1. UN HOSPITAL

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"Podría haber sido otra persona"
Quizás la compañera con la que compartí habitación en la universidad, la chica recién graduada que me ayudo con el contacto para “aprobar” el examen de ingreso a prácticas, incluso la vieja enfermera que atendía en la secundaria donde estudie; en ese momento pensé en todas la posibilidades que tendrían que haberse dado para que justamente yo acabara asignada ene se trabajo.
Desde lejos, el edificio parecería una de esas escuelas caras donde un montón de riquillos pagaban pequeñas fortunas año a tras año para sacar un título, una fachada engañosa para el lugar donde encerraron las mentes mas perturbadas de la ciudad.
Aunque no era el único, si preguntabas a cualquier grupo de amistades, por lo menos la mitad asistía a una especie de terapia, muchos lo relacionaron con el cambio drástico de clima que tuvo el país varios años antes, nadie podía culpar a los adolescentes de ser mas depresivos si el cielo estaba nublado constantemente y la lluvia llenaba de melancolía escenas aleatorias del día, raros eran los momentos frescos de rocío brillante, o peor, cálido con sol.
Me aferré a las solapas de mi abrigo, el viento del próximo invierno silbó a la vez  que las hojas secas pintaban el camino hacia la entrada. Unas sencillas escaleras y una puerta doble dieron paso a un vestíbulo, no escuche movimiento más allá de los pasos suaves de zapatos blancos que desaparecieron rápidamente.
—Disculpe.
—Dígame —La recepcionista tenía esta actitud de constante aburrimiento, como un piloto automático hecho para ser lo menos grosera posible.
—Me dijeron que me presentara hoy — Entregué el sobre con la carta de recomendación y los documentos necesarios para el registro.
Después de darle una rápida ojeada, la mujer se levantó de su lugar.
—Sígame por favor.
No sabia que pensar del lugar, una constante tensión rodeaba sutilmente mi cuerpo, mas aprensiva en los pasillos a los que la luz de la ventanas no llegaban.
La mujer abrió una puerta
—Directora —Se asomó lentamente—, es la nueva.
—Déjala pasar —escuché una monótona voz.
Me dio paso para ingresar a la oficina, luego cerró la puerta causándome un sobresalto en el impacto. El lugar tenia paredes blancas, mucho más limpias que las del pasillo, los muebles eran grises metálicos y tenían una fila ordenada de archivadores que tenían espacios vacíos.
Me paré frente al escritorio, la mujer tras este, revisaba uno de tantos papeles puestos encima, concentrada como si no notara mi presencia.
—___ ¿Verdad?— dijo con un tono formal.
—Si, vengo desde...
—Desde la oficina de asignación de personal... lo sé.
Su rostro joven contrastaba con su cabello engañosamente blanco, era difícil saber que edad tenia por su tono severo. Intente mantener la compostura para demostrar mi profesionalidad.
—¿Cuándo comenzare?
Finalmente obtuve la atención de mi superior, mirándome fijamente mientras guardaba sus asuntos.
—Ahora mismo —Rodeó el escritorio para dirigirse a una gaveta donde muchos expedientes tenían un orden alfabético —¿Tus papeles?—preguntó en un tono menos robótico.
—La recepcionista los tiene.
—Bien.
Escogió un montón de folios y los saco en un movimiento brusco, arrojandolos sobre el escritorio como si de sobres de facturas se tratara, levanto uno por inercia y curiosidad.
Volvió a su cómodo asiento.
—Por favor, escoge cuatro.
Apreté el que tenia entre mis manos y observe los otros por encima, algunos estaban algo desgastados dejando en evidencia la antigüedad de algunos pacientes.
—Estos —No pude evitar sentir ese vacío de la decisión no tomada cuando la Directora recogió los sobrantes, me hubiera gustado revisarlos con calma antes de escogerlos pero dudo que nadie tenga ese privilegio.
—Estamos necesitados de personal, esos de ahí son tus pacientes, cuando contratemos más enfermeras, la cantidad se irá reduciendo, ahora es importante que los estudies con cuidado-
—Eso haré, esta noche —remarque para darle a entender que "ahora mismo" no era posible. Su rostro no cambio lo suficiente para saber si lo tomo como una impertinencia. Hizo un gesto de despedida.
En el camino de regreso, preste disimulada atención a cuanta puerta entre abierta encontraba, con este ritmo tan repetitivo de puertas asumí que me perdería un poco antes de acostumbrarme.
Al frente vi pasar de un lado a otro a una enfermera empujando una silla de ruedas vacía, no era inusual en mi linea de trabajo ver escenas pero la soledad de aquella persona dejo un mal sabor de boca.
Cerca de las dos de la mañana un cansancio extremo me aturdía, tenia los ojos cansados, fue desconcertante que estuvieran escritos con una maquina de escribir, apago la luz de mi pequeña lampara y cierro el folio.
Imagine mi primer día, uno ideal, donde mi padre me dejaría frente a la puerta del edificio, me daría un abrazo y me desearía suerte. Apretó mis labios y suspiro, cerrando también las utópicas imágenes de mi cabeza.
Ya habían pasado años desde aquello, ni siquiera recuerdo exactamente la edad, no recuerdo lo que sucedió, según los doctores el accidente fue tan traumático que mi mente borro todo lo relacionado, quede en un orfanato del cual salí a los 18. Una foto de nosotros estaba puesta en uno de mis estantes mas altos, tan vieja como era, la foto de una paseo me hizo sonreír antes de finalmente acabar el día.
ºººººººººººº
Poco sabía yo que mientras dormía, en las horas oscuras y lejanas, la mayoría de los pacientes dentro del psiquiátrico estaban dormidos, guardias rondaban entre pasillos. Sin embargo, la mujer que había conocido esa tarde tenia la pesada mirada de algunas enfermeras, ellas bajaron la cabeza conscientes de su destino y guardando un silencio tácito y acordado.
Ella llevaba una caja de metal blanco lo suficientemente grande como para necesitar sus dos manos. Llegó a una puerta de la cual solo existían dos copias de la llave, cualquiera estaría de acuerdo con que lo mejor era la compañía de múltiples guardias y en algún momento fue así hasta que solo designaron a un desafortunado. La puerta daba a un subsuelo que era desconocido para la mitad del personal y más pequeña aún era la cantidad que tenia acceso.
En primera instancia, era inhumano mantener a personas encerradas sin siquiera el lujo de ver la luz del sol; pero estos eran los casos más graves, personas que arriesgaban la vida de otras. Con un interruptor encendió la luz de aquel tétrico pasillo, a los costados se veían las puertas especialmente adaptadas para evitar escapes; con el aviso de su llegada los pacientes se asomaban por una ventanilla de cristal antibalas para ver quién sería el afortunado que recibiría la visita de alguna enfermera.
A pesar de todo, la hora en los relojes que se les permitían ya puntuaban el tono de esta visita, solo una habitación recibía visitas en la madrugada. Ni siquiera ellos entendían como la Doctora salía ilesa, fueron muchos los compañeros que aun con la protección de guardias habían salido del hospital directo al cementerio y en ocasiones, incompletos.
—Perdiste la apuesta esta noche ¿Verdad?— Ella sabia de las apuestas que hacían los guardias durante el día; a veces de quien ganaría algún partido de fútbol, otras por ver quién era más rápido cargando su arma, varios eran los premios, entre dinero y objetos, pero la jugada mas peligrosa era el turno de custodia en el subsuelo.
—Si —El guardia se puso en su lugar, a unos dos metros de la última puerta, atento a cualquier alerta. Ella tomo otra de las llaves de las cuales solo ella tenía posesión, con cuidado la introdujo y abrió el seguro de la pesada puerta de metal; los pocos testigos contenían la respiración.
El chirrido de la puerta al ser abierta causó escalofríos a quien lo escuchara, de forma casi reverente los tacones hicieron eco mientras que la silueta se perdió entre la oscuridad del cuarto.
—Mangle.
—¿Esperabas a alguien más? —La tristeza en sus palabras quedo muy bien oculta bajo sus pestañas mientras dejaba la caja en el suelo, de alguna manera la poca luz del pasillo apenas invadía la habitación ocultando a la perfección un total desastre, comida y sangre; nadie era tan valiente como para hacer la limpieza en ese lugar y como a Mangle no se le daba esas cosas, el lugar permanecía sucio durante largos periodos de tiempo.
—¿Podría?
El arrastre de pesadas cadenas moviéndose la alertaron del movimiento.
—¿Dónde está la otra caja? —pronunció secamente buscando la ubicación de su paciente.
De repente, una caja vacía fue aventada a los pies de Mangle.
—La próxima vez no trates de drogarme con comida —entornó los ojos hacia los pedazos ignorados que manchaban el fondo.
—Si me dejaras inyectarte no tendría que hacerlo.
—Largo.
—Bien —Tomó la caja y retrocedió sin dar la espalda, tocando ligeramente el marco de la entrada se detuvo —, nos vemos mañana Springtrap.

ANIMAL (____XSpringtrap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora