"Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido"
Dos almas que se aman.
Dos almas que no se creen adecuadas para estar juntas.
Dos almas que se hacen daño.
Dos almas que la felicidad les hizo olvidar sus errores.
Viktor ama a Yuuri. Yuuri ama a Vik...
Viktor mira por la ventana al mundo exterior, de forma tranquila, de forma atenta, como si a fuera estuviese pasando lo más interesante de la vida, pero solo hay un par de gaviotas volando por el nublado cielo de una tormentosa Rusia, va a llover, el cielo lo indica, lo predice, el frio viento cargado con ese olor a lluvia, a húmeda, y casi a tristeza lo indican, tan gris, tan fría, tan triste. Ese clima le tranquiliza, le hace sentirse en calma, o al menos tranquilo, no puede hacer mucho, el collarín y su pierna derecha rota no le dejan hacer mucho. Solo observar por la ventana el clima de Rusia, en el quien sabe que piso del hospital, viendo las horas pasar.
Escucha el ruido de la puerta cuando su concentración es interrumpida, y no tiene que girar a ver quién ha entrado para saber que es su amigo quien le visita o se despide, Yuri entra a su campo de vista cuando se acerca a la ventana e imita al peli plateado mirando por la ventana.
-¿Cómo te sientes hoy?- pregunta ido.
-Mejor.- responde por inercia sin quitar su vista de las nubes grises.
-Lloverá pronto.- indica el rubio después de un rato de silencio.
-Sí, lo hará.- responde cerrando los ojos.
-Me voy ya.- agrega mirándole evitando cruzar sus miradas.- Beka está esperando en casa con Anna y Leo.- agrega murmurando.
-Sí.- se limita a decir.
-Volveré pronto...- murmura.-... y traeré a Anna.- agrega intentando más conversación.
Viktor asiente y vuelve a enfocar su vista al exterior, viendo las nubes grises, las horribles nubes grises que llevan días ahí. Pero que a él le tranquilizan y le calman, que se han vuelto lo más interesante en su vida. Solo ver por la ventana a esperar a que su cuerpo se recupere del accidente.
Solo un par de golpes, nada de qué preocuparse, nada grave.
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Leo abrocha el último botón de su camisa, asfixiado aún, cansado, agotado más bien, suspira con demasiado pesar mirando su reflejo, un horrible reflejo.
Los Altin no usan negro, al menos no desde que se recibieron uno como doctor y otro como enfermero, y el otro porque siempre ha vestido los colore claros como sus padres. El negro es un color que odian usar, aun si de jóvenes les fascinaba, ahora ese color solo lo usan en ciertas ocasiones, como aquella.
Leo escucha desde su habitación el golpe de la entrada principal, y sin mucha discreción mira por su ventana quien ha salido, o si alguien ha entrado. Ambas opciones son correctas, escucha la voz de su padre Yuri llamarles con tranquilidad y entonces suspira, porque desde su ventana puede ver a su amiga.
Anna ha salido de la casa, y camina lentamente con sus zapatillas lisas negras por el césped mojado por las constantes lluvias, falta poco para que se convierta en nieve, y entonces todo será blanco de nuevo.
