Capítulo 27

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Entonces Maxine estaba en el autobús mirando por la ventana el paisaje que se avecinaba a su derecha sintiéndose como en esos vídeos musicales ya que tenía audífonos puestos.

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María y Gabriela estaban mirándose fijamente en aquella tienda de ropa.

—Es hora—clamó María.

—Tenemos que ver quien elige un mejor vestido.

—¿Alguna condición?

—Tiene que ser verde.

—¿Es todo?

Gabriela asintió.

Ambas miraron todos los vestidos que había en color verde. Eligieron aquel que fuera el ideal.

—¿Qué tal este?—preguntó María mostrando un vestido con corte de corazón estilo sirena.

—Muy formal—opinó Gabriela—¿Este?— mostraba un vestido corto que mostraba la espalda.

—Muy informal—crítico María.

—¿Y este?—dijo Chase mostrando un vestido sin mangas que no era ni tan corto, pero no tan largo—Ya me quiero ir. No entiendo por qué me trajiste Gabriela. Yo quería ir a las carreras, pero me arrastraste aquí—se quejó él.

—Elegante y a la vez informal—opinó Gabriela.

—¡Perfecto!—exclamaron las dos en unísono.

—¡Me largo! Para estas cosas mi hermano es mejor—exclamó Chase.

—¡No te vayas!—pidió Gabriela.

—¡Tu instinto para elegir ropa es increíble!—añadió María.

—Como dije: Me. Largo—resoplo él.

El chico se fue del centro comercial en su motocicleta.

—Aún no comprendo como Maxine conoció a este tipo—dijo María.

—Es sencillo, este sujeto estuvo a punto de atropellarla con su moto.

—¿Qué?—reaccionó perpleja.

—Lo que escuchaste. Una noche, Maxine iba comprar comida para la cena. Cuando regresó al apartamento a pie, un idiota que conducía a toda velocidad casi la atropella.

—¿Qué paso con el idiota?

—Este se cayó de su moto y lo peor es que la moto continuó en movimiento cinco metros después de donde cayó.

—¿Qué hizo Maxine?

—Lo amenazó con demandarlo sino le conseguía clientes para la Cafetería Lazy Monkeys Café.

—Parece que al principio el negocio iba mal.

—Sí, pero gracias a Chase las ventas subieron un poco.

—¿Desde entonces esos dos son amigos?

—Maxine tiene sus técnicas.

—¿Cuáles?

—Eso es un secreto—puso su dedo índice cerca de sus labios.

María rodó los ojos—No les harta esto del misterio alrededor de Risa.

—Probablemente eso viene de leer tanto misterio en su vida.

—No es eso. Ella sigue sin confiar en la gente por completo.

—¿A qué te refieres?

—Risa odia expresarse con las personas, por muy cercanas que fueran. Entonces crea un aura con la cual ustedes se adaptan y evitar preguntarle cómo se siente.

—¿Por qué lo dices?

—Risa no quiso llorar en el funeral de Maxwell, se encerró en su cuarto y lloró sola. Cuando la volví a ver le pregunté cómo se sentía. Ella dijo que estaba bien, pero...—narraba María.

—Mentía.

—Hubiera querido saberlo en un principio, pero al día siguiente ella había escapado sin dejar tan siquiera una nota de despedida.

—¿Entonces como la encontraste?

—La familia Davies y la familia Carrillo están relacionados. Así que empecé a trabajar con la familia Davies por tiempo parcial. Escuché a Went hablar sobre una venganza entonces le pregunté a Charles a escondidas a que se refería. Me contó que una chica con gorro con G lo había humillado en uno de sus desafíos. Recordé que Maxwell usaba ese gorro a veces, así que pensé que sería una buena idea para confirmar mis teorías.

—¿Cómo convenciste a Charles?

—Mejor no te lo cuento.

—¿Te hizo hacer algo humillante?

—Pase todo el día con su amiga Elizabeth.

—Pero ella es muy adorable.

—Si claro—dijo irónicamente.

—¿Por qué lo dices?

—Mejor averígualo tu sola.

Gabriela seguía sin creer lo que decía. Las chicas se fueron de la tienda de ropa y salieron del centro comercial con el vestido que Chase había elegido.

******

—¿Qué vaya a esa heladería?, ¿Por qué?—preguntó Héctor desconcertado

—¿Puedes ir?—preguntó Samuel

—Sí, pero si no hay una buena razón entonces no quiero.

—Es para concurso de inteligencia que se va a hacer en la heladería—intervino Elías.

—¿El premio?—cuestionó Héctor.

—Un cupón para dos conos de cualquier sabor—respondió rápidamente.

—Iré, pero sólo para probar mi conocimiento—anunció Héctor

—Sí, prueba tu conocimiento—añadió Samuel.

—Me voy, mis padres ya vienen por mí, Adiós—se despidió él.

—Adiós—se despidieron Elías y Samuel.

Cuando Héctor estaba lo bastante alejado. Samuel le dio un billete a Elías.

—Sabía que no podrías inventar nada—se burló Elías.

—Apesto inventando excusas

—Mejor dime en que no apestas—molestó Elías.

—¡Cállate!—gruñó Samuel

—Me largo. Tengo una cita con Mellisa más tarde. No vayas a arruinar la declaración de Rocío a Héctor.

Samuel sólo levantó el pulgar para afirmar que todo iría bien.

Samuel salió del Instituto. Se dirigió a la parada de autobús a esperar el bus que lo llevaría de vuelta a la calle más cercana al apartamento.

Debería comprarme un auto.

Pero primero debería aprender a conducir. ¿Qué tan tedioso podría ser? Además de conseguir empleo para ahorrar dinero. Necesito dinero para pagar la renta después.》

Después de pensar en sus problemas económicos, el bus llego. Se subió al autobús, pago y se sentó a esperar su parada.

*****

Cuando bajó del autobús, camino directo al apartamento para descansar, pero si camino sería interrumpido por un rubio que le hablo.

—¿Eres Flojo Acosador?—fue lo primero que dijo.

—Sí—resopló.

—Ayúdame—exigió el chico.

—¿Eh?—reaccionó Samuel.

—Pero en Lazy Monkeys Café. Me encontrará si sigo afuera.

Con el rubio se dirigió a la cafetería que solía frecuentar desde que conoció a Maxine. Se sentaron en una de las mesas.

—¿Quién eres?

—Owen Layton, El Pianista Perezoso. Mucho gusto—dijo mientras estrechaba su mano.

Lazy Monkeys CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora