XIX.

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Cuando llegan en la noche a su hogar, los tres suspiran cansados. En todo el camino Anna se mantuvo callada, con la cabeza agachada y con las mejillas sonrojadas.

Fue adoptada. Fue adoptada y por esa peculiar pareja. Su respiración es tan difícil que su pecho sube cada dos minutos, increíblemente nerviosos, sin poder controlar su emoción, temblando de alegría. Tiene ya una familia, y no cualquier familia, sino esa familia que en realidad es perfecta a su ojos, lo que han visto de ellos le tiene encantada, su amor, el amor con el que esa pareja se mira es muchísimo más grande del que alguno vez vio en otras parejas que iban al centro, esas miradas divertidas, esos comentarios de la cena, y los comentarios del futuro juntos.

-Anna, no hemos terminado de preparar tu habitación, pero prometemos terminarla el fin de semana.- dice el mayor abriendo la puerta mientras que la pequeña aun temblando sostienen su pequeña maleta y entra a paso lento al hogar.

-N-no importa, puedo dormir el sillón.- responde con nervios.

-Nada de eso, puedes dormir con nosotros, sería bueno conocernos esta noche.- agrega el japonés cerrando la puerta a su espaldas y entrando a la estancia.

La pequeña observa el lugar. Es una casa bastante acogedora, y un poco pequeña a la vez, sin embargo puede ver un segundo piso, que lo que sus ojos captan esta sin uso, huele a yeso, pintura y silicón, como si estuviese recién construido, a eso se referían con que no estaba terminado aún. Entonces construyeron un segundo piso solo para habitación de su nuevo integrante. Ahora está un poco más nerviosa.

-Yuuri y yo pedimos permiso de faltar la siguiente semana, podemos aprovechar toda la semana para terminar la casa.- suelta el peli-plateado mirándolos a ambos con diversión.

-Es que...- comienza el japonés.- El piso de arriba es nuevo, no teníamos espacio aquí abajo para la habitación asique mejor construimos otro piso, mudarnos tampoco nos gustó porque este ha sido nuestro hogar por machismos años.- comenta acercándose a Viktor tomándole de la mano y mirando a la pequeña.- y dado que era un espacio grande hicimos dos habitaciones más, hemos estado pensando para que ocuparlas, pensamos en hacer un cuarto de audio visual.

-¿Un estudio?- suelta la pequeña sentándose en el sofá.

-No, el estudio ya está aquí.- responde el ruso apuntando a la puerta cerca de la salida.- pero ahora que te tenemos, se me ocurrió... ¿te parece bien tener un cuarto donde puedas seguir practicando el piano?- agrega sonriendo.

Anna alza la mirada impresionada por la oferta.

Es muchísimo más de lo que alguna vez espero tener con su nueva familia, que le diesen dos cuartos, una para dormir y el segundo para seguir con lo que ella llama hobie. Esas personas no pueden ser tan buenas. Vuelve a temblar de la emoción. Está encantada, emocionada, conmovida y de hecho quiere llorar.

Cuando Yuuri y Viktor se dan cuenta de esto, el japonés se acerca a la cocina a preparar té y una pequeña merienda para la noche, Viktor se acerca a la pequeña y se sienta con ella a esperar al japonés que con velocidad termina de recalentar los panques del desayuno de la mañana. Se acerca con los dos presentes y deja las tres tasa de un caliente te en la mesa, sentándose al otro lado de la pequeña dejándola nerviosa.

-Anna, Viktor y yo queremos ser unas personas adecuadas para ser tus padres, queremos conocerte más, queremos que nos conozcas, y queremos que nos quieras así como queremos querer, queremos ser una familia.- pronuncia el japonés mirando tranquilo a la niña que no le mira y mantiene su mirada fija en sus manos entrelazadas que descansa en su regazo.

-Sabemos que es difícil para ti, todo es nuevo, de repente vives con dos personas que no conoces para nada, te interrumpimos en tu vida, y ahora te estamos obligando a tener una nueva.- Viktor suelta una pequeña carcajada de burla.- Pero si te soy sincero estamos acostumbrados a eso, con nosotros siempre ha sido dejar la vida normal e iniciar algo completamente diferente.- agrega recordando su pasado provocando una pequeña risa del japonés haciendo que a la pequeña sentirse incomoda, Viktor sigue cuando nota la expresión perdida de la niña.- Lo siento divague.- un poco dudoso acerca su mano derecha al par de manos que la pequeña cuida en su regazo y entrelaza sus dedos con su mano izquierda.- Lo que quiero decir, es que si tienes miedo, dinos, si estas feliz, dinos, si te sientes molesta, dinos, si algo te preocupa, dinos. Así es como hemos estado viviendo Yuuri y yo en estos largos 14 años que nos hemos conocido...- no termina

Perdóname amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora