Antecedentes: Así empezó todo

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16/agosto/2016 – Día del anuncio oficial

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16/agosto/2016 – Día del anuncio oficial

Alberto Rivera, autor de una docena de libros, levantó la cabeza; estaba terminando de escribir un capítulo de su nueva novela sin saber sobre qué escribía. Dentro de las sombras de la casa, sólo se podía escuchar el golpeteo de las teclas sobre la hoja. Las cortinas estaban cerradas, como si el sol fuera un intruso al que no se le permitiera el paso. Llevaba tres días ahí sentado, tecleando sin parar, sin descanso. Era como si algo malvado estuviera detrás de él, vigilándolo desde las sombras.

Cuando terminó de escribir, tomó las hojas y de un movimiento las juntó. Salió de su casa, a la luz de la tarde, después de dos semanas de estar encerrado.

Bajó la colina con esfuerzo, pues sus 61 años ya le impedían ser más rápido y seguro en sus pasos. Su caminar robótico resultaba extraño. Treinta minutos después llegó hasta el edificio de Multimedios Nocturnos, que se localizaba en el centro de Valle Negro. Subió al tercer piso de las instalaciones, donde todos lo miraban al pasar. Caminó despacio, sin prisa, como sonámbulo, seguro de la puerta que estaba buscando.

Golpeó dos veces y la puerta se abrió. Edmundo Durán, gerente de la empresa, se asomó y lo invitó a pasar a la habitación, que era la sala de prensa. Otras personas también estaban ahí.

-¿Qué podemos hacer por ti, Alberto? –Dijo Edmundo con una sonrisa a su viejo amigo.

-Quiero anunciar mi nueva novela. –Respondió Alberto mecánicamente, sin ningún tipo de emoción en su voz ni en su rostro.

...

Para las ocho de la noche, en la segunda emisión del noticiario local de Radio Nocturna, se anunció que el escritor Alberto Rivera estaba por publicar su nueva novela. Después de toda una tarde especulaciones, en la que el rumor se corrió como el viento por todo Valle Negro, para esa hora todos los aparatos de radio estaban encendidos. En cada casa del pueblo se sintonizó la misma estación, y la voz de Emilio Huerta se repetía y se escapaba por las ventanas abiertas.

Era una noche fría y airosa cuando se dio la noticia. Las familias se reunieron en torno al aparato de radio con una sonrisa, platicando animadamente sobre lo que vendría.

Escuchaban atentamente para saber qué fecha podrían conseguir la novela en la librería local, pero se llevaron una sorpresa cuando el locutor anunció que la novela se iría publicando por capítulos cada domingo, en la versión dominical del periódico El Nocturno. Nunca antes Alberto Rivera había utilizado esa estrategia para promocionar su libro. Se quedaron toda la noche confundidos, pero con la única certeza de que cada domingo irían a primera hora por un ejemplar de El Nocturno.

A las ocho de la noche, hora en que se anunció la novela, las luces amarillas de todas las casas en Valle Negro estaban encendidas menos una: la de la casa sobre la colina. La casa del escritor.

...

Y así, llegó el terror de nuevo a Valle Negro. Llegó bajo la pluma del escritor, en la tinta negra de sus palabras, cobrando vida cada una de ellas para atormentar a su destinatario. Llegó el terror en forma de cartas, que en realidad eran cuentos, que escribía el escritor inconsciente bajo el poder de una fuerza turbia, envolvente y maligna, que habitaba en Valle Negro desde tiempos remotos.

Esas historias, resumidas en una página o dos, aparecieron pronto en los buzones, tapetes, puertas, entradas de las casas de los habitantes del valle. Palabras escritas que danzaban sobre la hoja, vibraban, se retorcían creadas por el infinito poder que alberga la ficción; un poder capaz de volverse más real que la realidad misma. Palabras que, al ser desdobladas y leídas sobre la página, se congelaban ante los ojos incautos de quien las leía y las vivía.

Cada día una persona recibió un cuento, que se volvería real y los encerraría dentro de su narrativa, para que la ficción cobrara vida y los delimitara en las fronteras de su historia.

Así fue como Alberto Rivera escribió los primeros capítulos de su nueva novela; encerrando a Valle Negro, una vez más, en las páginas blancas que iba escribiendo. Contando su historia y encarcelándolos en la ficción.


Sin RemitenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora