Hija de la luna

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Los noctámbulos astros plateados fueron absorbidos por el brillo dorado del sol cuando salieron del parque. Para esas horas de la madrugada el cielo comenzaba a aclararse, mostrando, allá en el horizonte, algunas franjas rosas y anaranjadas perfectamente entremezcladas. El trino de los pájaros también precipitó el alba y acompañó su caminata.

—¿Hacia dónde vamos ahora?— preguntó Julieth mientras bostezaba internamente, y el bostezo inevitablemente se trasladó a Johanna, quien lo exteriorizó.

July estaba realmente agotada y su voz mental se oía somnolienta, pero Johanna no se permitía descanso. "El tiempo apremia" Le había repetido varias veces. Aun así su cuerpo sentía signos de cansancio y además estaban cargando peso. Las armas pesaban.

Su huésped, llevaba algunas encima, pero a falta de un morral adicional, había guardado la mayoría dentro de la mochila, luego de cambiar sus ropas mojadas y consumir parte de los alimentos, lo cual Julieth agradeció en el alma. Claro, que hubiera preferido no vomitar parte del temprano desayuno luego. Pero Johanna había vuelto su estómago sensible a la comida orgánica.

"No te lamentes por eso, compraremos buena comida en el trayecto" Le había dicho a modo de disculpa y luego de aquello había preferido guardar silencio.

Del Señor de los elfos y las hadas ni mención. Aunque Julieth sabía que la otra se había molestado por permitir que su anfitriona indagara sobre su vida personal, pero no al punto de hablar de ello, o de quejarse. Al fin que fue la misma Johanna quien en su propio descuido le había mostrado aquel recuerdo.

—Primero, iremos a un sitio seguro a ver a alguien y con suerte ese alguien nos dará alguna información relevante respecto al día del advenimiento.

—¡Vaya gracias! Has resuelto todas mis dudas con tan brillante explicación. Ya puedo morir en paz. —Julieth se quejó ante la respuesta banal y blanqueó sus ojos — El suministro de información que me has brindado es propio de un alumno de Jardín de Infantes.

Dudo que en el Jardín de Infantes los niños ya manejen términos como "advenimiento"— ironizó la otra—. Pero si quieres coordenadas más precisas tendrás que seguir el trayecto de mi dedo—Señaló un punto dos calles más abajo desde donde estaban, hacia un conjunto de edificios de media envergadura, que bien podrían ser departamentos. Al parecer alguno de ellos, era el lugar seguro al que se estaba refiriendo.

—¿Cómo será ese advenimiento del que hablas? Me refiero, a ¿cómo moriremos los humanos? —volvió a insistir July.

—Aún no sé exactamente cómo... Lo que sí sé es que desde que la humanidad desapareció, contrariamente a lo que se creía, el mundo no se ha vuelto un lugar mejor. Una vez que el equilibrio que brindaban los tuyos respecto a las demás especies se quebró, todo se sumió en un caos.

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