Capítulo 20

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—¿Por qué ambas estamos sonriendo?— preguntó Maxine.

—Yo porque estoy feliz. El porqué tu sonríes me intriga.

—Me estoy divirtiendo estos días.

—Si incluso sabiendo que en tres días será...

—No me gusta hablar sobre eso—le interrumpió ella.

—¿Por qué no, Maxi?—preguntó sin recibir respuesta—Bien, formulare otra pregunta, ¿Por qué no puedes superarlo después de que hayan pasado cinco años?

—Parece que nos estamos poniendo serias.

—Sí, serias y en un ambiente tenso.

—No quiero ponerme seria contigo, Mari.

—Yo tampoco, Maxi.

—Entonces, ¿Por qué no dejamos de ser serias?

—Las cosas no funcionan así Maxine, es así como te llaman, ¿cierto?

—Mejor debemos esta conversación, para cuando estemos en un lugar más privado.

—Más privado que un parqueo de centro comercial, ¿Qué hay?—bromeó la morena.

—Wow, tus bromas mejoran al igual que tu estatura—bufó en respuesta.

—Para ser joven, tienes demasiadas ojeras en tu cara.

—Parece que dejamos de hablar seriamente así que, adiós, Mari.

—Sayonara a ti, Maxi—se despidió María, mientras ambas iban en diferentes direcciones.

*****

Al día siguiente, Riley y Samuel estaban planeando aquello que se llevaría a cabo en dos días. Añadiendo más información a su investigación sobre Maxine Lazy.

—¿Así que ella y el chico de la foto?— preguntó Samuel.

—Deben ser hermanos, primos o amigos. Realmente no lo sé.

—¿Novios?

—Eres un idiota.

—Y tú una chica con pelo lacio color miel que no sabe hacer nada más que actuar como un ángel y hacer público rumores acerca de otros.

—Por lo menos no soy un pelinegro que se la pasa buscando formas de chantajear personas por no entender matemáticas.

—Al menos se más sobre Maxine Lazy que tú.

Riley abrió la boca para responder, pero no tenía un argumento acerca de ello.

—¿María Piper?—preguntó cambiando de tema.

—Al parecer una vieja amiga de nuestro objetivo.

—¿Cómo estas tan seguro?

—Hablaron seriamente en un parqueo de un centro comercial.

—Qué ¿inusual?

—Maxine me invitó para decirle que sabía sobre ella, a cambio de decirme quien es el dueño de la foto.

—¡¿Lo averiguaste?!

—Evadió la pregunta, pero me respondió en un hilo de voz.

—¿Qué dijo?

—Que era su hermano, según ella no lo oí.

—Qué bien oído tienes—dijo Riley.

—Qué lindo halago.

—Mejor terminemos de hacer el plan.

—¿Plan?, lo único que harás es seguirla y averiguar que hace ese día para que solamente desaparezca sin más y regrese al día al día siguiente como si nada.

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