Con el demonio adentro. Parte III

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—¡Por Lilith! Ya están aquí. Fueron más rápidos esta vez. ¡Maldición, maldición, maldición!

—¡Quieres dejar de maldecir loca!— protestó July y enseguida escuchó un "shfff" mental seguido de la voz de Johanna, que ahora le hablaba en su interior directamente.

Aquella se había acuclillado detrás de la barra de la cocina, no sin antes tomar un cuchillo, el más afilado que su anfitriona tenía, considerando que era vegetariana.

—Por favor Julieth, sé que no crees nada de lo que te digo, pero tienes que darme ahora el control del cuerpo, o ambas moriremos antes de lo previsto.

La pelirroja no supo si era el miedo a la muerte lo que la hizo ceder y entregarse, pero cuando sus nuevos ojos vieron el cuchillo tan cerca de su rostro, lo hizo.

Haré lo que desees, ten el control del cuerpo si eso te hace feliz, pero te pido por lo que más quieras no nos mates —suplicó en su cabeza con voz trémula.

¿Qué? —Joha no pudo evitar soltar una carcajada—.No seas idiota, no voy a matarte, por la evidente razón de que necesito tu cuerpo ¡¿hello?!— July no sabía cómo, pero podía imaginar que la otra estaba haciendo un giro de ojos mental—. Voy a matar lo que acaba de colarse por la ventana de tu cuarto —explicó su huésped.

Enseguida, habiendo aprovechado el reciente pensamiento de Julieth sobre el agua bendita, Joha recordó dónde estaba aquella botellita que las monjas, que estaban en el convento ubicado a unas calles de su departamento, le habían obsequiado, con motivo a las recientes festividades, claro que ese obsequio había sido a cambio de su generosa "colaboración" para con las viudas y los huérfanos.
"Monjas tacañas" pensó la demonia.

Luego tomó la botellita ubicada sobre la nevera para bañar con dicha agua el cuchillo, al tiempo que recitaba unas palabras en un lenguaje antiguo, quizá una lengua muerta, desconocida para Julieth.
Esta última, captó un atisbo de "algo" moviéndose, arrastrándose hacia la cocina de su apartamento y envió una señal a Johanna.

Entonces sus ojos se enfocaron por completo en ese "algo" y July supo lo que era.

"Un gusano infernal" Eso fue lo que pensó Johanna al ver a esa masa viscosa de cuerpo gelatinoso casi traslúcido escurriéndose, reptando, por la sala de la casa.

Luego Johanna le hizo saber a su anfitriona que el nombre exacto de este tipo de demonio era Drevak. Se trataba de una criatura totalmente ciega, aunque nadie se fijaría en sus ojos, cuando toda la concentración radicaba en su enorme boca. Un pozo negro recorrido por hileras dobles de finos dientes, como agujas afiladas, dispuestas de forma espiralada, que parecían girar como un torbellino dentro de su boca.

"No, dientes no, aquellas eran espinas y venenosas" Supo al momento y se tensó.

Aquella criatura se movía por el suelo dejando un rastro pegajoso de baba iridiscente y aunque no tenía ojos, ella apostaba a que ya las había divisado, porque se dirigía exactamente en su dirección.

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