Capítulo 41

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-¿Soda o jugo?- Le preguntó Justin levantándose de la cama donde habían estado acurrucados todo el día mirando películas viejas. Aunque no le ponían atención a las películas, disfrutaban la felicidad que les producía simplemente estar juntos, acurrucados y hablando. Celia lo jaló del brazo para impedirle que se levantara del todo.

-Quédate...- Le pidió haciendo un puchero gracioso.

-Solo voy por algo de tomar, no me iré a ningún otro lado que no sea la cocina.- Bromeó. Ella lo soltó y sonrió levemente.

-Soda.- Respondió a su pregunta anterior. Él asintió y se dirigió a la cocina, abrió la heladera y busco dos latas de cola. Volvió a la habitación y se sentó a su lado después de haber cerrado la puerta. Estiró su brazo con la soda para dársela.- Gracias.- Agradeció abriendo la lata. Observó a Justin dar un trago largo y luego apoyarla sobre la mesa de luz. La miró.

-Ven...- La llamó, abriendo sus brazos para indicarle que quería envolverla con estos. Y eso hizo. Celia se tapó con las sabanas y se acercó a Justin para luego acurrucarse en su pecho. Aprovechó a dar una gran bocanada de aire logrando así sentir su aroma a menta que tanto le gustaba.

-Me gusta tu aroma.- Le confesó. Justin sonrió y la abrazo más contra sí. Depositó un casto beso en su frente.

-A mí me gustas tú.

Ella se mordió el labio inferior levemente. En un movimiento rápido quedo encima del cuerpo de Justin. Ahuecó su mejilla con su mano y lo besó. Lento. Un beso sutil que dejaba con ganas de más. Aunque vamos, él siempre se iba a quedar con ganas de más. Nunca era suficiente cuando se trataba de esa mujer. Dejaron de besarse y ella escondió su cabeza en el hueco del cuello de Justin. Él comenzó a acariciar su cabello, metiendo sus dedos entre las hebras sedosas de este. Soltó un suspiro y deseó que el tiempo se paralizara para poder vivir por siempre en ese momento tan especial. Tan de ellos. Porque dentro suyo sabía que algo andaba mal, solo que no le quiso comentar nada.

Había llamado a Elliot ayer para saber cómo andaban las cosas en Miami. Al parecer Joseph seguía buscándolos pero estaban igual que siempre, no encontraron ni una pista de donde podían estar ellos. Aunque aún le preocupaba. Y de Ricardo no sabía nada pero tampoco se quedaba tranquilo por esa parte ¿Por qué no los podían dejar en paz y ya?

Miró hacia el reloj colgado en la pared. Eran las ocho y media de la noche. Habían estado todo el día de esa manera. Acostados. Habían desayunado en la cama, almorzado en la cama. Era increíble como el tiempo pasaba cuando estaban juntos. Dicen que cuando algo no te gusta el tiempo pasa lento, como si de una eternidad se tratara pero cuando algo te gusta el tiempo se va en un santiamén. Eso lo explicaba todo.

Repentinamente Justin escuchó un ruido. Frunció el ceño. Era como un ruido de un auto que estaba a lo lejos pero se acercaba más y más. O varios autos. Y después se escucharon disparos. Ella inmediatamente dejó de apoyar su cabeza donde antes estaba y miró a Justin a los ojos con preocupación. Preocupación y miedo. Abrió la boca para hablar pero Justin puso su dedo índice sobre esta indicando que se callara.

-Shh.- Apretó la mandíbula.- Iré a ver....- Se removió debajo del cuerpo de la muchacha por lo que ella se quitó de encima suyo. Justin se levantó de la cama y rebuscó su arma en el cajón de la mesa de luz. Con cautela se acercó a la ventana tapada por la cortina. Corrió un poco esta para poder ver. De ese lado de la casa no lograba ver a nadie. Soltó una maldición y se dirigió hacia la puerta de la habitación para inspeccionar fuera pero antes de que pudiera abrir la voz de ella lo detuvo.

-Justin...

-Iré a ver. Tu quédate aquí.- se dirigió al armario, lo abrió tirando la ropa que estaba doblada y buscó su otra arma. Extendió su brazo para que después ella la tomara.

Without control 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora