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Inhale el intoxicante humo del cigarro mientras veía el campo abierto, no recordaba la tranquilidad de este lugar.

-¿No tienes más? -preguntó Carol mientras se acercaba.

Negué con la cabeza para acto seguido mirarla.

-No le digas al de la ballesta, se lo robé.

En forma de respuesta sonrió de lado, se sentó junto a mí mientras expulsaba todo el aire que retenían sus pulmones.

-Creo que lo necesitas más que yo. -le extendí el exquisito cigarro. -¿No han sabido nada de tu hija? -me miró mientras pegaba caladas al cigarro.

Negó con la cabeza. -¿Crees que puede estar viva? -preguntó.

-Te seré sincera. -miré el campo. -por lo que e escuchado nunca le enseñaron a como defenderse, le teme a esas cosas lo cual puede ser una ventaja como una desventaja. -sentía su mirada recorrer mi perfil. -quizá personas la encontraron, como también puede que no. Deberías asumir el echo de que quizá no vuelva -la miré.

-¿Cómo puedes decirlo sin escrúpulos? -un par de lágrimas se escapaban de sus ojos.

-No te armaré falsas ilusiones como todos. -volví la vista al campo. -es estúpido. -murmuré. -lo que menos quieres es sentir una palmada en la espalda y que te digan que la encontraran. -me recosté de espaldas. El sol se mantenía en su punto más alto. -Ya no es lugar para niños.

-No pude protegerla. -limpió sus lágrimas.

-No siempre puedes proteger a todos. -la miré.

[...]

Abrí los ojos de golpe al escuchar un disparo, corrí hasta la entrada intentando entender que ocurría. El líder del grupo traía a rastras al de la ballesta, estaba echo mierda.

-¿Qué le pasó? -miré a Beth.

Subió sus hombros dándome a entender que estaba igual o más perdida que yo ante la situación. Subí las escaleras detrás de Hershel, al parecer su habitación se de echo la enfermería del lugar.

-¿Qué ocurrió? -pregunté una vez salir al líder. ¿Ricardo? No lo sé.

-No lo sé. -rascó su nuca mientras botaba todo el aire que podía.

Bajó las escaleras a trote, quizá en búsqueda de su familia. Entré a la habitación sin titubear ni preguntar, estaba de lado mientras Hershel saturaba su herida.

Su espalda estaba llena de cicatrices, junto a ella se mantenía el tatuaje de un dragón. Al ver aquello mi espalda se tensó, provocándome total incomodidad.

-¿Qué haces aquí Summer? -preguntó.

-Ah...Yo...-miré por la ventana, el sol estaba por ocultarse. -¿No necesitas ayuda?

Negó con la cabeza sin despegar la vista de la herida, caminé hasta la ventana para sentarme en esta.

-Hershel, no es el momento para hablarlo pero soy así. -sonreí de lado. Pego una corta mirada en mi dirección, para luego volver a su trabajo. -Cuando me fui, fijé que volvería.

-Y no lo hiciste. -afirmó serio.

-Tenías unos hijos maravillosos, una esposa ejemplar y una casa acogedora. -miré mis zapatos. -no pertenecía en este lugar, ustedes son Greene yo Blake. Desafortunadamente. -rasqué mi nuca. -no quería arrastrar a tu perfecta familia con mis problemas, quería protegerlos.

-Y nosotros a ti, cariño...-gurdó silencio para después levantarse de su asiento. -necesitará sangre.

Me acerqué a él sin titubear, miré al ojiazul. Su piel estaba pálida.

La puerta se abrió de golpe dejándonos ver una pálida Carol, la cual se acercó de inmediato.

-¿Cómo está? -preguntó.

-Necesita sangre, a este paso lo perderemos. -tiró las cosas sobre la mesa que estaba junto a la cama.

-O negativo. -Hershel la miró. Subió sus hombros mientras la miraban. -él se sabe la mía.

-Busquen a alguien quien la tenga. -removió que cajón en el cual empezaba a sacar un montón de cosas que no entendía para que eran.

-Listo. -extendí mi brazo.

-Summer. -me miró. -es demasiada sangre la que debes dar. -negó con la cabeza.

Subí mis hombros en forma de desinterés.

-Vacíe el tanque, doctor viejito. -me senté en la silla que se encontraban antes.

[...]

Apreté mis ojos mientras tomaba todo el aire que podía. Sentía que vomitaría algún intestino con tanto mareo.

-Ya está bien. -desconectó a flechitas de mí. -prefiero que no te levantes hasta dentro de una o dos horas. Le diré a Maggie que te traiga algo de comer.

-Genial, es como estar drogada. -murmuré mientras cerraba los ojos.

Acarició mi cabeza para después besar mi frente.

-Tiempo atrás no hubieses echo esto. -murmuró. -estoy orgulloso de ti, pequeña Boo. -sonrió.

Sonreí ante lo último dicho, Boo.

Salió de la habitación dejándome sola con mi mareo y un huraño.

Cerré los ojos con intenciones de descansar un poco, en cualquier momento vomitaría un pulmón.

Los minutos pasaban en total silencio, en el primer piso se escuchaban las risas de las hermanas Greene, mientras que fuera se escuchaban pequeños murmullos.

-¿Qué haces aquí?-preguntó una voz completamente ronca.

La bella durmiente despertó señoras.

Pequeña Perra ➳Daryl Dixon/Summer Blake➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora