Capítulo IX

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Había llegado a un punto de quiebre. Algo lógico dada las circunstancias adversa que había estado viviendo. Me negaba a continuar sumergido en este purgatorio de demencia. Definitivamente tendría que estar muerto. Morí y aún me negaba a recordarlo. Pero ya no más mí Dios, lo acepto. Ahora quería sentir la misericordia de su infinita gracia y dormir con placidez el sueño eterno. Ya estaba en el borde del despeñadero de lo incomprensible. Caminé en línea recta desde mi perspectiva cuando la realidad es que la línea estaba torcida. Añoraba aquellos recuerdos donde todo era perfecto, a mi modo, claro. Siempre me había comportado de  manera correcta sin tratar de resaltar, fui tratado con respeto por todos en esta pequeña comunidad. Aún así no podía ocultar de mí mismo mis inseguraridades, mis propios demonios ocultos y mi miedo a ser descubierto: En realidad odio estar mucho tiempo rodeado de personas, eso me incomoda; adoro la soledad de mis pensamientos y estar en compañía de un libro, al igual que me llena de satisfacción ser servicial y colaborar con todos siempre alejándome  cuando me sentía asfixiado. Ese era mi verdadero yo y nada podía hacer para cambiar. Ya era tarde.

****

Pero aún debía buscar respuestas para mi liberación. Debía buscar al pobre padre Williams y al Sr. M. Ellos eran la clave para salir de esta maldición. Tenía que ayudarlos  para que a su vez me ayudasen a mí. Ese era una buena idea en aquel momento de lucidez. En mi desesperación había conseguido quedar atrapados siendo presa de la poderosa influencia del mal.  Me resultaba difícil creer que esto estaba pasando, sin embargo, mi poca cordura trató de imponerse ante un escenario fraudulento donde se me mostraba lo más tétrico de este mundo atrofiado. Sólo que aún no lograba descifrar con claridad que era lo que faltaba, que parte de mi vida estaba en discordia con mi realidad. De inmediato comencé a correr. Seguí avanzando sin mirar atrás. Recorrí aquellos familiares pasillos del conocimiento que consideraba mi hogar, mi biblioteca amada y que ahora representaban mi prisión. Definitivamente eran dos mundos paralelos. Recorrí sin vacilar y creyendo que pronto todo acabaría. Antes de darme cuenta pude ver a Sr. M entrando a unas de las salas. Lo que hizo presumir que me esperaba una nueva aparición demoníaca, la sensación de pánico emergió  sólo para consigue prolongar en mí las inconsistente de esta locura. Me acerqué con cautela, el mobiliario estaba en orden. Sin embargo, algunos libros estaban tirados en el suelo. No pude evitarlo y me agaché para recogerlos y así colocarlos en las estanterías, era un hábito arraigado en mí.

Luego fui directamente al escritorio. Como me lo había esperado no había nadie en el salón, pero algo llamó mi atención siendo preciso mi vista se posó en un libro algo peculiar libro, pues ese era otro de los gajes de mi oficio al permitirme conocer la totalidad de los libros que componen la colección bibliográfica de la biblioteca y este ejemplar definitivamente no formaba parte de la colección. El libro en el escritorio era sumamente extraño con unas tapas negras aunque no lo pude asegurar, pues la poca luz no me ayudaba a distinguir con exactitud el color, llevaba impreso en relieve una inscripción en latín donde pude leer:

"Quod ad nos recta via ducit iter immixtis strata mutare."

Si mi latín no me fallaba, lo que era lo más probable; esto significaba algo más o menos así:

"Esa apariencia de carretera asfaltada nos conduce por el camino correcto para cambiar"

Lo dicho, no sé si lo he traducido bien, tal vez si pudiera ver la esencia podría entender lo que significa la frase. Iba a empezar a hojear el libro cuando una voz lúgubre declaró:

"La verdad nos conduce al camino correcto, desviar la ruta nos lleva al camino de piedra de la mentira."

—Esto es lo más parecido a la esencia de la frase que estas buscando. No lo olvides, la verdad siempre es el camino para el buen comportamiento -interviene de nuevo aquella voz con una ironía escalofriante- dime Tomás, ¿estás en el camino correcto a la verdad? ¿O sigues evadiendola para perderte en el camino empedrado?

Me volteo casi de inmediato para con el mayor de los asombros evidenciar que estoy sólo, que en la sala no hay nadie más excepto, yo. obstante esa voz me pareció que era del padre Williams. Sólo unos segundo bastaron para que de la misma manera el libro se desvaneciera del escritorio al igual que la enigmática voz. La verdad, ¿que verdad no estoy viendo? Este laberinto me sigue perdiendo y sigo sin hallar esa verdad.

*****
"Estoy en el bar, bebo una cerveza bien fría de esa para refrescar el alma. Después de un día entre páginas, ficheros y el público, siempre es bueno compartir con los compañeros. Alejandro, Rosalie y el Sr. Jonathan estamos juntos en una mesa, brindamos por los objetivos alcanzados en el cuatrimestral debido a las metas alcanzadas, donde el mismísimo Director Nacional de Biblotecas personalmente llamó para felicitarnos además de hacernos la invitación a la reunión anual donde el Sr. Jonathan recibirá la placa que nos acredita como la Biblioteca Pública del año. Es un gran honor para todos nosotros haber logrado alcanzar las metas establecidas; unado a eso nuestro proyecto de lectura ha sido escogido como inversión piloto para aplicarlo el próximo año en todas las bibliotecas de país.
Don Julián llega con la segunda ronda de birras, ya es el Sr. Jonathan ha dicho que que será la última de la noche. Rosalie esta sonriendo como es habitual en ella, aunque en esta ocasión creo que ya ha empezado a sentir el efecto etílico. Mi amigo Ale, él está también de lo más divertido contando unos cuentos chistosos a lo que el Sr. Jonathan ríe muy ameno, es grato verlos a todos alegres. Han pasado como dos horas y sólo quedamos los tres mosqueteros bibliotecarios. El jefe hace rato se marchó. Ya deseo irme también pero me da pena hacerles un desaire a los compañeros. Sin embargo, ya he dejado de beber. Rosalie manifiesta que debe irse. Era mi oportunidad para llevarla a casa pero mi buen amigo, levantándose de la mesa, ayuda a Rosalie que está un poco ebria, pobre se ve que no está acostumbrada.
Alejandro me dice:

—¿No te vas amigo? -añade- porqué debo llevar a esta bella señorita sana y salva a su casa. —la mira manifestado— gracias a Dios que mañana es sábado, porque está compañera nuestra es seguro que amanezca con un ratón soberbio que de seguro la mantendrá en la cama hasta tarde.

Le digo que me quedaré un rato más, los observó salir juntos, la lleva abrazada pues casi que se duerme de pie. Luego de haberse ido. Julián se acerca a mi.

— ¡Vayas Tomás, eso si que es raro. Tú aún en mi bar. Debe ser una ocasión muy especial para ti.!

Asiento con la cabeza. Me levanto y me despido. Ya Alejandro había terminado de cancelar la cuenta. Ya fuera del bar, veo un hermoso cielo estrellado, me dejó llevar por mis pensamientos. Y me dirijo a casa. Será en una próxima ocasión. O al menos eso espero.

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No logró encontrar el libro, busque por varios minutos sin encontrar algún indicio de el o de algo que me indique que estoy consciente de otra manera. Es demasiado seguir atrapado en este laberinto de cosas extraña. No se cuando me liberaré de la maléfica caja que al parecer quiere mostrarme una verdad que sigue oculta bajo la sombras de la biblioteca.

La Caja Misteriosa en la Biblioteca (En Modo Corrección).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora