Parte 13

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Capítulo 13

Cuando cerre la puerta de mi dormitorio en la casa de Mariano, después de haber estado hablando en su coche, me sentía con ánimos de correr una maratón. Me bañe tratando de calmar las mariposas que vivían en mi estómago desde que había visto sus ojos verdes por primera vez, pero no fue suficiente. Di vueltas y vueltas en la cama, todos los acontecimientos de las últimas horas todavía estaban frescos en mi mente. Si dormí una hora fue mucho, a las nueve y media de la mañana harta de no saber qué hacer con mis nervios, me duche rápidamente, me puse mi short de jean y mi remera de Madonna sin corpiño ya que seguramente el Dr. Amor estaría durmiendo. Agradecí a Dios haberme comprado un celular en el que podía escuchar música. Me puse los auriculares y tratando se hacer el menor ruido posible baje a la cocina para hacerme unos mates. Pretendía sentarme en la sombra de la galería en una de esas reposeras de ratán gigantes que tenía la mansión cerca de la piscina y relajarme.

Abrí con mucho cuidado las puertas de vidrio que dirigían al parque para no hacer ruido. Cuando gire, lo vi era Mariano que iba de un extremo al otro de la pileta nadando sin siquiera levantar la vista. Me quede paralizada y mientras mi cerebro debatía si tenía que quedarme o subir de nuevo a mi habitación mi traicionero cuerpo se movió hasta la orilla. Apoye el mate en el borde la pileta y espere hasta que Mariano llego.

Se agarró del borde y sacudió su pelo, me miro y una gran sonrisa se deslizo hacia arriba empezando en la comisura de sus labios. Bebió el mate sosteniéndolo con sus preciosas manos de cirujano y me lo entrego antes de salir por las escaleras de la piscina .Saque mis auriculares de mis oídos ya que al parecer mi plan de pasar en soledad la mañana se había frustrado.

Mi mente iba en todas las direcciones. El fue el primero en hablar gracias a Dios porque cuando vi ese cuerpo torneado bronceado, el agua escurriéndose por cada musculo perdí la capacidad del habla.

-estas cumpliendo tu palabra- dijo mientras agarraba una toalla que había dejado en el piso y se sentaba en una de las reposeras a la sombra. En silencio lo seguí me senté con mis piernas dobladas  y cebe el mate vacío – en realidad para ser honesta no podía dormir- dije tratando de no mirarlo porque era demasiado difícil mantenerse cuerda cerca de tanta perfección.

-si yo tampoco

- ¿y qué te parecen mis mates? Pregunte sólo para entablar una conversación y evitar que la sangre que corría a toda velocidad por mis venas me delatará, después de todo ese Adonis era cirujano quizá podría descubrir que tenía elevada la presión arterial y que vergüenza si adivinaba que era por él y sus abdominales.

Sin dejar de mirar  mis ojos y con esa sonrisa que lo caracterizaba  dijo muy tranquilo –realmente me gustan.

Desvié la mirada porque por un minuto me pareció que esa frase quería decir algo más. Después de la otra noche todo estaba confuso para mí. Era verdad que había tomado la decisión de no sentirme incomoda a su alrededor aunque por momentos era bastante complicado mantener esa resolución. Ignore ese sentimiento y acercándome quizá más de lo necesario levante la cadena con una cruz que tenía en su cuello rozando con mis dedos su pecho desnudo. El hormigueo que sentí en mis dedos no me hizo estremecer tanto como el salto que el dio separándose de mi contacto.

«Estúpida Celina ¿cómo se te ocurre tocarlo?»

Trate de poner mi mejor cara como si nada hubiera pasado ya que no era buena manejando el rechazo. Lo primero que se me ocurrió es pedirle perdón.

-¿por qué? Me dijo mirándome como si le hubiese dicho que tenía dos cabezas.

-tartamudeando dije – es...es que nunca vi que tenías una cadena...yo quería saber...no me di cuenta...

"El envase perfecto" #ovniawards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora