Sam

3. capítulo

Por la mañana cuando despertó, Damon estaba sentado en la butaca mirando por la ventana.

Sam se sentó en la cama, tirando de la sábana para taparse hasta el cuello.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?-preguntó la chica incómoda.

-Dúchate y vístete, Samantha. Tienes muchas cosas que explicarme.

-¿Explicarte?-preguntó enfadada mientras se levantaba envolviéndose en la sábana-¿explicarte yo a ti? , debes haberte vuelto loco si crees que te debo una explicación.

Damon estuvo delante de ella en un suspiro.

-Por supuesto que me la debes, Samantha. Te aseguro que tengo unas cuantas preguntas que hacerte. Te espero en la cafetería para desayunar. Prepara tus cosas, nos iremos desde allí.

 Volvió a desaparecer y Sam dió una patada en el suelo para descargar su frustración.

-¡Maldito seas, Damon! No puedes decir algo y desaparecer sin más.

Se duchó y se vistió rápidamente. Aunque no solía hacerlo, ese día se puso un poco de maquillaje para ocultar sus ojeras. Metió sus cosas en la bolsa sin demasiados miramientos y, haciendo un esfuerzo para no mirar las gotas de sangre que manchaban las sábanas, salió de la habitación. Casi se da de bruces con...

-¡Eve!

La chica la abrazó.

-¡Sorpresa!

-¿Qué haces aquí? ¿Cuándo has llegado? ¿Cómo?

-Eh, las preguntas de una en una. Acabo de llegar, ayer cuando hablamos me quedé preocupada y cogí un avión. He hecho un hechizo de búsqueda y os he encontrado en este hotel. Voy a ir contigo, no puedo dejar que vayas sola.

-¡No! ¿Te has vuelto loca? No puedes venir.

-Siempre hemos estado una al lado de la otra cuando nos hemos necesitado, Samantha. Y, aunque no lo digas, sé que algo ocurre con Damon, así que digas lo que digas, voy a ir. Además, te recuerdo que mis habilidades pueden venir bien en algún momento determinado.

Sam suspiró. La mayor parte del tiempo no recordaba que su amiga era una bruja. En el sentido literal de la palabra, claro. La había llevado un año empezar a controlar sus poderes, y seis meses confesárselo a su amiga. Claro que Sam no tuvo ningún problema para creerla, puesto que ya conocía el secreto de los dos hermanos Massieri.

-Esto no va a gustarle nada a Damon.

-Bueno, él tampoco me gusta demasiado a mí.

El vampiro leía un periódico mientras esperaba ante una mesa preparada para desayunar. Se sentaron sin que levantara la vista.

-Por favor, decidme que esto es una coincidencia-dijo cuando dejó el periódico a un lado y las miró.

-Eve ha venido a verme -explicó Sam.

-Perfecto, ya te ha visto. Desayuna y vámonos.

-Viene con nosotros.

-No.

-Damon...

-No. No es negociable. Esto no es una excursión de adolescentes ni una fiesta de pijamas. El sitio al que vamos es el más peligroso que vais a visitar nunca. No puedo protegeros a las dos. Además,  eres bruja, pequeña Eve.

-¿Y?

-Los vampiros odiamos a las brujas-respondió el chico con una gran sonrisa.

-No tengo ningún problema para defenderme sola, vampiro. Y el sentimiento es mutuo. Voy con Samantha, no contigo.