Capítulo 28

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-Entonces... ¿Me dices que nunca te gusto la música?- Preguntó algo sorprendida, pues ella sin música no podía vivir.

-No, nunca.- Él la miro divertido al observar la cara de sorpresa de ella.

-Wow, no sé cómo haces. La música lo es todo para mi.- Y si, la música siempre estuvo en su vida, acompañando tanto los malos momentos como los buenos.- No te gusta escuchar música, no te gusta ver películas, supongo que tampoco te gusta leer...- Le dijo más como afirmación y el asintió dándole a entender que estaba en lo correcto.- Eres un marciano.- Eso había salido con tanta naturalidad de la boca de la chica que hizo que Justin soltara una carcajada. Ella frunció el ceño y lo miró raro.- ¿De qué te ríes?

-De ti.- dijo aún con una gran sonrisa y con la vista en la carretera.

-Oh gracias, eres un dulce.- dijo con sarcasmo. Él volvió a reír.

-Lo sé, nena.-Contestó para molestarla. Ella le hizo una mueca graciosa para después girar la cabeza y ver por la ventanilla.

-¿Tienes hambre?- Le preguntó después de unos minutos de silencio.

-Pero aquí no hay ningún lugar donde parar a comer.

-Si despegaras la vista de la ventanilla podrías ver que hay un lugar de comida rápida justo en frente.- Ella volteó a ver y si, allí estaba el lugar en medio de la ruta. Había un gran cartel que decía parador "El grande". Ella sonrió con inocencia.- Espero que las porciones sean grandes como lo dice el nombre.- Soltó una carcajada y negó con la cabeza. Justin estacionó el auto y bajó para luego rodear este y abrir la puerta de ella.

-Gracias.- Le agradeció.

-Soy todo un caballero.- Sonrió. Ella bajó del auto y miró el paradero de en frente suyo. Ambos entraron. La música country que estaba sonando en la radio se escuchó apenas se adentraron. Había un gran mostrador donde los hombres estaban sentados y comiendo. Era como comer al paso. Había otras mesas a los costados con algunos tipos más que conversaban o tomaban de su cerveza como si fuese lo último que harían en sus vidas. Él gruñó. Había demasiados hombres como para que Celia estuviera allí. Demasiada testosterona.

-Sentémonos ahí.- sugirió señalando una mesa que dejaba ver hacia la ruta debido al gran ventanal. Justin negó con la cabeza.

-Mejor vámonos.- Ella frunció el ceño y lo miró confusa.

-¿Por qué?

-Solo vayámonos, ya encontraremos otro lugar.

-No, Justin. Tengo hambre y no habrá otro paradero a menos de 2 horas de aquí.- Tenía razón. De suerte habían encontrado ese paradero así que si querían comer, debían hacerlo allí.

Justin soltó un bufido y asintió. La siguió por detrás hasta la mesa que había elegido y se sentaron.

-¿Qué vas a pedir?- le preguntó él. Ella se encogió de hombros.

-Milanesa con papas fritas ¿tu?

-No lo sé, no quiero comer aquí así que no voy a pedir nada.- Habló con seriedad.

-¿Se puede saber qué te pasa? ¿Porque ahora te pones así de ca.brón?

-Me pasa que no me gusta traerte a un lugar donde hay hombres borrachos. Eso.- Ella sonrió y negó con la cabeza.

-Deja de exagerar.

En ese momento una pelirroja con un delantal del lugar en la cintura apareció con una sonrisa coqueta. Era una mesera. Miró a Justin y lo devoró con solo mirarlo.

-¿Qué vas a pedir, guapo?- Celia inmediatamente fulminó a la mujer con la mirada pero esta ni siquiera la miró, solo estaba comiéndose con los ojos a Justin. A su hombre. Solo de ella.

-Una hamburguesa y huevos frito aunque... con el hambre que tengo podría comerme todo.- Contestó Justin con un dejo de coqueteo en lo último que dijo y ella obviamente lo notó. Abrió la boca levemente, sorprendida por la actitud de Justin.

-Bueno pues... eso no sería un problema...- La pelirroja mordió su labio.

Celia carraspeó su garganta, haciendo que la mesera dirigiera su atención a ella de mala gana.

-Quiero una gaseosa de pomelo y milanesa con papas fritas por favor, también te voy a pedir que dejes de coquetear con mi hombre. Ah, y te aconsejo que utilices otra marca de tintura porque esa hace que tu cabeza se vea como un fosforito encendido y huele a quemado como uno. Gracias.- Terminó de decir todo aquello sin haber parado y con una sonrisa de autosuficiencia. La pelirroja la miró atónita por unos segundos y luego su mirada cambio a una de rabia. Si, rabia porque ese dios griego fuese el hombre de Celia y no el de ella.

La camarera se dio media vuelta y se fue sin decir más. Ella apoyó ambos brazos en la mesa y se inclinó para quedar más cerca de él. Lo miró con una ceja levantada y esperando una explicación.

-¿Qué crees que hacías?- Justin se encogió de hombros, haciéndose el inocente, lo que hizo que le agarrara más rabia.- ¿Es en serio, Justin? ¿No era que no querías comer nada? ¿Y ahora te quieres comer todo?- Esa última pregunta la dijo en tono de coqueteo e imitando la voz de Justin hacía unos segundos.

-Cambie de opinión.- Ella abrió su boca con indignación.

-Oh si, cambiaste de opinión cuando la mesera ramera con pelo de cabaret se te quiso tirar.- Él volvió a encogerse de hombros. La escena se le hacía divertida y quería hacerla enojar más aunque ya era obvio que estaba celosa.- ¿Sabes qué? Nos vamos.- Justin negó con la cabeza.

-Deja de exagerar.- Utilizó las mismas palabras que ella le había dicho minutos atrás. Lo fulminó con la mirada. 

-Entonces me iré yo solo. Cuando termines de coquetear con la zorra que hay en este lugar como mesera, ve al auto.- Se levantó de su asiento hecha una furia y comenzó a caminar pero una mano agarró su brazo impidiendo que siguiera su paso.

-¿Estás celosa?- le preguntó con un tono divertido en su voz que ella notó.

-No.

-¿Por qué no lo admites? Se te nota, nena.- Suspiró profundo para tranquilizarse. Quería golpear en la cara a Justin por tomarse todo eso como un chiste.

-Suéltame si no quieres que mi puño aterrice en tu rostro.- Eso le causó más gracia.

-Wow, parece que desde ahora viviré con una chica agresiva.- comentó con una sonrisita burlona.

-No vivirás con nadie agresivo porque vas a vivir solo.- Justin frunció el ceño. ¿A qué se refería?

-¿Qué quieres decir?

-Que cambie de idea y no quiero irme contigo a vivir.- Mintió. Mintió porque los celos la hacían decir esas cosas que no eran cierto. Ella moría de ganas por vivir con él. Justin sonrió levemente. Esa sonrisa de niño mimado que ponía siempre para conseguir lo que quería.

-No te enojes, nena. No me interesa la mesera, solo quería ponerte un poco celosa.

-¿Te parece gracioso hacer eso? Eres un idio.ta.

-¡Hey! Tendré que castigarte por haberme llamado así.- Ella rodó los ojos y se volvió a sentar en su asiento.

-Si claro.- Soltó con sarcasmo. Él asintió. Su mente comenzó a formular un montón de ideas, un montón de imágenes, de formas para castigarla y la verdad era que le excitaban mucho. Ya la castigaría. Ahora que vivirían juntos nada lo podría parar, ahora tendría todo el tiempo para disfrutar tanto él, como hacerla disfrutar a ella. Ahora nadie podría decirle que no.

Without control 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora