Capítulo 44

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Y así estuvieron por varios minutos. Abrazados. Él conteniéndola mientras que ella se desquitaba de la pesadilla que vivió, llorando. Llorando por el alivio que sentía al tenerlo cerca otra vez. Se fueron separando y la miró a los ojos. A esos ojos bonitos que ahora estaba llenos de lágrimas.

-¿Te hicieron algo?- Preguntó. La preocupación se notaba en su voz. Ella negó pero igualmente él la miro de arriba abajo y su mirada se detuvo en la herida de su pierna que estaba sangrando. Volvió la vista a sus ojos.- ¿Quién te lo hizo?- Su sangre hervía por lo ca.breado que estaba.

-No es nada...

-Si lo es. Por dios nena, está sangrando.- Volvió su mirada a sus ojos. Quería curarle todas sus heridas a base de besos.

-Tú también estas lastimado.- Dijo observando su pantalón desgarrado y la mancha de sangre que estaba en ese sector.

-Un hijo de pu.ta me disparó.- Ella lo miró con preocupación.- igual solo fue un roce.

-No lo creo.- Negó.

-¿Te duele la pierna?-La interrogó queriendo desviar el tema para que ella no se preocupara por él. Después de todo la herida de su pierna era lo que menos le importaba.

-Solo un poco...

-Ya estás conmigo, amor. Nadie te hará daño.-La estrechó entre sus brazos.

-Pensé que te perdería.-Confesó ella, recordando lo que el tipo le había dicho; "Quizás Bieber ya este muerto" 

Dejó salir sus lágrimas una vez más.

-No voy a dejar que nos separen otra vez.- Ella notó la sinceridad en sus ojos y deseo que fuera así. Pero ahora que los habían encontrado no sabía como seguirían las cosas.

Se abalanzó para abrazarlo fuertemente. No quería soltarlo. El olor abrumador de él la invadió como siempre lo hacía. Sentir su olor a menta era como sentirse en casa. La hacía sentir mejor. Ese aroma quedaría en su memoria por siempre.

-Vamos gatita.- Susurró él en su oído. Ella lo miró con el ceño fruncido. A su casa no podía volver ya que Ricardo podría agarrarla y al departamento de él tampoco.

-¿Donde?

-Al departamento de Elliot.- Asintió.

-¿Elliot sabe que nos encontraron?

-No lo sé. Necesito hablar con él.- La tomó de la mano y comenzó a caminar pero luego paro en seco. Ella lo miró con el ceño fruncido y algo de temor por su repentino movimiento.-¿Puedes caminar?- Terminó por preguntar. Ella sonrió levemente con alivio y dedicó una mirada tranquilizadora.

-Es solo un corte, no es que no pueda caminar por eso.

Justin asintió conforme y siguió caminando con ella detrás. Un corte en la pierna no impedía que una persona no caminara pero le parecía que Celia era tan frágil, tan pequeña, que el mínimo rasguño que tuviera la partiría. Para él era como una muñequita de cristal de la que estaba dispuesto a cuidar.

Salieron del cuarto donde la habían tenido secuestrada. Ella abrió la boca con sorpresa al ver a tres tipos sembrados en el suelo, muertos. Eran los que la tenían cautiva. No dijo nada, solo camino detrás suyo hasta que salieron de ese horrible lugar. Allí, en frente había un auto color blanco estacionado.

-No sabía que tenías otro auto.- Soltó cuando él desactivo la alarma. El auto con el que habían ido a Nueva Orleans se había quedado allí.

-No es mío. Cortesía de Joseph por todo lo que nos hizo pasar.- Sonrió con picardía recordando cuando fue al garaje de Joseph y agarró sin premiso las llaves de uno de sus lujosos autos. Rodeó el vehículo para abrirle la puerta a ella. Cuando entró, cerró esta. Él también se adentró al auto y arrancó el motor. 

Anduvo por las calles desoladas de Miami hasta que se mezcló con el tránsito. De reojo miró a la chica. Ella estaba viendo por la ventana. Apretó la mandíbula por la ira cuando se percató de que o tenía su blusa. Seguro que uno de los mal.ditos que la tenían cautiva, se la saco. Tenía solo su brasier. Su short blanco tenía una mancha de sangre. Volvió la vista a la carretera porque sabía que si seguía analizando que le habían hecho, golpearía al primero que le cruzara.

Justin pensó en todo lo que tenía que aclararle y después de suspirar, habló.

-Nena...- La llamó. Ella desvió su atención a él.- Hice un trato con Joseph...- La miró por un segundo pero después volvió la vista a la carretera.-...él está planeando matar a Ricardo y debemos ayudarlo. Cuando Ricardo ya esté muerto, dijo que nos dejaría en paz.

-¿En serio? ¿Confías en la palabra de Joseph?- Él se tensó.

-Yo... no lo sé. Es la única manera de poder terminar con esto.

Ella suspiró mientras asentía.

-Ya terminará.-Lo tranquilizó.

Después de haber manejado unos diez minutos, estacionó el auto frente al edificio donde estaba el departamento de su amigo. Justin abrió la puerta para salir del vehículo pero la voz de ella lo detuvo.

-Justin, no puedo salir así.- Él la miro. Tenía razón. No podía salir sin una blusa y con el short manchado de sangre.

-Espérame, veré si hay algo dentro de este auto.

Abrió el baúl y examino lo que había dentro. No le sorprendió ver el arma reluciente que se encontraba escondida. Siguió revolviendo entre las sabanas que estaba estiradas allí y encontró una campera. Sonrió satisfecho.

-Ponte esto.- le entregó la prenda. Ella la miró y se la colocó. Ahora sí, salió del auto. Él sonrió con amplitud cuando vio que la campera le iba grande. Muy grande. Le llegaba a tapar el short por lo que dejaba sus piernas largas, descubiertas. Por desgracia la herida seguía viéndose un poco pero más no se podía hacer. La tomo de la mano.

Aprovecharon que un hombre salía de edificio, pera adentrarse ellos también haciéndose pasar por inquilinos. Subieron por el ascensor y cuando estuvieron frente a la puerta de Elliot, Justin tocó. Segundos después su amigo abrió. Su semblante relajado cambio a una expresión de sorpresa y a la vez confusión.

-¿Qué mierd...? ¿Qué hacen aquí? Pensé que no volverían.

La sorpresa que reflejaba su rostro demostraba que Elliot no sabía nada de que los habían encontrado.

Without control 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora