Capítulo XIX

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Capitulo 19

Ambos hombre se dirigen al final de la calle de aquel pueblo que pareciera desolado pues se puede ver el movimiento ondular de las cortinas en las ventanas como muestra de vida no así de personas muy sociables. Da la impresión de que no les gustan los extraños pero eso no es importante para los agentes policiales que desean de una vez por todas dar un final a un caso que se salió de los parámetros de lo normal.
Se detienen frente a una casa de aspecto abandonada, el inspector duda por un instante que Alejandro se encuentre ahí por lo destruido del lugar. Al tratar de tocar la puerta, nadie responde. Se asoman por las sucias ventanas y es evidente el estado de abandono de la misma. El inspector Ajzael decide abrirla de una sola patada pero necesito de la ayuda del joven para completar su objetivo. Al fin logran derribarla y entran. El fétido olor a ratas muertas es tan desagradable para aquellos hombres que de inmediato colocan sus manos en la nariz para no respirar tan desagradable pestilencia.

—¡Carajo! Madre santa, que pudrición tan arrecha. —Murmura Ajzael mirando a Hugo que sigue en dirección a las habitaciones de la casa—. Ni modo, a lo que venimos que por lo visto y olido; hemos perdido el viaje.

Buscan entre las cosas algún indicio de Alejandro en ese lugar, solo se ve en una mesa comida descompuesta, el fregador sucio aunque sin ningún plato dentro, en una de las habitaciones se encuentra una camita con una mesita de noche a un lado. Dentro de la gaveta Hugo saca unos pequeños frascos de píldoras ya vencidas; una para el dolor, otro de desinflamatorios y otras que tienen las etiquetas dañadas. Ajzael en cambio esta en la otra habitación donde esta un escritorio pequeños con muchos papeles regados pero los mas sorprendente lo encontró en la gaveta que tuvo que forzar para abrirla. De inmediato llamo a Hugo.

—¡Chico, ven pronto!

En un santiamén el ayudante entro en la habitación.

—¡Bingo! —Expresa el inspector con lo que parece un documento en la mano que alza de manera victoriosa— ¿Sabes qué es esto? Es la prueba de que Alejandro estuvo aquí todo este tiempo. Desgraciado infeliz.

El ayudante sonríe satisfecho de su investigación y del fruto de la misma aunque más que todo le complace ver a su jefe con una sonrisa de triunfo en el rostro que para ser sincero no le conocía.

—Excelente inspector pero...  ¿qué ha sido entonces de Alejandro? Por lo abandonado de este lugar debe llevarnos como un año de delantera. Ahora ¿que pasará? Ha escapado otra vez.

Esta aseveración le borra la efímera sonrisa del rostro. No lo había pensado. Habría que comenzar de nuevo a buscarlo y para ser sincero con el mismo, se sentía cansado y viejo para terminar sus años dorados en busca de un asesino escurridizo. Respiro profundo y en silencio continuo buscando algo que lo ayudara a encontrar a aquel miserable ser. A cabo de unos segundos sale al patio trasero de la casa para respirar aire puro, sale en medio de una fuerte tos que le oprime el pecho. El joven detrás de él trata de ayudarlo dándole en la espalda golpes para tratar de apaciguar la tos. Decide sentarse en un traste que estaba a un lado de una casucha de madera. Ahí poco a poco va disminuyendo el ataque de tos.

—Inspector—expresa Hugo tratando de ayudarlo a levantarse—. Ya no tiene caso que sigamos aquí. Debemos irnos.

—Si. Creo que tienes razón—asienta con la cabeza aun con el documento en la mano—. Al menos conseguimos esto que demuestra que maldito sigue con vida.

Estando a punto de marcharse. Le entra curiosidad por explorar la  casucha, además de notar un olor nauseabundo que estaba seguro que salía de ahí. El ayudante adivinando sus intenciones le refuta:

—Olvide ya eso. Debe haber ahí dentro más animales muertos.  Además si abre esa puerta de seguro moriremos de la infección. Inspector no sea terco. —advierte Hugo sin lograr persuadir al insistente hombre de la ley.

Al abrir la puerta. Ambos quedaron en una pieza al descubrir el motivo del asqueroso olor. Nunca se imaginaron ver lo que el destino le estaba mostrando.

—¡Ave maría! Jamás pensé encontrar esto.  —Exclama Hugo colocándose detrás del inspector como si con eso pudiera evitar la fetidez escalofriante de lo que estaba frente a sus ojos.

Sin embargo el inspector seguía de pie. Viendo la espantosa estampa de un hombre colgado casi esquelético por el tiempo transcurrido en una de las bigas de aquella casucha. Aquella osamenta mostraba una expresión de pánico aterrador que solo quien ha estado en la línea de la muerte puede conocer. Aunque tendría que esperar por las experticias forenses para confirmar la identidad de su hallazgo. Estaba seguro que ese guiñapo de carne podrida y huesos era lo que una vez en vida fue Alejandro. Sentía rabia, impotencia, enojo de si mismo por no haberlo conseguido con vida. No quería encontrarlo de esa manera. Quería encarcelarlo para que pagara en vida por su crimen y no ante el creador. Hugo ya se encontraba notificando el hallazgo por el móvil a la comisaria, pidiendo una comisión forense para la escena lo que presume es un suicidio de culpa.

—¡Maldito cobarde! Agarraste el atajo más fácil para expiar tu crimen. —Murmura el inspector hablándole al cadáver—. ¡Ojalas te estés friendo en el infierno si es verdad que existe!

Pero al decir esto el inspector escucha una voz que le dice:

—¡Gracias Inspector! Ahora puedo irme en paz.

El inspector asintió con la cabeza a la aparición de Rosalie, aunque aún dudaba si era real o era su maltrecha imaginación jugándole una broma. A fin de cuenta vivo o muerto el culpable, este misterioso caso del demonio estaba resuelto. Así que con una voz paternal le expreso con cariño:
—Descansa en paz Rosalie.

Se volteo hacia Hugo que lo miraba sin comprender a quién le hablaba, camino hacia él y con una palmada en el hombro de dijo en un tono sereno.

—Es hora de irnos a casa mi joven amigo.

FIN.

Feliz de haber concluido mi primera historia larga. Si, larga para mi que sólo escribo relatos cortos y mini relatos.
Espero que les haya gustado. A mis queridos amigos lectores, le doy las gracias por haberla apoyado... Espero también que les haya gustado la vuelta que dio la historia.
Saludos.

Atte.
Cristy Lovera.

P.D: historia con todos los derechos de mi exclusividad. Aún está en posibles correcciones por ende está sin editar.

Finalizada el 11/04/2017
Caucagua. Edo. Miranda
Semana Santa

La Caja Misteriosa en la Biblioteca (En Modo Corrección).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora