Solo eramos ella y yo, no había nadie más en nuestras vidas. Siempre fuimos mi madre y yo. Pero ella se ha ido y me ha dejado solo, la vi partir, vi como el brillo de la vida desaparecía poco a poco hasta que la oscuridad de la muerte era lo único que se veía.
Algo se rompió en mi interior, pude sentir como se llevaba parte de mi vida junto a ella, pude sentir que parte del brillo que desapareció de sus ojos me pertenecía, sentí cuando el frío cubrió mi corazón.
– No me dejes –––grité aferrándome a su ropa–––
Las lágrimas inundaban mi rostro y una opresión en el pecho me impedía respirar. Sentía que al igual que a ella la vida iba a abandonar mi cuerpo. Lo desee.
– Prometiste que no me dejarías. No te atrevas a romper esa promesa –––grité con mayor intensidad–––
Me sentía sofocado, me sentía incompleto, sentía una agonía dentro de mi de la que nunca en mis dieciséis años de vida había sido consiente.
Me aferré a su delgado cuerpo con fuerza, quería influirle parte de la vida que latía en mi interior y hacerla despertar. Quería abrazarla, no me importaba si fueran solo unos cortos segundos, solo quería que su corazón volviera a latir.
No lo hizo, y por más estúpido que parezca ahora, la odie.
Se suponía que después de esto tendría que haber vivido de la manera que ella hubiera querido, se suponía que aunque ya no estuviera, la tenia que hacer sentir orgullosa.
Pero no.
Ella no cumplió con su promesa, se fue y me dejo solo. ¿Por qué yo si debería hacerlo? Ella murió, todo en ella falleció. Pero yo vivía muerto, en todo aquello, yo fui el que salió perdiendo.
A pesar de haber crecido rodeado de drogas y pandillas, yo no había sido participe de todo aquello, sin embargo pocos días después de la muerte de mi madre, me refugie en ello, me era imposible pasar un segundo sin ninguna sustancia corriendo por mis venas. En los momentos que estaba lucido sentía que vivía igual que cuando ella estaba, y no quería, no podía vivir y actuar como si todo siguiera igual, no cuando todo mi mundo se había destrozado, y había caído sobre mi. Todo lo que alguna vez me había resultado imposible, se había convertido en mi puerta de salida.
Dos años después la policía me pilló con una buena cantidad de droga en el bolso y un revolver, ilegal por supuesto. Estuve en una correccional dos años y medio, me dejaron en libertad seis meses antes de cumplir con mi condena, por buena conducta. Al salir no tuve a donde ir, no tenia a nadie esperando por mi, simplemente estaba solo.
Anduve en las calles como un mendigo, cinco meses, los suficientes para que mi apariencia física terminara de alejarse más de la que era tiempo atrás. La barba me había crecido considerablemente, no había una porción de mi cuerpo que estuviera limpia, mi ropa estaba raída y andrajosa, y lo que era peor, el olor a putrefacción que salia de mi.
Estando en la calle se acercó a mi un hombre bien vestido, lo cual me dejó anonadado, ¿que quería un hombre trajeado con un gamín?
Fue ese día cuando escuché hablar no por primera vez de mi padre. Aquél hombre dijo que mi padre lo había enviado a hablarme, me dijo que mi padre quería que fuera en su busca, que él quería ayudarme. Me reí con amargura, recordando las veces que mi madre y yo pasamos hambre, recordando las veces que la oí pedirle ayuda, recordando su mirada vacía cuando murió y yo no pude hacer nada para evitarlo.
Una lágrima negra rodó por mi mejilla cargada de odio y resentimiento.
– Digale que no necesito ni quiero de su ayuda –––dije con repulsión, escupiendo cada palabra como si fuera veneno––– digale que he sobrevivido sin él, y lo seguiré haciendo –––agregué apretando los puños con fuerza. La rabia crecía en mi interior–––
El hombre me observó sin ninguna clase de emoción en su rostro, luego sonrió con ternura y dijo antes de marcharse:
- Él va a esperar por ti. –––y se marchó–––
Los días siguientes a aquella conversación fueron los peores, más duros de lo habitual. Pasaba días enteros sin comer, y noches sintiendo que mi cuerpo se congelaba. Fue ese mes cuando me di por vencido, todo lo vivido me doblego y mató mi orgullo. Fui en su busca y le hallé. Tal y como había dicho, él me estaba esperando.
Él cambió mi vida de una manera que jamás había creído posible.
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Amor Real (Terminada)
RomanceHay amores que no se conocen, se reconocen. Hay amores que no nacen, simplemente crecen. Hay amores elegidos, y otros predestinados. Hay amores reales.