6. capítulo

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Por la tarde, sin haber vuelto a ver a Damon, se prepararon para la fiesta. El vestido de Sam era verde oscuro, ceñido en el cuerpo y con una amplia falda, Eve llevaba un traje en tonos crema. Una de las esclavas las había ayudado a peinarse, y las dos lucían un recogido espectacular.

-No olvidéis los brazaletes-recordó Grace mientras las ayudaba a ponerse los velos.

Cuando bajaron, Enric se adelantó y les besó galantemente la mano, asegurándoles que eran dos visiones celestiales. Damon, en cambio, se mantuvo alejado y, simplemente, les recordó que se portaran bien.

Cuando llegaron a la fiesta, Gustaff les recibió en la puerta. A Sam le puso los pelos de punta ver cómo la miraba, a pesar de que Damon la tapó con su cuerpo.

-Ten cuidado-murmuró el vampiro cuando entraron en la casa-no te separes de mí o de Enric.

Sam asintió preocupada.

En la fiesta se mezclaron con los demás vampiros. Muchos iban acompañados por sus esposas y otros, por bellas esclavas. Bebieron, comieron y bailaron mientras Damon investigaba si alguien sabía algo de su hermano.

A medianoche, Sam se dirigió al baño, había buscado a Eve con la mirada, pero ésta bailaba con Enric y Damon hablaba con un grupo de vampiros. Al salir del baño, oyó un grito en la terraza y corrió a ver qué ocurría. Gustaff azotaba con una vara a una esclava que se protegía el rostro cómo podía. Sam, sin pensarlo, le sujetó el brazo. El vampiro gruñó sorprendido y empujó a su atacante. Sam se puso delante de la chica, protegiéndola con su cuerpo.

-Vaya, que sorpresa, la gatita de Massieri.  ¿No te ha enseñado tu amo a no meterte en los asuntos de los demás?

-No puedes tratarla así-afirmó Sam sin moverse.

El vampiro la levantó de un brazo y la abofeteó con fuerza, después, la empujó al otro lado de la terraza. Se golpeó con el muro y se quedó un momento sin respiración. Tembló cuando se acercó de nuevo a ella.

-Bien, voy a darte tu merecido, esclava. Me has atacado, y tengo derecho a castigarte como me plazca.

Sam se resistió cuando el hombre la tumbó  y se puso a horcajadas sobre  ella. Gustaff volvió a abofetearla y desgarró el corpiño de su vestido.

-Va a violarme-pensó Sam con terror-va a hacerlo aquí, delante de todos.

La vista se le nubló cuando el vampiro se dejó caer encima de ella. Luego, de repente, el pesado cuerpo del vampiro fue apartado a un lado. Sam no entendió nada hasta que no vió a Damon, de pie a su lado, con un corazón en la mano y Enric en guardia detrás de él. Eve se acercó a ella.

-Sam, Sam, Dios mío, tu cara. ¿Estás bien?-preguntó.

Damon tiró el corazón encima del cuerpo sin vida de Gustaff y la miró. No había en él nada de su frialdad habitual, su rostro era todo furia.

-Enric, saca a Eve de aquí-ordenó mientras se inclinaba para coger en brazos a Sam.

Enric y Eve caminaron delante de ellos. Damon se encaminó a la salida pero antes de salir, se paró.

-Mañana reclamaré las posesiones de Gustaff. Si alguien daña alguna de sus propiedades,incluidos los esclavos se convertirá en mi enemigo-advirtió con voz fría.

Salieron sin que nadie lo impidiera. Sam apoyó la cabeza en el hombro de Damon, sin saber si estaba consciente o inconsciente.

-Tranquila, pequeña-murmuró Damon-enseguida llegaremos a casa.

-Me duele-se quejó la chica con un gemido mientras Damon y Enric la acomodaban en la carroza.

-Lo sé, no hables-ordenó Damon sentándose al lado de ella.

Eve se agachó a su lado, con lágrimas en los ojos.

-Estoy bien, Eve, parece peor de lo que es.

Damon la llevó en brazos a la habitación en cuanto llegaron a la casa. La tumbó en la cama, y observó cómo Grace le limpiaba las heridas de la cara. Sam, trató de contener las lágrimas pero cuando Damon se puso a palparle todo el cuerpo, no pudo evitar gritar.

-Tienes tres costillas rotas, además del pómulo y el brazo derecho-le explicó Damon.

-Es peor de lo que parece, entonces-intentó bromear Sam.

El vampiro se sentó en la cama a su lado. Su cara nunca había sido tan expresiva.

-Lo siento Damon-murmuró la chica-no pude evitarlo, no podía dejar que la pegara así.

Damon le puso un dedo en los labios con suavidad.

-Debí haber matado a ese bastardo hace mucho tiempo. No te preocupes, en el fondo me has hecho un favor. 

Miró a los demás y les hizo un gesto con la cabeza para que les dejaran solos. Eve protestó, pero Enric la llevó fuera.

Cuando salieron, Damon le acarició con mucha suavidad el pelo.

-Si pudiera, volvería a matarle cien veces -aseguró entre dientes.

-Estoy bien...

-No lo estás-negó el vampiro-pero lo estarás enseguida.

Damon se mordió la muñeca y se la acercó a la boca a la chica. Sam trató de apartarle, pero Damon la sujetó  el brazo bueno con la otra mano.

-Bebe Sam. Mi sangre te curará las heridas y las fracturas.

Ella negó con la cabeza.

-No creo que esto esté bien.

-No te estoy preguntando, Sam. Por una vez haz lo que te digo.

Damon volvió a acercarle la muñeca y esta vez, Sam bebió. Al principio la sensación fue extraña, el sabor estuvo a punto de provocarla una náusea, pero se obligó a seguir y, de repente, la sensación cambió y se volvió placentera, el dolor se empezó a difuminar y una agradable placidez se extendió por su cuerpo. Damon retiró la muñeca.

-Te encontrarás muy cansada y dormirás toda la noche. Mañana estarás mucho mejor-aseguró el vampiro.

Damon le quitó el vestido con cuidado y la ayudó a ponerse un camisón. Luego, la acomodó la almohada.

-Gracias-murmuró ella medio dormida.

Damon la besó en los labios antes de salir.

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