VI.

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Lo primero que siente al estar dentro del hospital es miedo, terror puro, su frio sudor recorre toda su espalda, todo su cuerpo más bien, porque Yuuri, su Yuuri, su amado esposo, el amor de su vida, está en el hospital, en quien sabe cuál estado y lejos de él. El difícil transito no le dejaron llegar más a tiempo, perdió dos horas, su respiración esta agitada, no sabe si por correr del estacionamiento al edificio o del miedo, probablemente la segunda, tiembla como nunca lo hizo, y tiene las lágrimas en los ojos, como hace horas cuando iba en camino y el trafico lo desesperó tanto que comenzó a llorar y a gritar, y a maldecir a desear morir si Yuuri lo hacía, todo en ese momento se volvió en su contra: el tránsito, la poca gasolina que tenía, su móvil sin batería, a nadie a quien llamar o buscar que pudiese decirle algo. De milagro no perdió la cordura. El efecto Murphy es horrible. Las cosas no estaban marchando como debían.

Se acerca a la enfermera que está en la barra de recepción con el semblante preocupado y jadeando pide la información de su marido, esperando que nada malo pase. Pero esta en el quirófano, siendo operado por el fuerte golpe que recibió en la espalda, y los cirujanos están al pacer haciendo milagros para que no muera y para que salga de la operación con todos sus sistemas funcionando.

¿Qué pasó?

¿Por qué su amado está ahí?

¿Qué está pasando con su vida?

¿Por qué tuvo que conocer y enamorarse de Yuuri?

La enfermera le da indicaciones de esperar fuera de los quirófanos, donde los pocos conocidos del japonés lo esperan con la misma desesperación. Jadea aun con el semblante destruido, y la enfermera no puede evitar mencionar donde están las bebidas y donde está la tienda farmacéutica, pero él no logra escuchar nada. Solo quiere ver a su marido, abrazarle, besarle, pedirle perdón, hacer lo que sea, pero seguir conservando su tesoro.

"Le lastimas" escucha en su mente de manera sutil. Que realidad tan dolorosa. Él es la razón de todas las desgracias que le pasan al japonés.

Que egoísta es. Pero aun así le sigue amando. Tanto.

Gira justo en el pasillo donde la enfermera le indico y al divisar al moreno la sangre le hierve. ¿Qué esta haciendo ahí?

-¿Qué estás haciendo aquí Nikiforov?- pronuncia el tailandés con la ira marcada, apretando los puños y mirándole con oído cuando ambos se encantan de frente.

-Estoy aquí por mi Yuuri.

El rubio se acerca un poco confundido por la situación pero sin perder la postura, le mira extrañado y se posiciona entre ambos.

-¿Qué está pasando?- pregunta con irritación ante el comportamiento de ambos adultos dentro de un hospital.

-¡Lárgate Nikiforov! ¡Yuuri me necesita a mí!- grita el moreno.

Una enfermera acompañada de Otabek llegan con los tres hombres, Yuri y Otabek miran a los otros dos con desagrado y molestia.

-Este no es un lugar donde deban y puedan gritar.- reprende Yuri.- ¿Usted es Viktor?- el ruso asiente reconociendo su voz de la persona que le informo el accidente.

-Por favor dígame ¿Qué fue lo que pasó?- musita con nervios ignorando al tailandés que se acerca al ruso.

-No he terminado...- responde con molestia apretado el hombro del mayor

-No discutiré contigo mi matrimonio, Chulanont.- se gira para mirarlo con ira ignorando a las tres personas presentes.

-En menos de un mes ya no habrá matrimonio.- murmura con una ira sínica.- Yuuri será mío.

Perdóname amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora