Capítulo 4

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En el castigo..
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—Todo esto es tu culpa—gruñó Rocío.

—¿Por qué mía?—replicó él.

—Sino hubieras dicho nada cuando nos llamaron la atención, esto no habría pasado.

—Entonces no hubieras respondido

—Entonces para qué dices estupideces, ¡Que yo quiero que seas mi sol! si claro como que Calamardo no toque el clarinete.

—Es cierto, ni que Bob Esponja pase el examen de manejo.

Ambos se miraron y se pusieron a reír.

—Creí que eras seria.

—Si, a menos que las referencias en una conversación sean normales—decía mientras reía.

—¡Silencio!, esto es un castigo—les regaño el profesor.

—Pero ¿y si hablo con la pared?—bromeó Samuel.

—¿Por qué usted hablaría con la pared, Núñez?

—Porque Aparedtemente quiere escucharme—respondió Samuel, mientras Rocio seguía leyendo su libro.

—Sí que gracioso, Sr. Núñez- dijo el profesor—Es tan gracioso que lo quiero más tiempo castigado. DIEZ MINUTOS MÁS.

—Oye, tranquilo viejo—dijo Samuel- Vamo a calmarno—él añadió, Rocío mientras tapaba su cara con su libro para que el profesor no viera sus intentos de evitar reírse.

—¡Salazar!—le llamó el profesor.

—¿Si?—contestó de manera calmada.

—Puede salir, pero no vuelva a causar problemas y mucho menos andar con personas como este chico—dijo el profesor.

—Está bien—se levantó de su pupitre y salió del salón, con su libro.

Samuel mientras tanto se quedó sentado y callado ya que no tenía sentido hacer bromas sin nadie que las escuchara.

Diez minutos después.

—Núñez puede salir, pero por favor deje de ser una mala influencia para los demás—dijo el profesor.

En silencio Samuel se levantó de su pupitre y salió para tener cinco minutos de su sagrado receso. Pero el receso fue peor que el castigo. Elías y Héctor no pararon de molestarlo con lo de ser el Sol de Rocio.

—Creo que hasta Rocío es mejor respondiendo que tú—bromeaba Elías.

—Si, como digas—dijo Samuel rodando los ojos—¿Ya terminaste de molestarme?

—Probablemente no pare hasta la próxima semana—respondió Héctor mientras seguía estudiando. 

—¿Crees que algún día madurará como tú y conseguirá un empleo serio?—preguntó Samuel dirigiéndose a Héctor.

—Eso es un misterio que intentare averiguar—murmuró Héctor—Elías, ¿Que estudiaras para el futuro?—le preguntó a Elías.

—Me hare un shinigami como Ichigo Kurosaki.

—No hay esperanzas de que madure—respondió Héctor.

—No enserio ¿Que estudiaras?—preguntó Samuel.

—Ingeniería en sistemas informáticos.

—¿Acaso respondió seriamente?—susurro Héctor a Samuel.

—Si—ambos se quedaron callados mirando a Elías.

—¿Quién eres y que le hiciste a Elías?—preguntaron ambos.

—Soy un exorcista de la Orden Negra y me lleve a su amigo ya que era compatible con la Inocencia.

—Y volvió a ser el Elías que todos conocemos y queremos—dijo Héctor.

—Pero que susto nos diste, Elías—dijo Samuel.

—¡Ni que fuera un Larry Butz!—exclamó Elías.

—Es cierto tu eres más un Dick Gumshoe.

—En realidad te pareces Redd White.

—No funciona en ti, Samuel—dijo Elías serio.

—Es cierto, no eres bueno con eso de las referencias—añadió Héctor.

—Vamos, si invente la de chica Sans.

—¡Corrección!, Yo lo hice—corrigió Elías.

Continuaron discutiendo sobre los problemas de Samuel para hacer referencias de cualquier cosa y en clase lo continuaron molestando con lo de ser el Sol de Rocío. Solo había un lugar en el que Samuel podría estar tranquilo: su apartamento, pero cierta persona frustro esos planes. Cuando toco la puerta, al principio Samuel se negó a abrirla para hacerle creer que no había nadie sin embargo el que tocaba era muy insistente, cuando pasaron más de quince minutos hasta que Samuel estuvo en sus tres fases para abrir la puerta.

Fase 1: Pararse o esperar otros quince minutos a que se vaya.

Fase 2: Ya se había levantado, pero estaba a tiempo para volver a sentarse y tomar la segunda opción de la Fase 1.

Fase 3: Ya estaba en la puerta, pero si es un testigo de Jehová o un vendedor puerta en puerta.

Finalmente opto por abrir la puerta. La persona tras ella era Chad.

—¿Chad?, ¿Qué haces aquí?

—Bueno, no sabía que vivieras aquí, ¿me dejas pasar?, vengo a ver a alguien.

—Está bien, pasa—Samuel notó la caja que llevaba—¿Qué es eso?—preguntó el señalando a la caja.

—¿Esto? Es un regalo para tu compañero, ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?

—Bueno, a ver...—Samuel se quedó pensativo unos momentos—Semana y media.

—Es decir que no has visto a tu compañero.

—¿Cómo lo sabes?

—Yo viví aquí antes que tú—dijo mientras se rascaba el cuello—me tomo un tiempo darme cuenta que tenía uno, no puse mucha atención a lo que dijo el Sr. Knight, ¿Quieres saber dónde esta?

—Sí, eso creo.

—Bueno, sígueme.

Chad guió a Samuel hacia la cocina y aparto la alfombra, dejando ver una puerta.

—Eso explica por qué cada vez que la movía volvía a su lugar anterior una hora después.

Chad se acercó a la puerta y la toco tres veces. Nadie salió.

—¡Traje tarta de banano!—gritó Chad a la puerta- Amigo, recomiendo que te alejes—dijo a Samuel.

Ambos se alejaron de la puerta en el piso y se abrió de golpe. Y el compañero invisible salió, poco a poco mejor dicho compañera. Cuando Samuel vió quien era se dio cuenta de una cosa: ya no podía estar tranquilo en su apartamento. Cuando vio el gorro con esa G, se temió lo peor.

—¡Sr. Acosador!, ¿Que hay de nuevo?








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