Capítulo 25

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Samuel despertó en un soleado catorce de julio. Se dio una ducha y se vistió rápidamente. Busco a Maxine en el apartamento, pero no la encontró, el supuso que ella ya se había ido a vagar en algún lado. Arreglo su mochila y luego se fue al Instituto.

Cuando iba de camino a la parada del bus que lo llevaba al Instituto, paso por el Lazy Monkeys Café le sorprendió ver que el lugar estaba cerrado. Continuó con su trayecto hacia la parada del autobús, en el camino se encontró con Chad.

—¡Chad!—le saludó Samuel.

—Hey Samuel, ¿Qué pasa?

—¿Por qué la cafetería está cerrada?

—Es que me dormí.

—Eso explica todo. Por cierto, ¿Has visto a Maxine?

Chad parecía sorprendido por la pregunta.

—¿Por qué me lo preguntas?

—Pues hoy no la he visto en el apartamento. Supuse que tu sabrías.

—Yo no sé dónde está.

—Qué raro—dijo Samuel. Miró su teléfono y vio la hora—¡Mierda!, voy a perder el bus.

Chad se quedó parado ahí pensando un momento. María hizo su aparición ante él

—Hola Chad, ¿Pasa algo? Luces preocupado.

—Maxine no apareció hoy.

—¿Qué dices?

—Samuel dice que no la ha visto en el apartamento hoy.

—¿Eso significa que...?

—Al parecer ella regresó a su casa.

******

Maxine mientras tanto estaba en el ambiente tenso. Ella y sus padres sentados en la sala después de cinco años de no verse. Maxine harta de la tensión decidió hablar.

—Pues...—dijo pensando en un tema para conversar—¿Cómo les ha ido?

Nadie respondió.

—A mí me ha ido muy bien. Por cierto ¿te cortaste el pelo, madre?—dijo tranquila.

—¡Oh!, Claro que sí. Al parecer tú también lo hiciste—respondió la mujer incómoda.

—Hija, ¿Cómo te ha ido estos últimos cinco años?

Maxine rodó los ojos.

—Me ha ido bien. Sobreviví cinco años de escape y ahora por razones que desconozco me han arrastrado aquí—dijo con una sonrisa de dudosa honestidad.

—Eso creo que lo tienes claro—dijo él serio.

—En realidad no, pensé que después que mi hermano murió—dijo con una voz seria—El aprendiz de mi abuelo, Thomas se haría cargo de la compañía.

El ambiente se volvió aún más tenso.

—Parece que tendremos que esperar a que el abuelo de su veredicto—dijo huyendo de la habitación.

—¡Quédate aquí y hablemos todos como una familia normal!—ordenó el padre de Maxine.

Maxine bufó.

—Sí, después de cómo no me quisieron buscar después de mi repentina desaparición. Se nota que se preocupan. Aunque eso fue para bien mío—replicó ella.

—Eso...—intentó explicar su madre.

—Órdenes de mi abuelo, ¿verdad?

Ella asintió.

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