XV.

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En Rusia siempre estaba nevando, los campos verdes no eran algo típico del frío país, pero eso no quitaba que era hermoso, a Yuuri le encanta pasear así, de la mano de su marido, mirando cualquier cosa, buscando algo divertido para comentar, y con burla haciendo divertido su paseo. Son tantas cosas las que hacen que su caminata sea lo mejor, no solo porque es Viktor el que está a su lado, ambos carcajeándose.

La vista de los demás no los incomoda, llevan ya once años siendo observados así, y no les importa. Al contrario, con más y más orgullo, el mayor aprieta el agarre que tiene con el menor, y él, sonrojándose un poco corresponde ese agarre, hacía tiempo que no caminaba así.

-Te ves muy guapo hoy.- le susurra el peli plateado en el oído provocándole un sonrojo desviando la mirada.

Al ruso este geste le parece hermoso, otra cosa más que adora del japonés, y es que no se iba a quedar con las ganas de decirle aquello, en la mañana que lo vio salir con sus jeans negros y ajustados y su suéter holgado color marrón y una camisa blanca mostrando el cuello de esta, a Viktor se le antojo demasiado delicioso su marido, tan perfecto, y luchó con todo lo que tenía para no besarle.

Aún no.

-No estés jugando Viktor.- responde el menor con gracia divirtiéndose por su comentario. Él no iba a admitir en voz alta que su esposo estaba más guapo de lo que nunca le vio, los pantalones marrón obscuro, un suéter vino, una camisa blanca y su gabardina café se le veían increíble, muy, muy guapo.

Ambos ríen sin sentido alguno, y Viktor pasa su brazo para rodear a Yuuri, a mitad dela calle algunas personas los ven ignorándoles y otros los evitan con molestia, unos otros susurrando lo desagradable que les parece aquello.

-Que desagradable...- escuchan a un señor de edad avanzada cuando pasan a su lado y el hombre incluso se aleja de ellos.

Sonríen no porque les gusten o les sea divertido. Más bien, están acostumbrados a aquello, siempre siendo observados, siempre siendo criticados, y siempre aceptando que aquello es lo que escucharan siempre, pero que vale la pena. Significa que están juntos y que se escogieron mutuamente, por sobre todas las cosas.

-Te va a agradar mi abuelo.- dice el ruso abrazando por la espalda cariñosamente al menor restregando su mejilla izquierda contra la mejilla derecha del japonés recibiendo una carcajada de respuesta.

-Eso espero, estoy nervioso.- admite mirando al frente ignorando las miradas de molestia.

-No lo estés.- responde susurrando en el oído del menor.- Te amo...- susurra débilmente sin ser escuchado más que por Yuuri quien sonríe con satisfacción por las palabras de su esposo.

Sin importarle lo que los demás digan, Viktor deposita un beso en la cabeza de Yuuri, como muestra de cariño

-Lo sé.- responde bajo cerrando los ojos sintiendo los labios de Viktor en su cabeza y con gozo sigue caminando hasta que divisan la cafetería donde han quedado.

Desde que el japonés recibió las flores han pasado 5 días, y para Yuuri son los 5 días más dulces de su vida. Literalmente. No conforme con flores, el ruso llega todos los días con los dulces preferidos de Yuuri, o con chocolates, o con pastelitos, o cualquier cosa que Viktor sepa que le gustara al japonés, de la misma manera se despiertan a igual tiempo –un poco antes de lo que lo hacían antes- y juntos preparan el desayuno, aquello parece estarse convirtiendo en una costumbre ya, lo que más le justa a Yuuri es jugar y tontear con Viktor, hablar de cosas que de verdad no tiene ningún sentido, hacer figuras con la comida, o burlarse de Viktor cuando ha estropeado algún platillo, en las tardes, casi noche, cuando Viktor ha vuelto del trabajo, y ambos se han duchado –por separado- se sientan en el sofá donde ven la televisión juntos, o con música de fondo se ponen a charlar de su día, a veces también en la cama, y cuando alguno parece ya estar entrando al mundo de los sueños, Viktor besa en la frente al menor y lo arropa en la cama, entonces sale y se duerme en el sofá, en la obscuridad sonríe, encantado y tranquilo, porque no le importa dormir en lugares separados, él aún tiene ambos anillos, y eso le calma, que Yuuri está durmiendo en la cama de la habitación continua. Ambos esperando a que la herida sane.

Perdóname amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora