XV

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Daryl es la persona más rara, huraña, bipolar, estúpida e inconsciente que e conocido. Desde lo ocurrido en la cabaña no hemos vuelto a cruzar palabras, decidimos seguir nuestro camino ya que si esos cavernícolas lograron encontrar esa cabaña otras personas también lo harán.

Daryl estaba cargando una mochila mientras que ya traía la otra. No tienen gran cosa más que ropa, dos latas de comida y basura.

Decidimos seguir por la calurosa carretera, en algún momento deberíamos encontrar algún lugar en donde quedarnos. Un gran atasco de autos se hizo presente, mientras más nos acercábamos peor se encontraba.

-Podríamos sacar un auto. -comentó mirando dentro de uno.

Cupido hizo cosas raras, me dijo que le faltaba algo al auto, lo cual asocie con una patata y sólo decidí revisar dentro de los autos.

Un motor sonó llamando mi atención, Daryl dio una pequeña sonrisa para luego borrarla al verme.

[...]

El aire pasaba por entre medio de mis dedos provocando una agradable sensación. El viaje a sido completamente silencioso, de vez en cuando podía escuchar a Daryl suspirar, todo es tan tranquilo.

Cerré los ojos mientras sonreía de lado, las cosas no han cambiado desde que todo comenzó. Siempre dependí solamente de mí, nunca tuve familia, ni amigos, ni nada que estuviese relacionado con estar con gente. El silencio siempre fue mi mejor compañero, la tranquilidad y el no tener que preocuparme por nadie más.

El auto se detuvo de apoco quebrando la tranquilidad que había conseguido. Estábamos estacionados frente a una gasolinera.

-Iré a ver que hay dentro. -me miró por la ventana. -no se ve demasiado grande, así que quédate aquí.

-Con gusto. -volví a cerrar los ojos.

Los pasos de Daryl se fueron haciendo más lejanos dejándome volver a la tranquilidad de antes. Inhale el aire del bosque para luego botarlo, no habíamos visto ningún caminante lo cual me preocupaba algo. Ya no es normal estar en paz.

La ventanilla sonó haciéndome saltar en el asiento, Daryl se mantenía fuera con su rostro burlón.

-Imbécil. -le abrí la puerta.

-Mira lo que encontré. -se sentó mientras me extendía un arco.

Lo tomé mientras me enderezaba, estaba hecho de alguna clase de metal.

-Dios mío, que bestia es esta. -tensé la cuerda.

-Este no se romperá como la basura que tenías. -me pasó el carcaj. -cuenta las flechas y quédate con la mitad. -habló mientras emprendía nuevamente el largo camino.

[...]

-Veintiocho, veintinueve, treinta. -murmuré mientras pasaba las flechas de una mano a otra. -Dios, como se nota las que hice yo. -reí por lo bajo mientras tomaba una de mis antiguas flechas.

-Para no saber hacerlas, las hiciste bien. -comentó sin dejar de mirar al frente. -no mentiré, son mas resistentes que las que he echo yo. -me hecho una pequeña mirada.

Guardé las flechas al costado de la mochila para luego pasarle el carcaj.

-¿No te lo quedarás? -preguntó.

-Está bien, las dejaré en el costado de la mochila. -dejé el arco apoyado en el asiento. -gracias. -le sonreí de lado.

-No te preocupes, sólo me costó mover un gordo camionero. -sonrió de lado.

Una inevitable sonrisa se posó en mis labios, mire por la ventana mientras volvía a sacar la mano.

-¿Algún día se acabará todo esto? -pregunté.

-Lo dudo. -habló con seguridad. Como respuesta solté un largo suspiro. -mi padre me golpeaba. -comentó de la nada. Lo miré. -las marcas en mi espalda las hizo él, era un hijo de puta. -rió sin gracia. -lo odiaba tanto, lo más probable que haya muerto de una sobredosis antes de que los caminantes se lo zamparan. -pasó su dedo índice por su labio. -siempre quise ser como mi hermano, supongo que no soy como él, y espero no haberlo conseguido. -suspiró.

-Cuando tenía diez, al que hacía llamar papá, me violó. -mire por la ventana. Su penetrante mirada se posó sobre mí. -mi mamá lo descubrió en pleno acto, recuerdo que se enojo tanto. -solté una risa sin gracia. -gritaba como loca que era una puta, que siempre quise quitarle a su marido. -miré mi mano, ma cual mantenía abierta mientras chocaba con el viento. -con una rama prácticamente en llamas me golpeó. -miré de reojo mi brazo, una cicatriz había quedado impregnada gracias a aquello. -me golpeó hasta que la rama se enfrió, luego simplemente se fue dejándome en el piso moribunda. Cubrí mi espalda con una simple sábana y me eché a correr. -lo miré. -no quería saber nada de las personas. Hershel me encontró en su propiedad acariciando uno de sus caballos. -murmuré con una media sonrisa. -curó cada una de las heridas con tal delicadeza que sentía como si estuviese nadando en alguna nube.

-No fue tu culpa su muerte. -miró el camino. -lo dije porque estaba enojado. -volvió a fijar su vista en mí. -aún que hubieses estado allí no hubieses podido hacer nada, nos tomó por sorpresa.

-Gracias. -murmuré con una pequeña sonrisa mientras posicionaba una de mis manos sobre la suya, la cual se mantenía descansando sobre la palanca de cambio.

Al sentir su tacto sentía como si todas las preocupaciones se fueran, simplemente sentía seguridad.

Pequeña Perra ➳Daryl Dixon/Summer Blake➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora