Capítulo 18

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Después un día con prácticas de esgrima, un hermano menor serio y una confrontación con Maxine. Samuel decidió dar un paseo con Héctor, a quien milagrosamente le dieron permiso.

—¿Vamos al food truck de burritos?

—Por algo me llamaste, ¿no?—se limitó a responder Héctor.

—Tu recompensa por averiguar que el peor temor de Wentworth Davies era su hermanito.

—Vamos por los burritos rápido antes que me obliguen a regresar a casa, tú sabes lo estrictos que son mis padres.

—Esta algo lejos, pero vale la pena.

—Ya lo sé, la Sra. Consuelo hace unos burritos con un sabor deleitable—dijo Héctor.

—Ya dicho eso, ¡Vámonos!

Una hora de caminata les permitió llegar al lugar donde los food trucks estaban abiertos para brindar diferentes tipos de comida. Cuando vieron en el vendía la Sra. Consuelo Díaz, ambos decidieron ir rápidamente. Samuel pidió una orden de burritos.

—Es hora de irme a casa—dijo Héctor.

—Pero ni siquiera has comido.

—Por eso me llevaré esa bolsa de papel que tienes en la mano.

Antes de responderle, Héctor tomó la bolsa con seis burritos y se fue corriendo sin más.

—Pero yo quería un burrito—se limitó a decir con capricho.

Samuel caminando hacia ningún lugar en particular, vio un centro comercial y decidió entrar para encontrar algo barato que comer. En el parqueo vio a Maxine con una sudadera de color verde y el gorro con la G.

—Debería hablarle, pero que tal si la sigo— pensó Samuel.

Samuel se quedó en una distancia en la cual Maxine no lo viera. En los quince minutos que se quedó observando ella empezó a moverse, el al mismo tiempo lo hizo. Subiendo por las escaleras eléctricas llegaron al piso tercero del lugar. Estaban ambos en el área de comida, su estómago rugía, así que se rindió en seguir a Maxine para comprarse, una pizza personal de jamón. Sin embargo él debía esperar once minutos. Quería regresar a investigar la vida de aquella chica, pero ya le había perdido la pista.

Doce minutos después...

En la mesa que le había costado tanto conseguir en aquel lugar lleno de gente, miraba su pizza y en menos de lo que espero se la había comido.

—¡Carrusel!, ¡Quiero ir al carrusel!—gritaba una niña.

—¿Carrusel?, pensé que lo habían quitado—pensó Samuel.

La curiosidad guió al flojo a ir por el carrusel. Sorprendido de lo que miraba, alguien le hablo.

—Así que este es el famoso carrusel.

—Me sorprende que este aquí

—Envés de estar sorprendido deberías a investigar a Lazy

—¡¿Riley?!—exclamó Samuel.

—Nooooo, soy Lucía—respondió ella con sarcasmo.

—No era necesario el sarcasmo; ¿Has averiguado algo?

—No mucho, la chica es muy precavida.

—Pues creo que yo sé algo.—él sonrió.

—Deja esa sonrisa patética y dime—ordenó Riley.

—Un chico.

—¿Un chico?

—En su gorro encontré una foto de un chico, en cuanto le pregunté quién era se puso seria y creo que un poco enojada.

Lazy Monkeys CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora