21. Capítulo

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Samantha se despertó muy tarde. La luz que entraba por la gran cristalera le indicó que era mediodía.

-¿Has dormido bien?-preguntó Damon entrando en la habitación con sólo un bañador puesto.

Sam se incorporó en la cama.

-Sí...gracias.

-Tienes el desayuno preparado en la cocina. Te espero en la piscina.

-No tengo...

-Hay algún bikini en la cómoda. Creo que te quedarán bien.

El vampiro se acercó y la besó con brevedad en los labios.

-No tardes.

Desapareció y Sam se levantó para ir al baño. Luego, buscó los bikinis. Se puso uno cualquiera que, evidentemente, la quedaba bien y bajó a desayunar. Mientras tomaba un café, pensó en lo ocurrido la noche anterior. Por fin había podido decirlo en voz alta y se sentía aliviada por ello. ¿Qué haría Damon ahora? ¿Consideraría que estaba curada y se iría? No quería que se fuera. Estos últimos días se había sentido más feliz que en los últimos meses, incluidos los que estuvo con Steven.

-¡Sam!-le oyó llamarla desde fuera-¡ven o iré a buscarte!

La chica apuró el café y fue al jardín. Damon estaba dentro de la piscina y la miró de arriba a abajo con fijeza.

-Ven a bañarte, el agua está estupenda.

Sam bajó por la escalera y se sumergió en el agua poco a poco. Cuando sacó la cabeza, Damon estaba delante de ella.

-¿Una carrera?-le preguntó él con una sonrisa divertida.

-¿Bromeas? Eres un vampiro. No puedo ganarte.

-Cobarde-susurró el chico en su oído. Luego la cogió de la cintura y la hundió en el agua. Cuando Sam sacó la cabeza escupiendo agua, la miró risueño. Ella no pudo evitar sonreír y le salpicó.

Jugaron en el agua y nadaron un rato. Cuando salieron, Damon la envolvió en una gran toalla pero, en lugar de soltarla, la volvió hacia él abrazándola.

-Llevo toda la mañana queriendo besarte, Sam.

-No deberías...

-Ya sabes que casi nunca hago lo que debería hacer.

El vampiro la besó con cuidado al principio, mordisqueando sus labios con suavidad. Sam respondió con timidez, acariciando los labios masculinos con la lengua. Cuando Damon profundizó el beso, se dejó llevar pero, al sentir que él acariciaba su piel por debajo de la toalla, se apartó de golpe.

-Lo siento...-se disculpó la chica.

Damon pareció respirar hondo un par de veces antes de hablar.

-Sube a darte una ducha y comeremos algo. Creo que voy a nadar otro rato-dijo con la voz ronca por el deseo.

Cuando Sam bajó, encontró a Damon, ya duchado y vestido, en la cocina.

-Espero que te guste el arroz-dijo sin mirarla.

-Sí, me gusta.

Comieron en la cocina. El arroz estaba delicioso y el vino que el chico eligió, combinaba perfectamente con él.

Después de comer, salieron a pasear por los alrededores. El vampiro la llevó a una marcha endemoniada, que hizo que ella se tirara al suelo al pie de un árbol, negándose a seguir.

-Vamos, sólo hemos caminado dos horas...

-No hemos caminado, Damon, hemos corrido durante dos horas. Y yo no soy un vampiro.

SamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora