sigo sin ver la relevancia en eso joven —expone Ajzael.

—Espere y vera —aclara Hugo con la paciencia que ha construido para poder tratar a su jefe, decidiendo cambiar la manera de explicarle—. Ok, adelantemos los hechos. Con usted no se puede. . .Cada una de esas llamadas a la biblioteca, al hospital y la comisaria eran hechas del mismo numero telefónico. Misma llamadas que comenzaron al día siguiente cuando aun ni siquiera se sabia de tal desaparición es decir, que esta persona ya lo sabia y quien mas pudiera ser sino...

—¡Alejandro! —grita el inspector terminado la frase de Hugo—. Pero ¿como lo pasamos por alto? ¿Cómo pudimos cometer semejante error? Es imperdonable.

—Calma jefe, recuerde que teníamos al principal sospechoso en estado de coma y las investigaciones preliminares mostraban que habían dos cadáveres y no solo uno—exclama Hugo tratando de mantener la tranquilidad, ya saliendo del pueblo— lo cierto es que pude consignar el registro de llamadas y establecer de donde provenían aunque ya hace tiempo que dejaron de hacerlas.

—Tal vez ya huyo lo cual no me lo perdonaría —refiere un poco decepcionado el inspector del error cometido y observando la ruta, pregunta—. ¿A dónde nos dirigimos? Y ve al grano sin tanta perorata muchacho.

Hugo no responde, y el inspector lo ha notado, procurando no insistir decide compartir su silencio el resto del camino. Piensa que ya nada se puede hacer para resarcir los errores cometidos en la investigación a la vez en el fondo agradece al chico por la sagacidad de sus técnicas investigativas en un pueblo que aun esta crudo en materia criminalista. De vez en cuando mira por la ventana para refrescar la mente. Había dejado de llover y no lo había notado hasta ahora. Luego de casi dos horas de recorrido llegan al pueblo de San Sebastián de Márquez. Otro pueblito que compone la región costera de la nación. Hugo sigue conduciendo por unos cinco minutos mas hasta llegar al una calle donde se puede ver una cabina telefónica un poco en mal estado. Hugo se estaciona y baja en silencio. El inspector lo imita y baja igualmente del auto.

—Aquí es. Esta la  cabina telefónica que buscamos y de donde salieron todas las llamadas. —asegura con toda confianza Hugo observando la reacción del jefe.

—Bien y ¿Qué es lo que hacemos entonces? —Dice mirando a todos lados—. ¿A caso está Alejandro en unas de estas casas? Por Dios Hugo habla de una vez y apresemos al desgraciado ese.

—De hecho es así. Las pistas que he estudiado nos han traído hasta aquí. Para ser más preciso Inspector —afirma—. Se donde se encuentra exactamente o al menos donde ha vivido estos últimos años. Sígame, es por aquí.

Finalmente se dirigen en busca del asesino que por mucho tiempo ha logrado evadir la justicia. Y se ha recurrido de las manos de Ajzael.

La Caja Misteriosa en la Biblioteca (En Modo Corrección).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora